Desde un castro de Barro se dominaban los enlaces por tierra y mar en el siglo I

Nino Soto

PONTEVEDRA

En una excavación arqueológica aparecieron dos cabañas y parte del sistema defensivo del poblado

27 ago 2007 . Actualizado a las 02:01 h.

El castro de Sete Fontes, localizado en la cima del monte Güimil (Barro), tenía una función estratégica, puesto que desde la estructura prerrománica se dominaban las vías de comunicación de la comarca, tanto terrestres como marítimas. «Me inclino a creer que el yacimiento era un lugar de control táctico», afirmó el arqueólogo, Roberto Aboal, máximo responsable de unos sondeos valorativos que concluyeron este mismo mes. «Se trataba de un castro grande con una población de unas mil personas», añadió. Es probable que el núcleo poblacional se extendiera a lo largo de aproximadamente unas diez hectáreas.

De hecho, el castro, que también es conocido como A Chan de Monte Güimil, estaba emplazado a los pies de la vía romana XIX, una calzada militar que unía el norte de Portugal con Asturias y que transcurría por la depresión meridiana. El experto destacó la proximidad de este poblado a la desembocadura del Ulla y a las rías de Arousa y Pontevedra. La intervención también sirvió para determinar que el castro se remontaba al denominado cambio de era (siglo I), y para que los expertos completarán un levantamiento planimétrico para aumentar la precisión de los trabajos acometidos en los vestigios.

Durante la excavación, señaló Roberto Aboal, se descubrió parte del sistema defensivo del castro, en este caso, un parapeto de piedra y tierra. Las prospecciones destaparon además dos cabañas, pavimentos y restos de cerámica. «Era una zona con mucha actividad artesanal, era el día a día del lugar», apuntó el arqueólogo, quien agregó que si para el próximo año se cuenta con financiación, se concluiría la actuación que pretende recuperar el valor histórico del castro.

En el marco de una posible segunda intervención, los expertos consolidarían para el próximo año las estructuras excavadas y realizarían trabajos en una zona de mayor extensión. «Es necesario poner en valor este yacimiento», detalló Aboal, del Laboratorio de Patrimonio, Paleoambiente e Paisaxe de la Universidade de Santiago.

En este sentido, Aboal indicó que ante la aparición del material cerámico era evidente que desde el castro se controlaban las vías de comunicación. «Hay mucha presencia de ánforas». Se aprovechó la excavación arqueológica para la identificación de vestigios no inventariados. Además, se llevaron a cabo prospecciones magnéticas, actuación que permitió medir las propiedades del subsuelo. Como anécdota, subrayó Aboal, se identificó «una ladera curiosa en una de las dos cabañas detectadas durante la excavación arqueológica».

Curiosamente, y a pesar de ser un poblado que pertenecía a la Edad de Hierro, el ganado era símbolo de riqueza y prestigio. En Sete Fontes predominaba el ganado vacuno y porcino. «Le daban tanta importancia al ganado que hacían actos de pillaje», manifestó Aboal. «No era de extrañar que habitantes de este castro fueran a lugares vecinos sólo para robar ganado», añadió.