Entre silbatos y tarjetas

Chelo lago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

La hija heredó la afición de su padre por el arbitraje en el fútbol

05 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Hablar de arbitraje en Galicia es hablar de Rosendo Rosendo Calvar. Comenzó a los 19 años y concluyó a la edad reglamentaria, 45, «como todos os árbitros». Reconoce que optó por dirigir partidos porque era un mal futbolista, y nunca se arrepintió, aunque los inicios no auguraban nada bueno. «Nun encontro de Rexional Preferente, indo de línea -relata-, tiven un susto enorme. Enfrontábanse O Porriño e o Caselas. Eu tiña 19 anos, era o meu primeiro ano na arbitraxe e armouse unha tangana. Tiraban pedras e de todo, e eu, na banda, levei o susto da miña vida. Marchei dúas semanas para casa pero veume buscar o delegado do colexio, que era Magdalena Chan, amigo meu, e púxenlle unha condición: de línea nunca mais. Fixemos un pacto e díxome: pois arbitras só». Y así ocurrió. «Nunca pensei que despois a miña felicidade no fútbol fóra a de ser xuiz de línea, árbitro asistente».

Su ascenso fue rápido, pasó por todas las categorías, estuvo diez años en Tercera Divisón «e non me dei metido arriba por falta de padriños». «Entón busquei a opción como xuiz de línea e estiven seis tempadas como asistente en Primeira División. Logo, por falta de apoios, baixáronme pero aínda así terminei en Segunda A. No mundo da arbitraxe hai que ser bó e por riba, conseguir as axudiñas necesarias. Pero agora, se me din onde teño que firmar, firmaría como terminei, en Segunda Divisón A. Tiven a gran sorte de colaborar e axudar a árbitros que agora mesmo están en Primeira, que chegaron a internacionais». Con Bernardino González, con Rubinos Pérez, aún en activo, y con todos le une una gran amistad. «Eu con eles era o veterano e xa retirado, cado vía que cometían un erro, chamábaos o decíallo. Entre profesionais recoñecense os fallos porque ademais, me teñen moito aprecio».

Recuerda esa etapa de su vida con mucho cariño. Tuvo oportunidad de estar en todos los campos de Primera, menos en Mallorca. «Cando entras nun campo como o do Madrid ou o do Barcelona, é impresionante, percibes a presenza de 90.000 persoas detrás. Estiven en dous partidos no Bernabeu que perdera o Madrid e cesaran aos adestradores, unha vez fóra Valdano e outra, Benito Floro, e é unha experiencia moi grande». También estuvo con Ansuategui Roca, árbitro internacional, en un Real Sociedad-Atletic de Bilbao, «con Anoeta cheo ata arriba» y también en otros muchos partidos de gran trascendencia.

Informador

Tras su retiro, sigue ligado al mundo del arbitraje, en este caso de informador «aínda que a nivel de Terceira para abaixo».

Su hija, Iria Rosendo, blaugrana declarada, empezó también jugando al fútbol, pero cambió al arbitraje por lesiones. «Empecé a jugar de niña, en Santa Cristina, Vilaboa, donde vivo. No había equipo femenino y estaba con niños. Luego en infantiles, me fui para el quipo de fútbol sala que ahora es el Leis, y luego ya me pasé al Pontevedra desde que se fundó». Tras sufrir varias lesiones graves «primero fue el ligamento cruzado de la rodilla y luego me rompí la clavícula», decidió «para seguir entera», dejar la práctica del fútbol, «aunque me costó mucho porque me encanta jugar, más que arbitrar, aunque ya me voy aficionando».

Fue su padre el que la animó a pasarse al arbitraje, un ambiente que mamó desde niña. Pero no se ve viviendo de eso, «porque tengo miedo a subir de categoría y pitar en Regional, me impone un gran respeto, así que prefiero seguir con los niños, en el fútbol-7, hasta infantiles».

Su progenitor dice que se le da bien y piensa que podría hacer carrera en la profesión.

Rosendo Rosendo Calvar e Iria Rosendo González.

53 y 23 años.

El padre es árbitro retirado y la hija está en activo, en las categorías base.