Dos lesbianas sordas escogen un donante para tener hijos que no puedan oír

JAIME MEILÁN NUEVA YORK. CORRESPONSAL

SOCIEDAD

Las mujeres eligieron para procrear a un amigo que tenía la misma discapacidad que ellas Combínese lesbianismo, maternidad mediante donante de semen y sordera congénita. El cóctel no es explosivo pero sí de extraordinara complejidad. Tanta que el diario estadounidense «The Washington Post» le ha dedicado recientemente un reportaje de más de diez páginas en su revista dominical. El meollo del relato es la historia de una pareja de féminas homosexuales, sordas las dos, que cuando decidieron tener hijos, inseminación artificial por medio, optaron por el esperma de un varón tan sordo como ellas.

09 abr 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

La decisión de Sharon Duchesneau y Candace McCullogh es de las que abre interrogantes en el ámbito de la ética reproductiva. Su condición de lesbianas ha quedado en su caso en un segundo plano. Estas dos terapeutas llevaban cinco viviendo juntas cuando decidieron tener su primer hijo. De esto hace ya un lustro. «Un niño que pudiera oír sería una bendición, pero un niño sordo sería una bendición especial», confesó Candace al Post . Cuando recurrieron a un banco de semen se encontraron con que no incluía donantes con sordera. Así que echaron mano de un amigo que no puede oír. Las probabilidades de que su descendencia tuviera la misma discapacidad eran del 50%. Y así nació hace cinco años Jehanne McCullough, una niña para la que el azar genético quiso que el mundo no tenga sonidos. Las dos lesbianas volvieron a repetir experiencia hace un año. El resultado fue de nuevo «una bendición especial», un niño sordo al que bautizaron con el nombre de Gauvin. «El tema es si violaron la obligación sagrada de los padres de maximizar las ventajas disponibles para sus hijos», criticó Alta Charo, una catedrática de bioética. Candace y Sharon no lo ven así. La sordera no es una discapacidad, opinan. Es una seña de identidad cultural.