El pueblo que calló tras la muerte «no accidental» de un vecino

Marta Vázquez Fernández
M. Vázquez OURENSE/LA VOZ.

OURENSE

Varios testigos aseguran ahora que vieron a un hombre empujar a otro tras una pelea en Cambela, pero ninguno denunció el hecho

23 jun 2010 . Actualizado a las 10:18 h.

Más de seis personas han asegurado a la Guardia Civil que la noche del 13 de junio vieron como José Manuel A. M. empujaba violentamente a Bautista P. R., durante una acalorada discusión que ambos mantuvieron a las puertas del bar Murias, en la localidad de Cambela (O Bolo). Pese a que debido aquel empujón Bautista cayó por un terraplén y sufrió heridas que, horas después, le provocaron la muerte, ninguno de los presentes consideró oportuno en aquel momento contar lo ocurrido.

Todos guardaron silencio tras conocer que el médico que atendió a Bautista después de la caída, ajeno al incidente anterior en el bar, había certificado que la muerte se había debido a causas naturales fortuitas. Y sabían que no había sido así.

Tuvo que ser una llamada anónima a la Guardia Civil, hecha seis días después, cuando el muerto ya estaba enterrado y en el pueblo ya se había dejado de hablar del asunto, la que activó una investigación que, cuando menos, lleva a la reflexión sobre la conducta de las personas ante un suceso de este calado, independientemente de si había buenas o malas relaciones vecinales en la aldea, de poco más de un centenar de habitantes.

Un secreto a voces

Ahora que los agentes de la Guardia Civil, concretamente los investigadores de la policía judicial de A Rúa, han llamado a declarar a los que vieron algo aquella noche, resulta que todos, o casi todos, sabían lo que había pasado en realidad, que la muerte de Bautista no se había debido a un accidente fortuito.

Incluso el detenido, que tiene 28 años y ya había sido arrestado en dos ocasiones anteriores, una de ellas por robo y otra por sabotearle los frenos del coche a otro vecino, ha reconocido ante los agentes que fue él quien propinó el empujón fatal a Bautista. Le dijo a los agentes que lo hizo porque estaba harto de discutir con él -todo apunta a que las relaciones entre ellos no eran las mejores- y que le estaba «tocando los cojones». Aseguró, en su descargo, que nunca tuvo intención de causarle la muerte. Sin embargo, ayer José Manuel pasó su segunda noche en la prisión provincial de Pereiro de Aguiar porque pese a su ocultación de lo ocurrido y el silencio vecinal la muerte de Bautista puede ser un delito de homicidio imprudente que debe ser castigado.

Así lo consideran los investigadores y la autoridad judicial, que nada más saber del incidente, y escuchar la versión del detenido, ordenó la inmediata exhumación del cadáver de Bautista. Con este requisito, que se practicó ayer por la mañana en presencia de la autoridad judicial y de dos forenses de Instituto de Medicina Legal de Galicia en Ourense, se pretende que se realice ahora la autopsia que debió practicarse en su día a la víctima. De sus resultados, que podrían no ser demasiado contundentes por las circunstancias de la caída, dependerá la decisión que tome hoy la magistrada encargada del caso, que volverá a tomar declaración al imputado a partir de las once de la mañana. En todo caso, las declaraciones de los testigos que vieron lo que ocurrió aquella noche sí serán claves.