Esto sí que es comida de la abuela

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MARCOS CREO

NOS VAMOS DE FURANCHOS. Locales como estos solo los hay en Galicia, el vino de la casa y la comida más nuestra nunca faltan en estos sitios. Son un secreto, pero en ellos siempre cuesta encontrar mesa

31 ago 2018 . Actualizado a las 00:11 h.

Estos rincones solo podemos encontrarlos en Galicia. Son casi tan típicos como el pulpo y la empanada, y han pasado a formar parte de nuestra rutina culinaria como uno de los mayores atractivos turísticos. Los furanchos, para quien no lo sepa todavía, son locales situados en la casa del propietario en los que ofrecen vino y comida casera. Si quieres saber dónde hay uno, busca un laurel colgado de la puerta. Empieza la ruta más casera por nuestra gastronomía.

FURANCHO DO FLORO

En el furancho do Floro se pasa de todo menos hambre. Su especialidad son el churrasco y el bacalao a la brasa, aunque el pulpo también es otra de sus especialidades. Para disfrutar la comida, se puede hacer dentro, sintiendo la verdadera esencia del furancho mientras degustas sus platos en unos bancos de madera, o fuera, en su terraza con vistas al puente colgante del río Tambre y a la ría de Noia. Este furancho se levantó hace tres años, cuando Víctor Rodríguez, el dueño del local, decidió que quería montar un restaurante de este tipo. «La casa estaba arruinada y la reconstruí para montar este establecimiento», cuenta el propietario. Y es que desde su creación no ha parado de albergar a los paladares hambrientos que pasan por la zona de Barbanza. «Tenemos hasta excursiones de gente que viene solo para comer aquí», afirma Víctor. No cierran en todo el año y aunque siempre haya gente, agosto es el mes que se lleva la palma. «Estos días de verano son una locura, hay muchísima gente», explica.

«Vengo todas las semanas, aunque suelo venir sobre todo entre semana porque el finde esta abarrotado», dice Alberto Martínez, un cliente habitual del furancho. Si eres de probar sitios nuevos, este no te lo puedes perder. Su comida casera y de calidad te está esperando. «Si vienes hay que probar el bacalao a la brasa, para mí es el mejor plato», declara Alberto. ¡Es imperdible!

martina miser

MUÍÑO DANIEL O FERREIRO

Siguiendo la pista de los mejores furanchos conocemos a Abelina, o Lita Escudeiro, como le gusta que le llamen. Desde hace dos años regenta el Muíño Daniel O Ferreiro, un restaurante que nunca decepciona al visitante. Ella ya lleva muchos años en el mundo de la hostelería, antes tuvo otro restaurante pero decidió aventurarse a llevar este furancho. «Antes este establecimiento era de unos dueños que estuvieron seis años, pero desde hace dos lo regentamos nosotros. Estamos muy contentos», cuenta.

La mayor cualidad del restaurante es comer con unas impresionantes vistas a la naturaleza. El furancho se encuentra al lado de la ruta de los molinos y la ruta del agua, dos zonas de paseo muy concurridas para hacer senderismo. «A este sitio lo hace especial el hecho de que hay muchos molinos y está al lado del río. Además, es que la aldea es preciosa», afirma Abelina.

La especialidad del lugar son los huevos con pan de maíz y el chorizo Inferno, una delicia que no se puede dejar de probar si pasamos por Meaño. «Yo saqué las recetas que usaba mi madre Regina, la nuestra es comida totalmente casera», explica.

Llegar hasta allí es fácil. «La dirección está metida en Internet y en páginas gallegas, no resulta complicado venir», sostiene la dueña dando la primera pista. En invierno se llena sobre todo los fines de semana, pero en agosto podemos verlo a tope de gente todos los días. «Abrimos de 12 a 12, damos muchas comidas y cenas», detalla.

La apertura del local depende del tiempo. Abelina aparece cuando llega la primavera, y cuando se instala el otoño, en octubre o noviembre, vuelve a cerrar por unos meses. Así que ya sabes, hay que darse prisa, que el verano se acaba.

MARTINA MISER

NI LOUREIRO NI FURANCHO

Salomónica decisión la que adoptaron las hermanas Bemposta a la hora de bautizar su negocio. No optaron ni por la denominación habitual en O Salnés, loureiro, ni por la del Morrazo, furancho, sino por la fusión de ambas. Así nació O Lourancho, uno de los decanos del gremio. Porque fue en el 2004, cuando Manuel Bemposta y su esposa, Benilde, decidieron habilitar el bajo de su vivienda familiar para dar salida al vino de la casa. «A xente ao principio viña só polo viño, o albariño principalmente. Despois miña nai empezou a ofrecerlles tortilla ou chourizos», recuerdan sus hijas, Maribel y Geni, ahora al frente del negocio.

Se utilizaba entonces para tal menester el comedor y la propia cocina de la casa. Hoy O Lourancho cuenta con tres comedores interiores y una soberbia terraza bajo la no menos soberbia parra, el rincón preferido por los comensales.

También la cocina se ha ampliado. Pero no así la carta. «Seguimos ofrecendo exactamente o mesmo que cando abrimos: tortilla, luras, zorza, raxo, pementos de Padrón e ovos con patacas fritas e chourizo. Non hai máis».

A no ser por encargo. Siendo así también preparan cordero, gallo de corral, churrasco o bacalao. Siempre siguiendo los sagrados postulados de la cocina tradicional que fundamentó Benilde y que han convertido a O Lourancho en uno de los más populares y concurridos loureiros del Salnés.

Además de la esencia de su oferta gastronómica y de su apreciado vino de cosecha propia, también respeta escrupulosamente O Lourancho un período de cierre entre el 15 de septiembre y el 15 de noviembre. El resto del año abre jueves y viernes a partir de las ocho de la tarde y sábados y domingos desde el mediodía.

MARTINA MISER

LA HERENCIA DE SISO

Corrían los años dorados del tinto de Barrantes, demandado en las tabernas de toda Galicia. Siso aprovechó unas fincas al lado de la casa familiar para plantar unos viñedos. Primero solo tinto. Después también albariño. «Aquel viño vendíase todo na casa», recuerda José Manuel González, hijo de Siso. Un vino de lo más valorado y reconocido como atestiguan los numerosos diplomas de premios conseguidos en la festa do Tinto de Barrantes que hoy decoran las paredes del loureiro. «A xente viña probar o viño e traía sardiñas, churrasco ou chourizos que eles mesmos preparaban aquí», relata José Manuel, señalando la lareira de piedra que aún conserva el local. Y cuando el vino de casa se acababa el loureiro se cerraba, como imponía el mandamiento popular.

Así fue hasta el 2014, «cando fixemos a reconversión». La reconversión en cuestión fue una ampliación que convirtió en comedor el cortello de los animales y en cocina parte de la antigua bodega. Desde ella, Pilar Somoza imparte doctorado culinario popular. «Todo o que se pode, feito con produtos de aquí», apunta Daniel González, Fol, la tercera generación ya al frente del negocio familar. Sobresalen las tortillas y los calamares. Pero no le desmerecen las carnes, desde la ternera estofada a la croca. Mención especial merecen las croquetas y las empanadillas que a sus 80 años sigue elaborando cada mañana la abuela María, la mujer de Siso, el fundador de la inicial bodega. Una bodega que sigue abasteciendo el negocio. «Todo o viño que servimos, tanto o tinto como o albariño, é noso». Orgullo de estirpe de bodegueros.