Zafón ilumina en su nueva novela los misterios de su saga narrativa

Luís Pousa Rodríguez
luís pousa BARCELONA / ENVIADO ESPECIAL

CULTURA

«El prisionero del cielo» aterriza en las librerías con un millón de copias

17 nov 2011 . Actualizado a las 13:59 h.

El bullicioso Raval, el legendario barrio chino de Barcelona, es la vida misma. Pura contradicción. Entre las sombras pendencieras y huidizas de sus trileros, carteristas, prostitutas y yonquis se agazapa la capilla de los Ángeles. Allí, a la sombra del ventarrón líquido de noviembre y del asombroso Museo de Arte Contemporáneo, el escritor que se fue a Los Ángeles para poder escribir sobre Barcelona con miles de kilómetros de tierra y mar por medio, el multimillonario en ventas y dólares Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 1964), convoca a la prensa mundial para presentar El prisionero del cielo (Planeta), tercera pieza de esa tetralogía sobre el Cementerio de los Libros Olvidados que inició hace ahora justo un decenio con el fulminante éxito La sombra del viento.

Hoy aterriza en las librerías un millón de ejemplares de esta novela que arranca en la Navidad de 1957 y que Zafón define como «mucho más luminosa» que las dos anteriores.

Añade así la tercera y crucial pieza a un engranaje narrativo que ya encara su desenlace definitivo: «Ahora volvemos al Cementerio de los Libros Olvidados y descubriremos muchas claves sobre su misterio, y luego veremos cómo todos los nudos e hilos de las tres historias van a converger y todas las piezas del rompecabezas empiezan a encajar para llevarnos a un final completamente diferente del que pensamos». El autor promete sorpresas para la cuarta y última entrega de la saga y, aunque no se fija plazos, avanza que el cierre del cuarteto narrativo podría estar liquidado «en dos o tres años». «Ahora la historia ya ha salido del túnel y se precipita hacia su final, así que todo resulta más sencillo y rápido», apostilla Zafón.

Antes de ese desenlace, en esta tercera entrega, regresan personajes bien conocidos por los zafonianos: un Daniel Sempere menos ingenuo y algo más curtido por la vida y un entrañable Fermín Romero que cobra aquí un protagonismo singular.

Insiste Zafón en rechazar rotundo el traslado de su narrativa al cine: «La mejor película sobre El prisionero del cielo es la que ve el lector cuando abre el libro en el teatro de su cerebro». Y, aunque este antiguo guionista se confiesa devoto del arte que pulula por las grandes pantallas, marca distancias con ellas: «No hace falta que todo se convierta en una película, una serie de televisión o un videojuego. Hay libros que hay que dejarlos solo como libros, porque no hay nada que pueda explicar las cosas con la profundidad y la belleza de una buena novela», sentencia.