«Dura es la ley, pero es la ley». Aforismo que debemos de tener en cuenta siempre para no disgustarnos en demasía cuando pinten bastos.
Transcurrido algún tiempo desde el inicio de la democracia, comenzamos a percibir con excesiva frecuencia la judicialización de las relaciones políticas entre los partido del arco parlamentario. Se escucha por todas partes, a veces sin criterio, aquello de la presunción de inocencia, cuando mejor sería: «La mujer del César no solamente ha de ser honrada, sino parecerlo». Pero todo ello aplicado no solamente a los políticos, sino también a todo tipo de cargos electos o colaterales con la política o asimilables.
La ley está para ser cumplida, pero por todos. Especialmente aquellos y estos. Los subterfugios para evitar su cumplimiento, habrá que dejarlos a los pillos. Cuando es claro y evidente el incumplimiento de una norma, no valen los recursos de amparo o similar, para protegerse uno de la anomalía cometida.
Confío en que la ejecución de sentencias pendientes en nuestra ciudad, aunque desagradables, se realicen, además de para dar ejemplo, para que algún caradura no se vaya de rositas para casa y además presumiendo de su quehacer social, su estabilidad emocional y su tendencia a la realización, que aseguren su verdadero y definitivo éxito en la vida.
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