Multan a Ryanair por un retraso que privó a una niña de ver «El rey león»

M. Cheda

SANTIAGO

El juez condena a la compañía por el daño moral ocasionado a los frustrados espectadores de una obra en Londres

05 dic 2008 . Actualizado a las 10:33 h.

Aquella mañana, la del 9 de marzo del 2007, un resorte de ilusión la hizo brincar del lecho. Compostelana ella, lucía su rostro una de esas sonrisas exclusivamente apreciables en alguien de su edad, siete añitos. Era la felicidad hecha gesto. No en vano, por fin había llegado el día en que su padre, cumpliendo una vieja promesa, iba a llevarla a Londres para presenciar en el Lyceum Theatre una adaptación a escena del clásico de Disney El rey león. En apenas un suspiro, no obstante, la alegría tornó en hastío; la dicha, en llanto. Un enorme retraso por avería en el despegue del Lavacolla-Stansted de las once y media privó a ambos de ver la función. Ahora Ryanair, en cumplimiento de un castigo judicial, ha tenido que pagarles 815,6 euros por las molestias ocasionadas.

La niña y su progenitor, un santiagués de profesión arquitecto, habían comprado a la compañía irlandesa sendos pasajes para un viaje de fin de semana. De acuerdo con sus planes iniciales, partirían de la capital gallega a las 11.35 de aquel viernes, aterrizarían en la inglesa a las 12.40 (horario local), asistirían al espectáculo teatral a las 19.30, luego disfrutarían de su estancia en la metrópoli británica durante todo el sábado y, a las 8.00 del domingo, emprenderían el regreso al aeropuerto de origen, donde tomarían tierra a las 11.10, aproximadamente.

Sin embargo, todo ese proyecto, cual castillo de naipes, se les vino abajo con la primera brisa, pues el vuelo de ida abandonó la terminal de Compostela rumbo a la londinense con casi siete horas de demora, a las 18.30. De modo que, para cuando el aparato hubo alcanzado su destino, el patio de butacas del Lyceum había roto ya en aplausos.

La acusación pedía 2.678

Indignado, el adulto demandó a la low cost ante el Juzgado de lo Mercantil de A Coruña. Exigía, conjuntamente para él y su pequeña, el cobro de 2.677,99 euros: 2.000 en concepto de daños morales y el resto a modo de financiación de varios gastos: 124,61 en los dos pases para el teatro, 370,42 en servicios de hotel, 167,36 en los cuatro billetes de avión y 15,6 en desembolsos por manutención dentro de Lavacolla durante la espera. Su señoría, estimando parcialmente la denuncia, condenó a Ryanair el 4 de diciembre del 2007 a indemnizar a la cría con 400 euros y a su acompañante con 415,6, como compensación por los disgustos padecidos.

Ya en el 2008, la acusada reaccionó a la resolución impugnándola ante la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial, a cuyos responsables exigió ser absuelta por completo. Y estos, a través de un pronunciamiento que La Voz conoció ayer, si bien figura datado en A Coruña a 5 de junio, rechazó la apelación. Confirmó el fallo que había sido dictado en la instancia anterior. «Es evidente que si el actor terminó de tomar el vuelo y se hospedó en el hotel contratado, tales perjuicios materiales no pueden ser reclamados, aunque sí debemos incluir los daños morales relativos a la pérdida del evento teatral [...] y la demora sufrida en el aeropuerto, con falta de asistencia adecuada en el mismo, así como la reducción importante de la estancia de placer en Londres», decretaron.

No probó hacer todo lo posible

El tribunal fundamenta su criterio en el hecho de que la empresa presidida por Michael O'Leary no demostró haber respetado el artículo 19 del Convenio de Montreal, que, en caso de retraso, exime de responsabilidades al transportista «si prueba que él y sus dependientes y agentes adoptaron todas las medidas que eran razonablemente necesarias para evitar el daño o que les fuese imposible, a uno y a otros, adoptarlas».

«Y decimos esto -agrega- por cuanto desconocemos qué tipo de avería sufrió la aeronave, la importancia de la misma, los medios que dispuso la compañía para tratar de evitarla, el régimen de revisiones de la misma y su observancia. No se aportó tampoco el libro propio del avión en que se hacen constar las incidencias técnicas». Ni se justificó, concluyen, porque era «imprescindible» que volasen a Lavacolla técnicos foráneos para reparar el mencionado fallo.