No hay recetas maestras, pero sean cuales sean las circunstancias Concha y el resto del equipo multidisciplinar que trabaja en el CIM afrontan cada caso como si fuese el más importante.
-¿No deprime ver que algunas vuelven con el agresor?
-El círculo de la violencia está muy estudiado: fase de acumulación de tensión, explosión violenta y a continuación lo que se llama «luna de miel», cuando el agresor dice que se arrepiente, deja de agredir y parece que cambia. Esa es la peligrosa, porque vuelve a atraer a la mujer al círculo.
-¿Y cuando vuelven a agredirlas, regresan a pedir ayuda?
-Eso nos gustaría, que sepan que aquí estamos siempre, que no les de vergüenza volver ni piensen que ahora ya no les vamos a hacer caso. Nos vamos a volcar exactamente igual.
-¿Hay más agresiones a inmigrantes?
-Es injusto asociar maltrato a mujer inmigrante, porque se comprueba en las estadísticas que no hay perfil; cualquier mujer puede ser maltratada sea cual sea su edad, condición social y origen. Las inmigrantes tienen más dificultades para dar el paso, desconocen las leyes del país, se ven sin familia ni apoyos cercanos y se creen sus amenazas de quitarle los hijos.
-¿Les animan a denunciar?
-La denuncia es una decisión personal, nosotros, denuncien o no ponemos todos los recursos a su alcance, sobre todo para que puedan alejarse del agresor.