Desaparecen las tascas de vino de pipo servido en taza

Adrián D. Bóveda adrian.diaz@lavoz.es

SANTIAGO

21 ago 2009 . Actualizado a las 02:50 h.

Santiago siempre ha tenido fama de ciudad lluviosa y entre sus rúas, ruelas y soportales abundaron antaño las tascas que servían el vino de pipo en taza. A día de hoy la situación es diferente y la mayoría de estas tabernas han ido bajando la persiana o reciclándose, suplantando el barril por la botella y la taza por la copa. Aún así, no todas han desaparecido y sigue habiendo en la ciudad algunas de las tabernas que hace años alimentaron las ideas de universitarios, currelas y bandidos. Cerca de la porta Faxeira, en la ruela do Peso, se encuentran dos míticas tascas compostelanas como son el Fonda y el Calpe. Esta última, con dos barriles de vino custodiando la entrada, está todos los días llena de señores de taza en barra. Wilson, Víctor y Pedro no son habituales de la tasca pero se pasaron ayer a tomar unas cervezas y unas tazas de vino para apreciar su estética tradicional y enxebre. En el café bar Fonda el olor a vino y a empanada, que amablemente ofrecen como tapa sus regentes, inunda la taberna, que se llena todas las tardes de los clientes de todos los días. Entre ellos se encuentra Rosa, una conocida santiaguesa que vende flores rojas y blancas que porta en una cestita de mimbre colgada al brazo.

El bar Sande es otro establecimiento que, situado en la compostelana rúa de San Pedro, se llena de habituales todos los días. Cuenta con una clientela fiel e incorruptible que no falta a su cita diaria con el bar a menos que una causa de fuerza mayor que se lo impida. Es el caso de Pepe, Pablo, Cruz, Julián y Manolo. Este último acostumbra a agarrar una guitarra en la que hace sonar los acordes de los boleros y las baladas que cada noche se pueden escuchar en el bar. A esta taberna acuden por la noche jóvenes que ocasiones también se animan a coger, con el permiso de Javier (regente del establecimiento), el instrumento musical para tocar alguna pieza. En el bar Sande se establece una curiosa comunión entre estas dos generaciones que, a pesar de llevarse unos añitos de diferencia, cantan las mismas canciones bebiendo el mismo vino. Hay otras tabernas en Santiago que no se pueden dejar de citar. Es el caso de El Gato Negro en la rúa da Raíña, uno de los pocos establecimientos de este tipo que prohibió fumar nada más entrar en vigor la Ley Antitabaco. O el bar El Pozo en la ruela das Ánimas, el Mosquito en San Pedro, el Mariñeiro en Vista Alegre y la Chantadina en Sar, además de alguno que todavía queda en el Franco, como el Orense.