Los alumnos del ciclo de madera del instituto de secundaria de Melide subastan diecinueve piezas de mueble auxiliar, por las que recaudan unos dos mil euros
25 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Es el único ciclo que se imparte en el Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) de Melide y, sin embargo, se ha logrado consolidar como un referente en la oferta formativa para la comarca y los municipios del entorno más próximo. Prueba de ello es la procedencia de la mayoría de los veinticuatro jóvenes que conforman el alumnado que cada día asiste a clase en el centro educativo de la capital comarcal para formarse en la especialidad de fabricación e instalación de carpintería y mueble.
El ciclo, de grado medio, se imparte en dos cursos a los que asisten alumnos de Boimorto, Arzúa, O Pino, Chantada, Lugo, Antas de Ulla y «en menor medida, da propia comarca melidense», indica Javier Iglesias, uno de los profesores que imparten clase, que atribuye el reclamo del ciclo al hecho de que es el único de esa especialidad que se oferta entre las cuatro capitales de provincia y Santiago. La propia situación geográfica de Melide, en pleno centro de la comunidad, contribuye a mantener el número de matrículas, que, no obstante, el profesorado aspira a ampliar por encima de los doce alumnos que actualmente hay en cada uno de los dos cursos. «É baixa a matrícula pero, por falta de espazo, non sería operativo ter aquí vintecinco alumnos por alumnos por aula; o idóneo serían quince», explica Javier Iglesias.
Para promocionar el ciclo formativo de madera, los profesores de la especialidad -en la que también imparten clase Marta Villar, Pepe Giménez y Fernando López- organizan, a finales de curso, una exposición con los muebles que diseña y fabrica el propio alumnado como parte de la formación práctica que reciben en el centro, amén de una subasta como la celebrada ayer y en la que los asistentes pujaron por diecinueve piezas de mueble auxiliar, con un precio de salida «que só alcanza para cubrir os materiais e os acabados», apunta Javier Iglesias. Lo importante, por tanto, no es la recaudación económica -de unos 2.000 euros-, sino «que a xente que vén vexa que o que facemos é algo real e a motivación do alumno, que ve que o seu traballo está exposto e ao que, por riba, alguén lle vai poñer valor», explica Iglesias.