«Carrero Blanco se indignó y quiso prohibir 'El bosque del lobo'»

Marta Vázquez Fernández
marta vázquez OURENSE / LA VOZ

CULTURA

El cineasta presentó en Allariz la proyección de su filme sobre Romasanta

31 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Cuarenta años después, regresa al lugar de los hechos. El director de cine Pedro Olea (Bilbao, 1938), volvió ayer a Allariz para presentar la proyección de su película El bosque del lobo, basada en la vida de Manuel Blanco Romasanta, dentro de las jornadas que se celebran sobre este personaje al que la leyenda siempre ha relacionado con el mito del hombre lobo.

-¿Qué supone para usted volver a Allariz cuarenta años después?

-Es un honor. Y más aún para participar en unas jornadas sobre Romasanta, el personaje que a mí me colocó profesionalmente y que siempre me ha fascinado. Aunque antes de filmarla yo ya había rodado algunas cosas en Galicia. De hecho mi primer trabajo profesional fue Xantares. Gastronomía gallega, en 1966, con un texto de Álvaro Cunqueiro, que era un gourmet estupendo.

-¿Por qué decidió hacer una película sobre la vida de Romasanta?

-Fue fundamental mi amistad con Juan Antonio Porto, que ha sido el guionista con el que más veces he trabajado. Resulta que él es tataranieto del abogado de Romasanta. Un antecesor suyo hizo un resumen del juicio y se lo regaló a su amigo Carlos Martínez-Barbeito, el autor de la novela El bosque de Ancines, en la que yo me inspiré.

-Y adquirió los derechos...

-Através de Porto le pedimos a Barbeito una opción barata para los derechos. Cuando entramos a comprarla también tenía una opción Juan Antonio Bardem, pero no contestó y la compramos nosotros. Porto y yo hicimos el guion y, cuando ya estábamos listos para rodar, Barbeito nos llamó para decirnos que Bardem sí quería hacer la película y ofrecía 250.000 pesetas. Entonces yo junté a mi familia y les dije que quería hacer ese trabajo, así que reunieron el dinero, pagamos y nunca volví a hablarle a Barbeito. Sé que luego se quejó de que la película no se hubiese llamado como su novela. Es más, yo quería que se llamara Lobishome, pero no pudo ser porque entonces había cosas que la industria del cine no permitía.

-¿Tuvo problemas con la censura durante el rodaje?

-Había que tener cuidado con las escenas de muerte. Nos prohibieron rodar que el protagonista se comiera a las víctimas, así que solo pudimos sugerirlo. Al terminar fue al festival de Valladolid, que entonces se llamaba festival religioso y de valores humanos, y recibimos el premio San Gregorio. Aun así, cuando se iba a estrenar Carrero Blanco, el siniestro vicepresidente de Franco, oyó hablar de ella, pidió verla y se horrorizó. Se indignó tanto que quiso prohibirla.

-¿Y qué pasó?

-Eran los estertores del franquismo y le dijeron que prohibir una película que había tenido un premio en un festival de valores religiosos y humanos podría causar problemas, así que consintió. Luego José Luis López Vázquez ganó un premio en Chicago y las revistas americanas ya me colocaron a mí como un director serio. Yo siempre digo que no hay Óscar que supere a la gozada de haber vencido al propio Carrero Blanco, estrenando una película que quiso prohibir.

-El juicio a Romasanta conmovió mucho a la sociedad isabelina, pero luego se olvidó...

-Claro, aquí se olvida todo enseguida. En la película, que está basada en los textos originales, se presenta como un enfermo de epilepsia que vive en una región subdesarrollada, se cree a sí mismo alobado y mata por compulsión. Habrá que seguir estudiando por qué mataba. Se contaban muchas cosas pero todavía no se sabe lo que ocurrió. Por eso hay mucho que hablar sobre este personaje y por eso yo he venido encantado. Además, vamos a hacer un recorrido por los lugares del rodaje, que se hizo íntegramente en Galicia.