Hessel insta a los jóvenes a que se rebelen y contagien su indignación

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

CULTURA

El autor francés, de 93 años, presenta su espectacular éxito editorial

29 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Stéphane Hessel es el protagonista de un fenómeno editorial y social sin precedentes que lleva por título ¡Indignaos! Desde su aparición en octubre ha vendido 1,7 millones de ejemplares solo en Francia y 120.000 en apenas un mes en España, donde se ha editado en español y catalán por Destino, en gallego por Kalandraka y en vasco por Cenlit. Sus derechos se han vendido a treinta editoriales de todo el mundo.

A sus 93 años, este antiguo héroe de la Resistencia, que fue hecho prisionero por la Gestapo, torturado e internado en tres campos de concentración, entre ellos Buchenwald, y es el único redactor vivo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, se ha hecho famoso con su alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica, un librito que se lee en un cuarto de hora y cuesta 5 euros.

«Mi obra exhorta a los jóvenes a indignarse, dice que todo buen ciudadano debe indignarse actualmente porque el mundo va mal, gobernado por unos poderes financieros que lo acaparan todo», mantiene. Antes, los adversarios eran Hitler y Stalin «y dijimos no»; ahora es «más difícil de encontrar, pero es igual de importante decir no». «Nosotros nos jugábamos la vida, pero los jóvenes se juegan la libertad y los valores más importantes de la humanidad», concluye.

Amable, lúcido, con un hablar pausado, en la rueda de prensa de presentación del opúsculo hizo un llamamiento a los jóvenes a dejar de lado el desánimo y la indiferencia -que es «la peor de las actitudes»-, a comprometerse y rebelarse pacíficamente. A indignarse y a «contagiar su indignación» al mayor número de personas. Optimista, señaló como ejemplo esperanzador el surgimiento de una «juventud no violenta, pero eficaz» en los países árabes y respaldó la intervención en Libia para defender a la población civil, que siente un precedente positivo.

Hessel denunció la «fuerza excesiva de los poderes económicos y financieros, que pone a los Estados bajo su tutela e impide incluso a los más valerosos luchar contra lacras como el paro», y dijo que solo la movilización de los ciudadanos puede presionar a sus dirigentes para que muestren más coraje.