Mougás rapó más de 300 caballos

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PONTEVEDRA CIUDAD

Cientos de personas asistieron a uno de los curros más antiguos de Galicia Una vez saneados y marcados, los animales fueron devueltos al monte de A Groba

12 jun 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

La parroquia pontevedresa de Mougás, en Santa María de Oia, volvió a cumplir ayer con una de sus más antiguas y vistosas tradiciones. Como cada segundo domingo de junio, tuvo lugar el curro en el que fueron rapadas alrededor 300 animales, entre caballos y potros salvajes, que viven durante todo el año en libertar en los montes de A Groba. A diferencia de los últimos años, en que el calor llegó a ser sofocante, las suaves temperaturas de ayer facilitaron el duro y polvoriento trabajo de dominio de los animales. Amenazó lluvia durante toda la jornada, pero las nubes fueron condescendientes para que los ganaderos -unos a pie y otros a caballo- pudieran comenzar de mañana a reunir la manada esparcida por la sierra. Alrededor del mediodía, las más de 300 cabezas con largas crines estaban ya encerradas en el primero de los cercados que sirve de antesala de un vallado más estrecho donde, a partir de las cinco de la tarde, los caballos salvajes fueron pasando uno a uno para ser sometidos el correspondiente corte de crines y colas; el saneamiento con productos insecticidas para desparasitarlos; y el marcado, en el caso de los potros nacidos a lo largo de este año, para, posteriormente, ser devueltos a su entorno habitual en los montes de a Groba. Peligrosa misión La dura, espectacular y peligrosa misión de los ganaderos y rapadores (varios de ellos resultaron lesionados al intentar dominar la fuerza de los caballos salvajes) fue seguida atentamente por centenares de espectadores que, como cada año por estas fechas, acuden a la tradicional rapa das bestas de Mougás. Pero no todo fue trabajo. La cita va adquiriendo cada año más connotaciones folklóricas y gastronómica. Por eso, cada vez más, numerosos puestos de elementos culinarios tradicionales, imprescindibles en toda romería que se precie, como la empanada, el pulpo o las sardinas pueblan esta zona de la sierra de Santa María de Oia, uno de los miradores sobre el océano Atlántico más espectaculares de la costa sur de Pontevedra y donde el frío y el calor adquieren temperaturas un tanto extremas, en comparación con la bondad del clima que se registra en los concellos vecinos de Nigrán, Gondomar o Baiona. Cumplida la misión, los ejemplares de la raza de caballo gallego más pura vuelven a cabalgar a sus anchas por la sierra de Mougás.