«Soy nostálgico de Santiago, lo que más quiero aparte de mi familia»

SANTIAGO

El ex director hospitalario fue el último médico del Cabildo y encaminó la ampliación del sanatario de A Choupana, antes de su paso a la seguridad social

06 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Antonio Golpe aún se ve rodando por Santa Clara en esos carritos de tablas con que se divertían los niños en los años 30 y 40. Vivía en el Penal, entre las populares calles de Arriba y Abaixo, por donde suele pasear todavía subiendo desde Xeneral Pardiñas, donde reside retirado del mundanal ruido médico. El bachillerato en el Menéndez Pelayo le dejó huella, hasta el punto de que se sigue reuniendo cada último sábado de septiembre con sus compañeros de curso (Asorey, Castromil, Cabo Rey, ...).

Las calles del barrio eran campos de juego, pero Antonio se iba a menudo al polideportivo de A Quintana a jugar al frontón contras las paredes de San Paio, hasta que los villeus (guardias) les dispersaban a porrazos. «Eran diversiones sanas», dice. Una de ellas consistía en organizar batallas a pedradas, y Antonio revive algunas gestas gloriosas contra la Rúa de San Pedro.

Comenzó su carrera de Medicina en 1948, año santo, la finalizó en año santo y celebró las bodas de oro de la facultad en año santo. Y se lo narró ayer a este redactor, en año santo. Su curso (53/54) fue el que se despidió del Hospital Real, un auténtico guirigay de bártulos, vehículos, enfermos y alumnos en el Obradoiro y San Francisco. El Hospital siguió con las camas, pero perdió el "pi". «Nuestra generación en la Universidade es la última con reminiscencias troyanas», dice. Los alumnos vivían en pensiones, ligaban en los paseos obligados de la Rúa do Vilar, daban serenatas y sabían la hora por las campanadas de la Catedral o la miraban en Gamallo: «Nos conocíamos todos. Me gustaba ese Santiago. Soy un nostálgico, pero era mi vida».

Quiso irse a Tetuán para hacer la mili y se vino con una encantadora joven, Ana, con la que acaba de celebrar sus bodas de oro. La neumonología y la cirugía torácica le llevaron en 1955 al Sanatorio Antituberculoso de A Choupana, en donde los enfermos vestían bata blanca y portaban una escupidera para los esputos. «Cuántos médicos hay aquí», quedó atónito un amigo que fue a visitarle. Eran épocas en las que la tuberculosis aún causaba estragos. Luego, el cáncer de pulmón se adueñó de las camas del ya denominado sanatorio Profesor Gil Casares.

«En la etapa en la que fui director se amplió el hospital. Trabajé bastante para que las obras fueran arriba». Ostentó el último mandato del Gil Casares, antes de su integración en el sistema hospitalario actual. Entre esos muros pasó 41 años, pero sin olvidarse de otros menesteres: «Fui médico del Cabildo, el último que ha tenido, antes de su integración en la seguridad social».¿Gozaban de buena salud los canónigos? «Eran casi todos mayores. Hoy pasarían todos de los cien años». Antonio Golpe, que fue vicepresidente del Compostela con Guerrero, es un apasionado del deporte. «Sobre todo del deporte amateur», matiza.