Baroña: «agra aberta»

Ángel Concheiro

CULTURA

14 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Recientemente, en una mesa redonda televisada a la que tuve el honor de asistir, el profesor Calo Lourido, historiador y gran conocedor del yacimiento, definió el estado actual del castro de Baroña con una acertada expresión: una «agra aberta» a la que cualquiera llega y hace lo que le viene en gana. Una frase muy afortunada que refleja la dinámica en la que está situado este yacimiento arqueológico desde hace aproximadamente una década.

La gran cantidad de visitantes que se acercan estos días al castro asisten a un espectáculo chocante: decenas de esculturas improvisadas que inundan los recintos y trepan por las plataformas, distorsionando una de las imágenes más impactantes y hermosas de la arqueología gallega. Pero el fenómeno de las esculturas solo es la punta del iceberg. En los últimos tiempos el castro se ha convertido en circuito de mountain bike, marco para fotos promocionales de grupos folclóricos africanos, lugar de rituales esotéricos y hasta en un templo pagano para una supuesta boda celta. Todo un catálogo del desmadre asociado a la cultura popular contemporánea.

En mi opinión, el regreso de la actividad arqueológica pondrá límite, en parte, a estos fenómenos. Pero lo cierto es que el castro de Baroña es depositario de una mística especial muy potente y siempre será visto como el lugar ideal para actividades y rituales relacionados con el esoterismo, el valor simbólico de la naturaleza y la herencia celta. No es un caso único y recuerda mucho a lo acontecido en el descomunal monumento megalítico inglés de Stonehenge en los años setenta. Teniendo en cuenta esa y otras experiencias, debemos reconocer que hoy en día los yacimientos arqueológicos son escenarios polisémicos integrados en el contexto de la cultura global del siglo XXI. Por lo tanto, no creo que estos fenómenos, siempre y cuando no supongan riesgos para la conservación de los restos, sean negativos en sí mismos.

Lo que ocurre es que a punto de cumplirse el ochenta aniversario de su descubrimiento, amenazan literalmente con comerse los valores históricos y patrimoniales del castro de Baroña, que es el mejor ejemplo que existe en la costa gallega de una aldea fortificada de la Edad del Hierro.