Anne Igartiburu: «Soy una mujer sencilla y no me complico la vida»

Ana Montes

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CEDIDA

Dice que los granadinos, como su marido, son los gallegos del sur, un carácter que le resulta familiar porque su abuelo era de la Costa da Morte. Con su «Corazón» en forma y celebrando 20 años, la presentadora ve su vida llena de proyectos. «Y si no, los crearé yo», dice rotunda.

08 jul 2017 . Actualizado a las 05:15 h.

Anne Igartiburu (Elorrio, Vizcaya, 1969) lleva 20 años al frente de Corazón, el programa con más audiencia de RTVE, que ya ha cumplido su 20.º aniversario. Ella desmiente que su elegancia sea la causa de su éxito, aunque haya aportado una cierta pátina a la marca de la casa que hoy la mantiene aún llena de ilusión. Aunque la hemos visto en galas, campanadas, Eurovisión o en ¡Mira quién baila!, la presentadora, mamá de tres niños, guarda las distancias con la excesiva exposición en la pantalla y de su vida privada, habiendo encontrado ayuda en el desarrollo personal.

  

-¿Qué ha pasado en tu vida en estos últimos 20 años?

-Ha pasado lo más importante de mi vida. Empecé el día 7 de diciembre del 1997 en el estudio 7 con 27 años. Siempre piensas que no has hecho nada porque siempre estás haciendo lo mismo, pero por otro lado te das cuenta de qué importante es llegar, mantenerse, no dejar de tener ilusión. He aprendido mucho y he crecido profesionalmente. He ganado confianza y fidelidad por parte de la audiencia. Y además, he conseguido una familia y mantener a mis amigos, algo muy importante.

-¿Te ha resultado difícil mantener el corazón en forma?

-Se ha ido manteniendo él solo. No ha sido del todo difícil, porque yo estoy muy alerta y muy presente siempre. Es importante no bajar la guardia y no dar cosas por hecho, ser agradecido con lo que nos llega, saber que no estás solo en el mundo y que cuando hablas de los demás, estás hablando de ti, y que cuando hablas con los demás, estás hablando contigo mismo. Estas que parecen frases de cinco duros, si las llevas a la práctica, surten su efecto.

-¿Cuál es tu remedio para arreglar un corazón roto?

-Yo he trabajado en temas de crecimiento personal y puedo ponerte el ejemplo de un folio que lo machacas, lo tiras a la papelera y luego lo vuelves a sacar porque quieres volver a leerlo así que, lo estiras. Pero ya la hoja no estará igual. Arreglarlo del todo no va a ser fácil, pero sí puedes alisarlo con la mano e intentar rescatar aquello que merece la pena. Pero una herida o una cicatriz no tiene por qué ser mala porque te recuerda que tú has pasado por ahí, como la cicatriz de una cesárea, y que lo has superado. Así que también tiene sus cosas buenas.

-¿Te ha ayudado el crecimiento personal a sobrellevar mejor tu profesión?

-Hace cinco años empecé a formarme en crecimiento personal, porque me gusta mucho esto, las personas, las emociones, pero he visto que en la profesión también ayuda, y si lo aprendes, sobrevives. Estamos en un escaparate en el que cuesta mantener los pies en la tierra y mantener tu esencia es todo un logro porque estamos muy expuestos, pero somos animales sociales y tenemos una vulnerabilidad que al final te hace muy poroso a lo que sucede alrededor. Y marca. Entonces no es que tengas que ponerte una coraza, sino llevarlo de manera porosa, relativizando.

-¿Es cierto que la tele quema?

-El peligro de la exposición es relativo. Dicen que hay que estar y luego ponerte en un segundo plano. Yo he estado un tiempo a todo: Mira quién baila, las galas, Eurovisión, las campanadas, galas benéficas, todo, todo. Luego me coloqué más en segundo plano. Y ahora no voy a muchos saraos benéficos, sociales y fiestas, pero creo que se puede conseguir ese equilibrio. Aunque si dejas de salir en la tele, no es agradable porque se supone que dejas de existir. La tele es así de cruel.

-¿Qué momento del programa ha calado más en la audiencia?

-Ha habido acontecimientos sociales como las bodas reales y nacimientos concretos que se ve que hay picos de audiencia importantes. Pero el programa va creciendo y es el más visto de la cadena y el que deja una bandeja de espectadores importante para el informativo, que al final es lo que sirve de baremo para comparar entre cadenas.

-¿Con qué personajes del papel couché sientes mayor flechazo?

-Los que más me llaman quizás no son los más activos, pero si me gustan las frases que a veces dice Manuel Díaz, el Cordobés, aunque se crea que los toreros son más sencillos y más parcos en hablar. Me resulta muy interesante su discurso sobre la paternidad que ha vivido. Pero también me sorprende cuando tengo que entrevistar a gente como Angelina Jolie. Y sobre todo me llenan mucho los músicos y la música que tiene algo que contar, porque soy muy melómana, pero no son los más habituales en Corazón. Yo intento dar a todos la misma importancia, porque todos somos importantes.

-Isabel Preysler ha sido la madrina de la fiesta por el 20 aniversario. ¿Debía ser ella y no otra?

-Es que ella es una de las representantes de la crónica social en España. Tenemos la suerte de que es amiga del programa, que siempre nos ha abierto la línea telefónica y su casa y hemos aprovechado para invitarla. Y ha aceptado, lo cual es de agradecer.

