Los «numeritos» del botafumeiro

Ana R. Crespo SANTIAGO/LA VOZ.

SANTIAGO

La explicación física de la reliquia compostelana ha servido como pistoletazo de salida para las jornadas científicas de la Euroschool on Exotic Beams en Santiago

07 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Y todos pensando que Galileo cambió el curso de la historia por descubrir la ley del péndulo cronometrando la oscilación de las lámparas de Pisa con el pulso de su corazón. La anécdota tiene su encanto y Galileo, hay que concedérselo, lo intentó. Pero esperó al siglo XVI, y el botafumeiro ya llevaba trescientos años demostrando a base de tiro de cuerda un modelo prácticamente óptimo de péndulo. Compostela gana.

Juan Ramón Sanmartín Losada, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, es un estudioso del artilugio y ha publicado varios artículos sobre su funcionamiento a nivel internacional. Ayer, volcó todo su conocimiento al respecto en el Paraninfo da Universidade para inaugurar el programa de la escuela internacional Euroschool on Exotic Beams. La entidad, dirigida a estudiantes de doctorado y jóvenes posdoctorado, trabaja en las áreas relacionadas con los haces de iones radiactivos. Tiene una sede itinerante que ya estuvo en España en el año 2003, en Valencia.

Durante algo más de una hora, el botafumeiro fue objeto de las miradas expertas de físicos internacionales. Protagonizó todo un despliegue de gráficas, fórmulas, explicaciones y anécdotas que, en el inglés universal de la ciencia, descubrieron todos sus secretos. Por ejemplo, que es de latón plateado, pesa 58 kilos y oscila, como buen péndulo, colgado mediante una cuerda que está devanada en dos tambores. Del otro extremo de la cuerda tiran ocho tiraboleiros de manera que, después del primer empujón, toma un movimiento pendular en amplitud creciente y un único plano.

No se alcanzarían los 82 grados de amplitud de la oscilación si el peso y tamaño del incensario no fueran lo que son y la longitud del péndulo fuese más grande. El mecanismo de doble tambor, así como la forma casi instantánea de tirar y soltar la cuerda en el momento adecuado, son también imprescindibles. En otras palabras: roza la perfección. Y pensar que en su día solo servía para paliar el mal olor de los peregrinos.