La batalla anímica de Sergio Castaño

Xabi Otero PONTEVEDRA/LA VOZ.

PONTEVEDRA

El central granate tuvo que sacar fuerzas de flaqueza para brillar ante el Getafe B después de ver como su gran amigo Miguel García caía desplomado en el Helmántico

28 oct 2010 . Actualizado a las 03:44 h.

Sergio Castaño ofreció una nueva muestra de su innegable profesionalidad ante el Getafe B. El sevillano brilló con intensidad en el centro de la defensa del Pontevedra y no dio concesiones a sus rivales pese a que afrontó el partido con el corazón encogido y en su subconsciente se mantenía latente el tormento de haber visto desplomarse a su gran amigo Miguel García en el Helmántico.

Su angustia se originó poco antes de partir hacia el Estadio de Pasarón. El de Dos Hermanas se encontraba en la habitación del Hotel de concentración en compañía de Iban Espadas cuando tuvo la mala fortuna de ver las inquietantes imágenes de la parada cardiorrespiratoria que sufrió el futbolista albaceteño.

«Me enteré cuando nos íbamos a marchar para el campo. Me alegré mucho al ver su imagen en la tele. Estaba con Iban en la habitación y le dije '¡Mira a Miguel!', pero al momento me dio un vuelco el corazón al ver que se caía y sufría un desvanecimiento. Tanto él como yo lo pasamos fatal y empezamos a hacer llamadas a amigos suyos de Salamanca», comenta Sergio Castaño.

«Fueron horas muy tensas en el equipo porque Gerardo e Iban Espadas también habían jugado con él, pero yo tengo una amistad especial porque nuestras mujeres se llevan muy bien; y la verdad es que todavía no se me ha quitado el susto del cuerpo», añade.

En una línea similar apunta que «pasamos unos momentos muy malos y nuestra victoria va para él porque es una gran persona y su familia lo está pasando muy mal. No quiero pensar como lo pasaría su mujer, que estaba viendo el partido en el estadio».

De todas formas, defiende que ahora es momento para ser optimistas porque el jugador del Salamanca evoluciona favorablemente. «Era una situación muy embarazosa y complicada y hay que sacar lo positivo porque Miguel está estable y bien. Ahora lo importante es que se recupere y, si no puede jugar más al fútbol, al menos que pueda llevar una vida normal porque tiene una hija y una mujer espectaculares. Le deseo todo lo mejor porque es un gran compañero y un fantástico amigo», destaca.

Ha removido su fuero interno

Aún así, el futbolista andaluz reconoce que ese suceso tan cercano ha removido su fuero interno. «Claro que te remueve algo por dentro porque en ese instante eres más consciente que nunca de que eso mismo te puede pasar a ti. Fue una situación muy angustiosa ver su cara desencajada en la tele y no puedes evitar pensar también en su mujer, que seguramente estaría en la grada con la niña. Eso no se lo deseas ni a tu peor enemigo», aclara.

En cualquier caso, confiesa que se quitó la angustia y los temores en cuanto pisó el césped de Pasarón. «Deseé con fuerza que se pusiera bien, pero en cuanto empezó la faena me quite el pensamiento de la cabeza. Eso sí, lo primero que hice nada más acabar el partido fue pensar en Miguel y en llamar a su mujer. Me tranquilicé bastante en cuanto conseguí hablar con ella y supe que todo marchaba bastante bien», apunta.

Pero Castaño también habló de la victoria contra el Getafe B. «Antes de nada hay que felicitar a la gente porque su comportamiento fue espectacular. Los aficionados nos llevaron en volandas porque vieron que estábamos entregados y eso se lo tenemos que agradecer. Además, fue determinante el carácter de Fernando porque aquí el que no corra ya sabe que no puede jugar. Los once tenemos que vaciarnos como nadie», afirma.

«El equipo, excepto unos minutos en los que ellos presionaron bien, estuvo seguro y todos subimos el nivel porque era lo que demandaba la situación y no nos quedaba otra. Hay que seguir en esta línea de trabajo, pero ser también conscientes de que no hemos hecho nada y que el domingo tenemos otro partido complicadísimo con el Dépor B», defiende.

Lo que más le gustó «fue la implicación de todos los compañeros. Cuando expulsaron a Santi nos miramos las caras y nos dijimos 'este partido no lo vamos a perder'. Lo mejor fue que no nos paramos a pensar en lo injusta que fuera esa decisión pese a que él nos había dicho que le habían pisado el tobillo».

Además, recalca que «daba gusto ver como Gerardo, Iban, Igor hasta que se lesionó, corrieron hasta que ya no podían más. Al acabar el partido necesitaban respirar porque no fue normal los kilómetros que hicieron». Y desvela que «la gente no quería ni hablar en el vestuario durante los primeros minutos por lo agotada que estaba, pero necesitábamos esa victoria para coger confianza y el equipo lo disfrutó hasta el lunes».