Ken Follett: «Lo importante de un libro es que llegue al corazón»

Tomás García Yebra

CULTURA

El escritor galés publica la primera parte de una trilogía que abarca los principales acontecimientos del siglo XX.

20 oct 2010 . Actualizado a las 21:30 h.

No merecía menos. La puesta en escena de la presentación de la última novela de Ken Follett, La caída de los gigantes (Plaza y Janés), ha sido espectacular. El plató, la antigua estación de las Delicias, hoy convertida en Museo del Ferrocarril. Como si se tratara de una estrella de cine, el escritor galés, de 61 años, apareció rodeado de humo blanco, el que despedía una antigua locomotora Baldwin construida en Bilbao en 1928. La locomotora de vapor, enganchada a un vagón de mercancías y a tres vagones de pasajeros de los años veinte, recorrió 300 metros. El convoy se detuvo y del vagón de mercancías aparecieron decenas de ejemplares de La caída de los gigantes, la primera entrega de una trilogía titulada The Century, proyecto literario que combina la ambientación épica y el drama humano con una ambición de propósitos -tanto históricos como narrativos- que se da en muy pocos escritores de hoy en día.

La primera parte se enmarca en la Primera Guerra Mundial, la Revolución rusa y la lucha por el sufragio femenino. La siguiente -que «de la que solo llevo 200 páginas»- se centra en la ascensión de los fascismos y en la Segunda Guerra Mundial. En ella, según adelantó el escritor, se tocará la guerra civil española, una contienda que «tuvo un gran valor simbólico en todo el mundo; a lo mejor hago una visión de la guerra civil a través de los espías de ambos bandos», preciso. Cerrará la trilogía una historia que abordará la Guerra Fría.

«Lo importante de un libro no es que esté bien escrito sino que llegue a los corazones», dijo un Follett impecablemente trajeado que recurrió a la flema británica en cuanto le dieron pie a ello.

«Señor Follett, ahora que es usted un autor de best seller, ¿le va a cambiar en algo la vida?», preguntaron desde la grada. «Mi vida cambió hace 32 años, cuando escribí mi primer best seller, El ojo de la aguja; antes de publicarlo bebía champán una vez al año, ahora lo bebo todos los días».

La caída de los gigantes -relata «la historia de mis abuelos y también la mía, pues he conocido la segunda mitad del siglo XX»- ha salido simultáneamente en 19 países. Sólo en castellano (España y Latinoamérica) se han vendido 800.000 ejemplares en quince días, según fuentes de la editorial. «Estoy muy agradecido a este país», fueron las primeras palabras que pronunció en el posado previo a la rueda de prensa. Y no es para menos. De Los pilares de la Tierra lleva vendidos en castellano alrededor de cinco millones de copias.

Televisión e internet

Explicó que, tras la exitosa adaptación de la miniserie Los pilares de la Tierra, ya está negociando los derechos televisivos para su nueva novela. «Veo más problemático que cuaje», aseguró.

«Los pilares de la Tierra se desarrolla en un solo lugar, Kingsbridge, mientras que La caída de los gigantes tiene muchos escenarios, lo que implica una producción costosa». El volumen consta de 1.017 páginas. «Una gran historia merece un gran espacio», señaló un autor que reside en el exclusivo barrio de Chelsea (Londres) y que guarda a España en un trocito de su corazón. «Me gusta mucho el vino que se hace aquí».

Preguntado por las nuevas tecnologías, se mostró entusiasmado debido a «su potencia difusora». Reveló que hace poco descubrió la red social Twitter. «Cuento lo que estoy haciendo y en unas semanas he conseguido 600 seguidores». A su juicio, todo lo relacionado con Internet es positivo. «Ya no consulto ninguna enciclopedia, lo busco en Google», aseguró. «Además puedo visitar ciudades y lugares concretos sin tener que viajar; hace poco necesitaba ver un aspecto concreto de San Petesburgo y recurrí a este buscador».

Ken Follett, que lleva vendidos 20 millones de ejemplares de sus novelas en todo el mundo, piensa que internet es el futuro, una herramienta que calificó de «indispensable». «El que quiera darse a conocer, o dar a conocer lo que hace, tendrá que recurrir a estos inventos, le guste o no». Pero segundos después se humaniza y envía un mensaje claro: «Todo libro que no establezca un vínculo sentimental con los lectores será un fracaso».