De 42 posibles donantes de órganos en el 2009 se trasplantaron los de 24

SANTIAGO

Algunas familias los ofrecieron por propia iniciativa, pero no se pudieron aceptar por no reunir condiciones

24 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En el Hospital Clínico de Santiago se realizaron el año pasado 72 trasplantes de órganos. Algunos se efectuaron con hígados y riñones que llegaron de hospitales del exterior y que contribuyeron a solucionar problemas de pacientes que estaban en lista de espera en Santiago. Sin embargo, la cifra pudo ser mayor, porque hubo 42 personas fallecidas que reunían condiciones para ser donantes de órganos, pero solo se utilizaron los de 24 cadáveres. De los otros 18, en 11 no fue posible la extracción por negativas familiares, y en 7 se desecharon por padecer tumores y otras enfermedades que hacían inviable su uso para un injerto.

En el complejo hospitalario compostelano existe un equipo especializado en tratar de captar órganos para ser trasplantados. Hasta el 2002 solo un médico de la Unidad de Cuidados Intensivos, Alfonso Mariño, se ocupaba de esa labor. Ahora ejerce como coordinador, y con él están otros cinco colegas de la misma unidad y un profesional de enfermería.

De los cientos de personas que fallecen cada año en el complejo hospitalario, solo unas pocas, alrededor de 40, son candidatas a que sus órganos puedan trasplantarse. No vale cualquiera. De hecho, según explican Alfonso Mariño y Ana López Lago, dos de los especialistas que procuran conseguir órganos, otras familias voluntariamente ofrecen que a sus parientes se les extrajesen órganos, pero no puede hacerse por no reunir condiciones.

Solo muerte cerebral

Para poder donar, la condición principal es que el óbito sea por muerte cerebral, no por una infección, un tumor u otra causa. Prácticamente todas las personas candidatas fallecen en Cuidados Intensivos o en Reanimación, «es muy difícil que no se detecte una muerte cerebral en el hospital», indica Ana López.

Cuando ocurre, se trata de captar la donación de órganos lo antes posible. Sobre todo corazón, pulmón e hígado, que deben injertarse rápido; el riñón aguanta algún tiempo más.

La mayoría de las familias acceden a la extracción. Las que no representaron el año pasado un 26%. «En muchas negativas familiares influye la religión mal entendida, el culto alrededor de la muerte; piensan que la persona fallecida ya ha sufrido bastante y no quieren que se la toque más. Y depende del momento: es más difícil que por ejemplo se donen órganos de una persona joven fallecida de repente en un accidente, que cuando de alguna forma la muerte se puede asumir con más tiempo», agrega Ana López.

El mejor año fue el 2002, cuando en Santiago hubo 39 donantes de órganos, indica Alfonso Mariño..