Las piscinas con las que Maria Svarbova crea adicción en Instagram

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Maria Svarbova

No son las de ningún influencer ni pertenecen a la mansión de ninguna celebridad. Los mares de baldosas azules que hipnotizan a miles de personas en la red social están en los edificios públicos soviéticos levantados en la desaparecida Checoslovaquia. Su autora, Maria Svarbova, expone estos días en PHotoESPAÑA

23 jun 2021 . Actualizado a las 14:25 h.

Las fotografías de Maria Svarbova (Bratislava, 1988) recuerdan a un paisaje onírico. Una ensoñación de colores pastel y formas geométricas que provoca un refrescante e irremediable placer visual. Todas tienen el mismo ingrediente: amplios polideportivos públicos de la era soviética presididos por una piscina. En el centro de la escena, modelos que parecen inertes, casi autómatas.

La fotógrafa eslovaca -en un autorretrato en la imagen de la derecha- suma 215.000 seguidores en Instagram adictos a sus imágenes. Algunas son ya portada de libros, el suyo propio se titula Swimming Pool y se puede comprar por 27 euros en Amazon. También se venden como láminas, y entre los encargos más importantes que ha recibido la autora, premio International Photography Award del 2016, está el cartel promocional del gigantesco rascacielos Taipen 101 de Taiwán. El proyecto, que comenzó en el 2014, también se pudo ver este verano en PHotoESPAÑA, donde está hasta mañana, domingo. En A Coruña, uno de los edificios más emblemáticos de los Cantones, el de Mango, enfrente del Obelisco, también luce en su fachada un detalle de una de las fotos de las piscinas de Svarbova.

CHAPUZÓN RETRO

Las instantáneas son una mezcla de surrealismo y art nouveau. También una oportunidad para contemplar el arte de la foto fija en todo su esplendor. Estampas minimalistas y despersonalizadas. Composiciones cuidadas al milímetro, geométricas. Superficies limpias y lisas que evocan pureza y donde el individuo figura como un objeto más del decorado. Una «fantástica utopía quebrada», como describe su exposición PHotoESPAÑA. Porque, en los planos de Svarbova, subyace una tensión callada. Sus modelos carentes de emoción pueden ser una metáfora de la docilidad de los individuos en la sociedad. Estamos ante una oda, o crítica, a la soledad moderna. Fragmentos congelados antes de un salto en el trampolín, de un ejercicio previo a entrar en el agua o de un descanso en los vestuarios. Una estética para la que se inspiró en los recuerdos de su infancia en la desaparecida Checoslovaquia soviética. Las nadadoras de Swimming Pool han conquistado a publicaciones como Vogue, Forbes, The Guardian o Leica. Un baño, piscina adentro, para los sentidos.