Los unos y los otros

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

30 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Debía escribir el uno y el otro, el haz y el envés, la cara y la cruz, activa y pasiva, el alfa y omega, el principio y el fin, las luces y las sombras o el día y la noche, para introducir la dialéctica incomprensible del bloqueo, los obstáculos para formar Gobierno en torno al partido que ganó las elecciones, el profundo desprecio por la ciudadanía, la insolencia civil del conmigo o contra mí, que está poniendo en serio peligro nuestra economía doméstica y nuestro posicionamiento internacional.

Somos la tercera o la cuarta economía europea y en el contexto mundial estamos posicionados entre las mayores potencias. Es difícilmente explicable -cómo le cuento yo esto a mis amigos alemanes- la narratividad de lo que aconteció en estos últimos siete meses de interinidad gubernamental.

Una formación unipersonal liderada por alguien que no deja de apelar a su juventud como activo político, como si eso no se curara con la edad, que habla con eslóganes primarios («los viejos partidos») como si lo grave no estuviera en las viejas fórmulas, está obsesionado con exigir que para un sí unánime en la investidura hay que evitar que el candidato sea Rajoy, exigencia que desde el centro derecha resulta tan increíble como descabellada desde un partido que apenas alcanza una treintena de diputados.

Son los unos, y los otros, son los herederos del noble Partido Socialista que obtuvo en junio los peores resultados de su historia centenaria. El líder del partido al que he votado elección tras elección realiza un constante ejercicio de megalomanía apoyado en cuadros socialistas de escaso nivel político. Pedro Sánchez es incapaz de realizar una lectura serena y patriótica del incómodo momento que estamos viviendo. No pueden esperar más las tareas urgentes de la senda del déficit, de los nuevos presupuestos, de la reforma inaplazable de las pensiones, y así hasta una larga relación que apenas cabe en este artículo de urgencia.

La calle tiene claro que ya no hay lugar a una tercera convocatoria electoral, Hoy mismo, en el bar donde habitualmente tomo un café matinal, una suerte de clamor recorría la barra, y el eco era un que se vayan todos, un todos son iguales, un los unos son una réplica de los otros.

Rajoy tiene que ir mas allá de las incomprensiones, negociar el apoyo inmediato de las gentes de Ciudadanos, ofrecerle la nueva cartera de Regeneración Democrática que se ocupe de la reforma electoral y siente las bases de una nueva lectura de la Constitución; tiene que ser igualmente generoso con los nacionalistas vascos, a quienes debe darles la cartera de Industria, genéticamente ligada al PNV, y creo que con los canarios no habrá problema. Así se podrá ejercitar un humilde sumatorio, que hará dudar a los socialistas si una abstención, si alguna abstención o un par de ausencias en el pleno pueden explicarse por patriotismo.

Los unos con los otros suman suficiente. Lo que no quiero contemplar es un debate en forma de bucle sobre el «depende» constitucional, sobre los diez años de corrupción reiterada, sobre el sexo de los ángeles o sobre la ceguera en política. Debe, y pensé que sería incapaz de escribirlo, de ponerlo en público negro sobre blanco, construirse un Gobierno en torno al partido más votado, que mecanismos hay para ejercer desde el Parlamento controles políticos.