De músico progre a gestor millonario y bajo sospecha

Por Enrique Clemente

SANTIAGO

Teddy Bautista, el que había sido líder de los canarios, intérprete de judas y luego todopoderoso presidentede la SGAE, ha sido puesto «de rodillas», como el título de su canción más célebre, por la justicia

10 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Fue un músico destacado, progre, barbado y melenudo en su juventud. Pero, con los años, se transformó en un alto ejecutivo millonario, con traje y corbata. Poco a poco, el que había sido cantante, compositor, productor y actor se fue convirtiendo en uno de los personajes más odiados de España, sobre todo de los internautas, como promotor del canon digital y la ley Sinde. Era también el gran recaudador que enviaba a sus inspectores a espiar bodas, bautizos, conciertos benéficos, peluquerías y bares para cobrar, inmisericorde, pero en nombre de la ley, los derechos de autor. Hace unos días, después de que revalidara su mandato en las elecciones, el juez Pablo Ruz ordenaba su detención y lo acusaba de apropiación indebida, administración fraudulenta y delito societario, que pueden costarle diez años de cárcel.

Hijo de diplomático y de pianista, Eduardo García Bautista (Las Palmas de Gran Canaria, 1943) formó, siendo un adolescente, el grupo Los Diablos del Rock, que rebautizó como Los Ídolos, y que después se convertiría en Los Canarios, una mítica banda de soul que evolucionó al jazz-rock, con claras influencias estadounidenses. Teddy Bautista era cantante, guitarrista y, en definitiva, su líder. En 1968 llegó su gran éxito, Get on Your Knees (ponte de rodillas), grabado en Londres, que fue casi un himno en este país. En 1973, con una banda recompuesta, se atrevió a versionar, en su doble elepé Ciclos, Las cuatro estaciones de Vivaldi, una obra en la que fusionaba el rock progresivo con la música electrónica.

Disuelto el grupo, inició su carrera en solitario. Interpretó a Judas en la versión española de Jesucristo Superstar (1975), actuó en el musical Annie (1981) e intervino en películas mediocres de los ochenta (fue protagonista en Demasiado para Gálvez). Fue productor de cantantes como Camilo Sesto, Aute o Rosa León, grupos del nivel de Nacha Pop, Leño o Topo, y compuso temas para Ana Belén o Miguel Ríos.

Pero Teddy Bautista dio un giro a su vida y se reinventó pasada la treintena. Ya en 1977 había ingresado en la directiva de una Sociedad General de Autores de España agonizante y anticuada, que parecía anclada en la copla, la zarzuela y el teatro, y poco eficaz para explotar los derechos de autor. Cinco años después era vicepresidente y, desde 1995, máximo responsable de la refundada como Sociedad General de Autores y Editores. Dejó prácticamente de lado su actividad creativa para centrarse en su labor de gestor.

Conocedor del funcionamiento de las sociedades de gestión internacionales, aplicó sus métodos a la SGAE. Su labor de renovación y modernización fue muy exitosa, sobre todo su apuesta por la explotación de la música popular, sin olvidar el teatro y el cine. Gracias a sus ideas, talento y capacidad de trabajo colocó a la institución en otro nivel. La recaudación empezó a subir de forma espectacular hasta llegar a repartir el año pasado 365 millones de euros entre sus 100.000 socios.

Telaraña de sociedades

Pero la entidad privada sin ánimo de lucro, cuyo fin es recaudar los derechos de las obras y repartir el dinero entre sus socios, se fue transformando en un monstruo con una telaraña de sociedades y fundaciones fuera de control. Mientras, Bautista y su clan se perpetuaban en el poder.

A principios de año, consciente de su enorme impopularidad, decidió lavar su imagen y prometió intensificar la transparencia del sistema de reparto y establecer un código de buenas prácticas. Para dar ejemplo, reveló, precisamente respondiendo una pregunta de un internauta, que ganaba 250.000 euros anuales. Y que había pasado de percibir 300 euros en 1983 en concepto de ayuda por gastos a más del triple que el presidente del Gobierno. También se había asegurado una pensión de 24.500 euros mensuales. Estas cifras contrastan con su indiferencia ante la penosa situación de su primera esposa y madre de su hija Yaiza, Paloma Siles, quien, según contó en televisión hace un año y medio, malvive de los 350 euros de pensión que le pasa y de las limosnas que le caen cantando y tocando la guitarra en la calle, donde mendiga junto a sus tres perros.

Aquel músico rebelde, que compuso una canción dedicada a Julián Grimau -el político comunista fusilado en 1963- el año que murió Franco, experimentalista y vanguardista, que en el 2004 se definió, parafraseando a Vázquez Montalbán, como «un marxista en fase de descompresión anarquista», se había transformado en Teddy el Gran Recaudador, alto ejecutivo de sueldo millonario y futuro jubilado de oro, símbolo del orden establecido, martillo de manteros e internautas y de todo el que osara no pagar los derechos de autor. Pero siempre próximo al poder, ya fuera la ministra Ángeles González Sinde o Francisco Camps, cuya inocencia proclamó por escrito. Frases como «el canon se paga y ya está, a quien no le guste que se aguante», «bajar música es como robar un jersey en unos grandes almacenes», «ganan más vendiendo un kilo de discos que uno de hachís» o «los autores pagan unos impuestos de cojones, más que Cristiano Ronaldo» contribuyeron a su mala fama.

Su fiel Caco Senante ha dicho que el objetivo de la operación policial era «la cabeza del Bautista», mientras otros lo llaman Judas por su papel en Jesucristo Superstar. Tras construir un auténtico imperio, su caída ha sido muy dura. Según el juez Ruz, autorizó, consintió e impulsó una trama empresarial dirigida por el director general de la filial digital de la SGAE, José Luis Rodríguez Neri, para defraudar millones de euros a la entidad gestora. Ahora, Teddy Bautista, al que tantos se la tenían jurada, es un imputado por la Justicia.