Cómo era la vida en un castro

Jesús Manuel García

SANTIAGO CIUDAD

La gastronomía, los cultivos y el vestido son algunos de los elementos que estudia Rodríguez Corral

26 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El investigador Javier Rodríguez Corral, de la Universidade de Santiago y miembro del Instituto de Arqueología de Oxford, acerca al público la vida cotidiana de los castros a través de su reciente obra A Galicia castrexa, que acaba de publicar Edicións Lóstrego. En la segunda Edad de Hierro destaca los asentamientos castreños de interior y costeros. Los primeros descienden en altura, más próximos a valles, y el autor dice que los costeros adoptan la planta circular u ovalada.

Señala Corral que el uso de la piedra consta en los siglos IX al VIII antes de Cristo. Disminuyó entonces el espacio de las casas, que pasarían a tener un diámetro de cuatro y cinco metros porque esos habitáculos quedan reducidos a uso doméstico.

Cultivos

Aquellas gentes cultivaban, entre otros productos, maíz, centeno, berzas, habas, guisantes. En invierno utilizaban el trigo y en verano el maíz. Incluso se llegó a usar la ortiga y se consumían avellanas, nueces, moras, arándanos... Para almacenar ese material se disponía de hórreos, silos bajo tierra y cabañas. También echaron mano de amplios recipientes cerámicos. Rodríguez Corral explica en su libro que en Castromao apareció un foso con restos de trigo carbonizado.

Harinas y fermentos

Esos grupos campesinos se alimentaban de harinas con legumbres, verduras, frutas y otros vegetales junto al castro. También fermentaban miel, mosto, cebada. En el castro de Peto, señala el autor que se documentó producción de cerveza de cebada.

Los molinos más antiguos se localizaron en castros costeros. Usaban el circular y el barquiforme. En cuanto a carnes se alimentaban de vacuno e incluso de porcino. Tomaban leche y queso. Tenían cabras, aves y ovejas. Por ejemplo, en Santa Tegra, Corral da un porcentaje de más del 70% de ovejas y cabras y un 38% de vacuno. En la costa la dieta incluía navajas, vieiras, berberechos, percebes, mejillones, merluza, jurel...

La casa

Las casas solo tenían un vano de acceso que permitía dar luz y ventilar. Desde el siglo IV antes de nuestra era, dice Corral que esas viviendas añadieron dependencias anexas. No había cerraduras en las puertas, que llegarían con la romanización. Tendrían, eso sí, postigos. Bajo el suelo se guardaban pequeños tesoros, piensa Rodríguez Corral, para evitar su robo. En el centro de la casa, el fuego daba calor, luz y permitía cocinar y dormir en una atmósfera cálida. «O fume conservaba o teitado perecedoiro, impermeabilizándoo», dice el investigador, eliminaba insectos, reducía malos olores del lugar y conservaba la carne.

Cocer, asar y hornear

Los castreños cocían alimentos, también los asaban, freían y horneaban. Para calentar usaban ollas de base recta para poner sobre las brasas directamente. Otras se colgaban y no tocaban las brasas. Guisaban en recipientes de poca altura y con tapadera. Alguno apareció en el castro de Vigo. Para freír se valían de manteca. Aparecieron sartenes en lugares como Roariz y Torroso, entre otros.

A la mesa

No tenían mesas para comer. Comían y bebían sentados en bancos pegados a las paredes de la cabaña. Sus cubiertos eran las manos. Corral cree que el cuchillo debió de tener muchas funciones. Los vasos eran de madera, aunque se hallaron ejemplares de bronce y cerámica.