Amelia Pereira Menâut es presidenta de Cáritas Interparroquial desde la primavera del 2002. Desde entonces, la ciudad -y en general todo el entorno occidental-pasó de una situación de bonanza económica a la «actual, en la que está viniendo gente que recurrió a Cáritas hace muchos años y ahora tiene que volver». -¿La solidaridad en época de crisis se resiente? -Los socios siguen siendo fieles, no se perciben menos ingresos. Afortunadamente ellos nos permiten contar con unos ingresos seguros. En donde se nota es en las colectas de las iglesias, lo que se recibe el primero domingo de cada mes se destina a Cáritas. Menos en la Catedral, las colectas son menores, más o menos, un diez por ciento. -¿Esta bajada de ingresos afecta al día a día? -Se va uno arreglando como puede. Somos una organización de la Iglesia, así que tenemos que decir que Dios aprieta, pero no ahoga. Aumentó mucho las personas que vienen a pedir ayuda. Está llegando gente que nunca pensó que tendría que venir aquí, no son gente con hipotecas. Son personas con alquileres de 300 y 400 euros, que antes trabajaban los dos y ahora se han quedado sin uno o sin dos ingresos. Mucha gente, después del día 20, ya no llega a más. Uno de los sectores más afectados no es solo la construcción, el servicio doméstico también está afectado. Muchas mujeres que completaban el sueldo con unas horas en casas ya no tienen este ingreso. -¿Se incorporan pobres a la ciudad? -Sobre todo, del grupo que llamamos vergonzantes. Tenemos un grupo que siempre es el mismo pero este otro crece a pasos agigantados.