Madrugada de copas para rescatar a un perro de un tejado

L. P. Pontevedra / La VOz

PONTEVEDRA CIUDAD

24 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La noche del viernes en Pontevedra fue una madrugada de copas, bailes y de rescates. Mientras el casco histórico recibía con los brazos abiertos a los noctámbulos, los bomberos eran requeridos para auxiliar a un perro que estaba atrapado en el tejado de un edificio antiguo de dos plantas de la calle César Boente.

Nadie se explica aún como el mejor amigo del hombre pudo llegar hasta ahí arriba, pero todos temían un fatal desenlace ya que el can se asomaba al vacío como si estuviese dispuesta dar un salto definitivo. Faltaban pocos minutos para la una de la tarde y los bomberos y la Policía Local se citaron en este punto del corazón de la zona monumental.

El despliegue pronto llamó la atención de los curiosos que se apoyaban en las barras de los pubs. En instantes, los servicios de emergencia comenzaron a ver flashes. Los asistentes a la movida pontevedresa optaron por dejar la copa o la cerveza para empuñar el móvil -alguno había, más de uno y de dos, que llevaba una cámara digital- con el que inmortalizar la intervención.

Y mientras el perro se ponía cada vez más nervioso en una superficie que se encontraba «en un pésimo estado de conservación», tal y como los bomberos no dudaron en calificar ayer la situación del edificio. Esta circunstancia impedía que los miembros del equipo de rescate pudieran pisar con seguridad el tejado, pero es que cada vez que hacían ademán de aproximarse a su objetivo, este, desconfiado, reculaba hacia atrás.

Con la autoescalera del vehículo de intervención desplegada, se optó por una segunda estrategia. Y los segundos pasaban y los flashes seguían.

La segunda estrategia

De este modo, los bomberos comenzaron a llamar al can para que se acercara y se introdujese por propia voluntad en la cesta metálica de la escalera. En estas estaban cuando hizo aparición la dueña del animal, quien sin dudarlo, pero desde el suelo, comenzó también a llamar a su mascota para que hiciera caso a los requerimientos de los funcionarios públicos.

Con paciencia, y tras casi una hora de actuación, los funcionarios del parque municipal tuvieron que esperar a que el perro se les acercara. Tras el final feliz, «se rescató como si fuera una persona», concluyó uno de los bomberos de guardia.