La Nécora no estaba tan vacía

JULIO ÁLVAREZ FARIÑAS

OPINIÓN

Aquella madrugada del 12 de junio de 1990 el magistrado Baltasar Garzón y el fiscal Javier Zaragoza, con un despliegue policial sin precedentes, tomaban los puntos estratégicos de Arousa. A media mañana ya habían enjaulado al grueso de los capos gallegos del narcotráfico

11 jun 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Si usted acude a las hemerotecas se encontrará con que en aquellos primeros días los periódicos se referían a ella como operación Mago y/o Pontevedra. Lo de Nécora vino más tarde. Los personajes eran los mismos: los capos históricos del narcotráfico gallego, algún elemento próximo a ellos que pasaba por allí ?tal es el caso del abogado gibraltareño John Ian Azopardi, que pernoctaba en el chalé de Danielito Carballo el día de la redada? y algún personaje de la jet set y de los años gloriosos del estraperlo que, con más o menos fundamento, metió en la red Ricardo Portabales. Vicente Otero Pérez, Terito, un histórico contrabandista arousano, con excelentes relaciones familiares y políticas ?era insignia de oro y brillantes de Alianza Popular? fue testigo privilegiado involuntario y protagonista coyuntural de aquella histórica redada. Ese día madrugó para coger el primer vuelo de Santiago a Madrid y por el camino se cruzó con la caravana de coches policiales que iban a montar el dispositivo planificado para llevar a cabo las detenciones en Arousa. Él pensó que iban a controlar algún conflicto marisquero, pero a mediodía vio el telediario en casa de un familiar, se enteró de qué iba la movida y de que él era uno de los objetivos fallidos. Obviamente no regresó a Cambados hasta que las aguas se calmaron, pero antes compareció ante Garzón y dejó claro de que el no era el Oterito del que le habló Portabales, sino Terito a secas. En aquella ajetreada mañana del 12 de junio, al primero que se detuvo en su casa de A Laxe (Vilagarcía) fue a Laureano Oubiña, el personaje más emblemático de aquella redada ?la mayoría de las carpetillas judiciales relacionadas con el caso se rotularon como «Laureano Oubiña y otros....»?. Lo esposaron en pijama, tras echar abajo la puerta con una maza porque ya tenía el coche en marcha en el garaje. De A Illa se llevaron a Marcial Dorado, que fue de los pocos que volvió a casa de rositas a los pocos días. En Rubiáns cazaron al tratante de ganado José Paz Carballo, la principal musa del arrepentido Portabales. De Vilanova se llevaron a Manolito y a Melchor Charlín Pomares ?el patriarca no cayó hasta meses más tarde?, en As Sinas pillaron a Danielito Carballo y al abogado gibraltareño. Cuando llegaron a Cambados ya había volado el flamante Sito Miñanco, pero no perdieron el viaje. En Corbillón cayeron Padín Gestoso y Narciso, O Parido; en el resto del municipio, algunas otras piezas menores. Paralelamente, en Madrid, el juez Bueren detenía a Carlos Goyanes y a Celso Barreiros, que le dieron la mayor proyección mediática a la operación. Los detenidos fueron concentrados en los calabozos de la antigua Comisaría de Vilagarcía, antigua sede local de la Falange y desde cuya ventana Garzón y Zaragoza contemplaron con satisfacción, pero sin asomarse, los aplausos de las madres de Érguete encabezadas por Carmen Avendaño. La jornada se cerró con un total de 18 detenidos y ni un gramo de droga incautado. Aquella histórica operación se completó con otras dos llevadas a cabo meses más tarde en las que sí se cogieron grandes cantidades de cocaína y hachís. Todo ello dio lugar al macrosumario 13/90, que sentó en el banquillo de la Casa de Campo de Madrid a 48 procesados. De ellos 15 salieron absueltos, pero no tardaron en caer en redadas. La Nécora no estaba tan vacía.