«La heráldica es como un jeroglífico que debe descifrarse»

Patricia Calveiro Iglesias
patricia calveiro A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

25 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Hay quien no se puede resistir a las páginas de pasatiempos cuando cae un diario en sus manos. Luís Ferro, en lugar de plantarse frente al papel, lo hace en las distintas casas solariegas y pazos de A Estrada para estudiar los escudos en ellos labrados y la historia que esconde cada uno. Funcionario de la Administración pública de profesión, en sus ratos libres se dedica a la investigación heráldica. Una afición que lo ha ido enganchando poco a poco hasta embarcarse en proyectos tan ambiciosos como el que ahora lleva entre manos, estudiar los blasones y linajes de todas las casas hidalgas del municipio junto a su amigo y compañero de archivos Jose Manuel Bertolo Ballesteros, natural de Soutelo.

«La heráldica es como un jeroglífico que debe descifrarse hasta descubrir la historia que hay detrás», afirma el vecino de Codeseda, quien se sintió atraído por la materia desde pequeño. El primer recuerdo que Ferro tiene sobre la heráldica es de cuando acudió en una excursión del instituto a la Torre de Guimarei. «Fuimos con la señorita Campos, quien nos habló sobre el linaje de la construcción medieval y quedé prendado del relato», cuenta el de Codeseda, que pese a confesarse un mal estudiante siempre mostró interés por la historia y patrimonio local.

No hace falta estar mucho tiempo con el estradense para darse cuenta de que es un hombre de su tierra, con la que mantuvo la vinculación pese a haber pasado fuera toda una vida por razones laborales. «No hubo un año que no pudiera venir y que faltara a la Rapa das Bestas en Sabucedo o a la Festa do Salmón», dice. El funcionario del Estado aprendió a extrañar lo propio estando fuera.

La torre que creció con él

El Pazo de Oca es una de esas imágenes de infancia que acompañaron a Ferro desde que a su mayoría de edad dejó la comarca. Estuvo una única vez allí cuando era niño y la torre del monumento le parecía gigantesca. Pasaron cerca de veinte años hasta que regresó al lugar en una visita con unos amigos, cuando su sombra ya era el doble de larga y la torre perdió altura a sus ojos. Y lo que sirvió como jardín de juegos se convirtió en el objeto de estudio de su primera publicación, en donde descubrió datos hasta entonces desconocidos sobre el pazo.

La labor de recuperación histórica que realiza junto con Bertolo Ballesteros tiene un valor incalculable para el municipio. Cuentan, en casi todos los casos, con la colaboración de los vecinos y propietarios de las casas, salvo alguna persona mayor que desconfió de la buena intención de los estudiosos y pensó que su interés por conocer la genealogía familiar buscaba algún provecho económico.

Ferro sería el mejor de los acompañantes en una visita cultural por la comarca. Sus palabras rezuman el saber local que las piedras trataron de atestiguar. Un mensaje del pasado que pocos se paran a leer y que tiene mucho que contar, como el estradense.

Luís Manuel Ferro Pego

Funcionario de la Administración pública.

58 años recién cumplidos.

Por delante quedan una quincena de viviendas con orígenes hidalgos por investigar, lo que significa muchas horas de su tiempo libre enfrascado en los distintos registros civiles y archivos autonómicos, en donde ya es conocido. «Es un trabajo muy metódico y que necesita una gran dedicación. Tardamos en torno a un año en finalizar cada estudio», afirma el estradense, que debate sus ratos de ocio entre sus otras pasiones: la familia, los amigos y la lectura.