Una nueva hornada de abogados

López Penide alfredo.lopez@lavoz.es

PONTEVEDRA

04 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El Colegio de Abogados de Pontevedra fue escenario ayer de la tradicional jura de nuevos letrados, aunque más bien habría que decir letradas, como ironizó José Chapela González. Y es que de los dieciséis nuevos profesionales que ayer se vistieron la toga de manos de sus padrinos y madrinas, únicamente cuatro eran hombres -Juan Jesús Beamonte Castro, Luis Miguel Rey Lajos, Roberto Cons Lamas y Álvaro Sáez Escudero-. Dejando al margen el género de los protagonistas de la jornada, si algo tenían todos en común eran los nervios. De hecho, hubo quien reconoció que no podía recordar con claridad lo que había dicho en el momento de prestar el juramento de acatamiento de la Constitución y del ordenamiento jurídico español. En otros casos, sus sonrisas y gestos hacia sus familiares eran más que claro de la emotividad que sentían. Y es que, tal y como recordó el decano Eloy Artime Cot, la de ayer es una de las jornadas más importantes en la vida de todo letrado, ya que comienza su vida laboral propiamente dicha en el ejercicio de una profesión a la que han dedicado años de estudio. En su intervención no dejó pasar la ocasión de parafrasear a Luciano Varela, actual magistrado del Tribunal Supremo: «No hay nada tan temible que un abogado que se anuncia que va a ser breve».

Sin embargo, ayer quedó demostrado que, cuando quieren, los letrados pueden hacer realidad lo de «lo bueno si breve, dos veces bueno». Así, el decano cedió la palabra a un «abogado emblemático», el cangués Chapela González. Su alocución, a caballo de la ironía, fue de esas que dejan un poso de reflexión en todo aquel que las escucha. Así, tras comprobar que eran mayoría las mujeres que juraban el cargo, no dudó en señalar que «el hombre es una especie a extinguir». Previno a su audiencia, que abarrotó el salón de actos del Colegio de Abogados, sobre la soledad de su profesión, ya que si la de médico es la más prestigiosa, la de abogado es la peor, señaló al respecto. «Vuestro trabajo va a ser sentenciado por personas, por jueces», manifestó ante la atenta mirada de María del Carmen Vázquez Rodríguez, María Isabel Fole Trigo, Sheila María González Durán o Minerva García Peón.

La lista de nuevas abogadas pontevedresas se completa con Carolina Rivas González, María Diana Boo Torres, Ana Belén Meda Villar, Susana Outeiral Rial, Amalia Goldar Cora, Patricia Touza Piñeiro, Silvana María Garrido Pereira y María Josefa Fernández Fernández. Todas ellas pudieron escuchar los dos recaditos, siembre bajo el barniz de la ironía, que mandó José Chapela González, ex alcalde de Cangas, al Colegio de Abogados y a los jueces. Frente a estos últimos defendió que fuesen elegidos por abogados con más de quince años de ejercicio profesional, mientras que a la institución colegial le pidió que debían reforzar la preparación de los futuros letrados para que no que estos, llegado el momento, compareciesen ante el juez sin ningún tipo de temor.

Fue Francisco Javier Menéndez Estébanez, recién designado presidente de la Audiencia, el que recogió el guante lanzado por José Chapela. Tras matizar que había acudido al acto en representación del aún presidente en funciones del tribunal pontevedrés, Antonio Gutiérrez, el magistrado rebatió el sistema de elección planteado por el abogado. Así, señaló al alcalde Miguel Anxo Fernández Lores y apuntó que el regidor tendría el mismo derecho a pedir que los jueces fuesen designados por la corporación municipal. En este mismo clima distendido, insistió en el que los letrados no deben sentir un temor reverencia a acudir al juzgado, así como subrayó que los jueces están preparados y sometidos a la ley, por lo que «si no hay respeto, tenéis derecho a exigirlo». Tampoco compartió con José Chapela su visión del trabajo que tendrán que desempeñar, toda vez que lo definió como «una profesión muy honrosa y digna». En su intervención no pudo evitar referirse a «los tiempos que corren», a la crisis, donde ha percibido que «la defensa del derecho no va a buen puerto porque sobre codicia y falta ambición», en el sentido más positivo del término.

Tras los discursos y como colofón al acto, el coro del Colegio de Abogados interpretó, acompañado en las últimas cantatas por parte de los asistentes, el Gaudeamus Igitur. Luego vendría un vino español con sus correspondientes pinchos en Las añadas del siglo. Para chuparse los dedos.