La leyenda del percebe se achica

Rubén Ventureira

CIENCIA

Un equipo científico del Aquarium Finisterrae ha tumbado el mito. Por primera vez, ha pillado al percebe copulando. Y sí, está muy bien dotado, aunque no tanto como sostiene la mitología popular, que le atribuye un pene de hasta 40 veces su tamaño

06 oct 2007 . Actualizado a las 21:37 h.

Cuatro años atrás, una gira por el «fogar de Breogán» condujo al periodista a la fiesta del percebe de Cedeira, un clásico irrenunciable del verano gallego. En la carpa en la que se distribuía el magnífico manjar, un percebeiro loaba no ya la metrosexualidad (entiéndase la expresión en términos de sistema métrico decimal), sino la kilometrosexualidad de este crustáceo. «¿Ves a costa de alí enfronte?», preguntaba señalando el otro lado de la ría. «Pois os percebes deste lado líanse cos de alá», sostenía lleno de razón. Los mariscadores gallegos han contribuido a alimentar lo que es una leyenda marina: el descomunal tamaño del pene del percebe.

Internet ha afianzado esa leyenda de que el rey del marisco es también el rey de la cama. Si se teclea en el buscador Google «pene del percebe», se puede leer en la Wikipedia que «el miembro viril de la ballena azul, de casi dos metros, es el más grande de todo el reino animal, pero, proporcionalmente a su masa corporal, el percebe tiene el pene más largo: unas veinte veces la longitud del animal». «Hasta 40 veces su cuerpo», se exagera aún más en otras entradas. También encontrará un artículo del escritor Javier García Sánchez en el que dice que hay quien atribuye a este crustáceo «hasta unos 40 metros de pene». En fin, que «o falar non ten cancelas», pero la ciencia sí, y es esta la que viene ahora a tumbar un mito sexual. Lo ha hecho, vía experimento, el Aquarium Finisterrae de A Coruña.

Primera grabación

Hasta ahora, la literatura científica sólo había reproducido el pene del percebe en reposo, de ahí las infundadas especulaciones sobre su tamaño en erección. Este equipo de investigación es el primero que lo ha grabado en acción. «Es grande, y de hecho casi le llega a la boca, pero no es el superpene mítico que cuentan las leyendas. En erección, no se multiplica por 40, ni por 10, ni siquiera por dos. Por uno y medio, aproximadamente. Fecunda al vecino y punto», informa el jefe de biología marina del acuario coruñés, Antonio Pérez Cribeiro, quien, por cierto, es de Cedeira.

Podríamos decir que el percebe es algo así como una pulga protegida con un pie añadido, y el tamaño de su miembro va en proporción a esa pulga, que es la parte del cuerpo que los científicos llaman prosoma: «Cuanto más grande es el prosoma, más lo es el pene».

Este museo coruñés ha estudiado durante tres años el comportamiento en cautividad del crustáceo más cotizado. El objetivo inicial era experimentar para, más adelante, «crear un módulo interesante de exposición» sobre el rey del marisco, muy en la línea divulgativa de un centro que reproduce el ecosistema gallego. Para ello, se ideó un tanque especial que se colocó en la sala de cuarentena. Dentro se introdujeron piedras con percebe extraídas del entorno del recinto, enclavado junto al mar. Y, poco a poco, se consiguió recrear un hábitat similar al del mar abierto.

El resultado es que por primera vez se ha grabado y fotografiado el proceso de cópula del Pollicipes pollicipes, que es el nombre científico del percebe. De entrada, hay que explicar que es hermafrodita, pues posee sistema reproductor masculino y femenino, pero que la fecundación es siempre cruzada, es decir, «que no realiza autofecundación, y precisa para reproducirse dos individuos, uno que actúa como macho y otro como hembra», detalla Cribeiro.

Tras los prolegómenos científicos, vayamos al grano. Durante la observación de la cópula se comprobó que esta siempre sigue el mismo patrón. El individuo que actúa como macho abre su capítulo (o uña) y extiende sus cirros (esos filamentos que hace millones de años fueron patas) y su pene. La bibliografía reciente describe el miembro del percebe como «invariablemente pequeño, musculoso y poco flexible», pues nunca se había descrito en otro estado que no fuera el de reposo.

«Es como si tuviese ojos»

En vez de la falta de flexibilidad supuesta por prestigiosos expertos en cirrípedos, cuando el miembro sale de la uña se mueve «muy hábilmente, escudriñando el contorno con la punta, lo que sugiere que está buscando señales químicas que le indiquen el camino que seguir», expone el jefe de biología del acuario. «Es como si el pene tuviese ojos», sintetiza.

A veces, la hembra se retrae o rechaza la relación definitivamente, cerrándose. Otras, adopta una actitud indiferente, semejando seguir atenta a la alimentación. Pero el patrón más repetitivo es que el propio macho se retire.

Una vez que el macho localiza con su miembro los cirros de la hembra, «se desliza entre ellos y sigue avanzando, en actitud exploratoria, cara al primer par de apéndices torácicos, que es donde se encuentra la salida de los oviductos y de la glándula oviducal». Objetivo cumplido.