-¿Por qué nos gusta tanto conocer la vida y obras de otras personas?

-Porque nos sentimos parte de un engranaje y nos gusta vernos reflejados en los demás.

 -¿Has sentido la presión de ser la marca de la casa?

-Me dicen que soy marca, pero no sé si es bueno o no. Son 20 años, más de 6.000 programas en Corazón y más cosas. Y aunque he estado mucho tiempo huyendo de esa idea, me he dado cuenta de que por qué no y que, aunque no haya creado escuela, sí le he dado una pátina de marca, como dices tú, y no tiene nada de malo disfrutarlo.

-Siempre has cuidado mucho tu intimidad ¿Has recibido de los famosos algún truco especial para escapar de la prensa o alguna otra estrategia del mundo vip?

-Más que escapar hay que aprender a convivir con una prensa que está en auge, porque la vida privada de las personas que estamos en un escaparate interesa o vende, pero hay que saber llevarlo. Escapar quizás no es la mejor solución porque aquí todo el mundo es muy listo (risas), pero sí hay que poner el listón hasta donde estás dispuesto a ceder. Yo soy especialmente cuidadosa con mis hijos, igual que cuido a los hijos de las personas conocidas. Pero el resto es aflojar y apretar, saber con quién hablas, entender el trabajo del otro y contar de tu vida solo lo que quieras.

-¿Hay en tu agenda personal más famosos que no famosos o están todos integrados en tu vida?

-No hay más famosos porque yo estoy más en el plató que entrevistando, aunque sí existe un respeto y un cariño hacia ellos, porque siempre intento entender su trabajo y sus decisiones personales. Pero no llegan a entrar en mi agenda como para tener una amistad.

-Las galas son también tu fuerte. Si tú no estás, algo falta.

-Eso me dicen, pero todos somos imprescindibles en esto y en todo. Pero todos los logros los hemos conseguido pasito a pasito. Yo solo me pongo delante de la cámara e intento que lo que cuento sea tan apetecible como el plato que el camarero le pone al comensal delante para que disfrute.

-Tienes el Premio Ondas, la Antena de Oro. Has conseguido mucho. ¿Te sientes mayor cuando miras hacia atrás?

-Me lo dices en un momento que con 48 palos…. [risas]. Mayor no, porque además el tiempo me permite mantener la ilusión diaria, y con motivo de los 20 años de Corazón he podido hacer entrevistas superbonitas que he disfrutado a tope. Así que voy a soñar con que voy a tener proyectos profesionales. Y si no, los crearé yo.

-¿De qué están hechos tus sueños?

-De suspiros, anhelos, de notas musicales, abrazos, sonrisas, tequieros, de ‘tú vales’. De cosas chulas, claro que sí.

-¿Eres de expresar tus sentimientos?

-Depende. Soy una mujer sencilla y no me complico la vida contando penas o alegrías. Yo voy al día a día, a solucionar problemas, tirar para adelante. Pero la emoción y los afectos son la clave de los seres humanos. En los tiempos que corren, si fuéramos más honestos con el que tenemos al lado, arreglaríamos mucho.

-¿Brillan todos los caminos que conducen a tu vida?

-Los que conducen desde mi vida intento que brillen. Los que conducen a mi vida, los intento iluminar. Pero vivo un buen momento, sobre todo personal. Y lo digo con la boca pequeña para que no se estropee nada, porque he ido a pequeños pasitos corrigiendo como con una brújula para estar serenos, tener amigos buenos y la estantería llena de libros y discos chulos.

-De joven tuviste una banda y ahora un marido director de orquesta. ¿Usáis la música en la educación de los niños?

-Por supuesto. A todos nos han cantado nanas de pequeños, a todos nos han bendecido con una banda sonora en una verbena, canciones en el cole, la flauta. Siempre ha habido melodías en nuestras vidas, y el ser humano ha cantado desde que tiene conciencia de su voz y se ha comunicado con la música para transmitir emociones. Esto vibra y llega al otro lado. Por eso la música es tan importante. Pero el arte en general.

-¿Te gustaría retomar tu carrera de actriz?

-No me importaría, pero las pocas cosas que he hecho han sido en euskera, tanto teatro como películas y series. Aunque me ha ido bien, hoy no lo sé. Si tuviera tiempo no me importaría, pero compaginarlo todo sería demasiado.

-Es que ahora tienes familia numerosa. ¿Mamá a los 47 fue una decisión que llevabas tiempo pensando o surgió?

-Fue una decisión en pareja. He sido antes madre soltera, una experiencia muy bonita que enseguida compartí con mi pareja. Pero mi niño ha sido un regalo para toda la familia.

-¿Qué mensaje te dio la vida cuando adoptaste a tu hija mayor en el 2004, a la mediana en el 2013 y cuál cuando nació el pequeño?

-Los hijos son maestros en tu vida y llegan en un momento distinto. La mayor llegó con unos añitos y en plena vorágine profesional. Ella me enseñó la fortaleza. La mediana me pilló más consciente y con más ganas, además llegó de bebé, y me enseñó más sobre la quietud. Pero ambas son muy distintas. Yo siempre digo que tienen un ADN geográfico que se nota en el carácter. Y Nicolás, con solo un añito, es muy chiquitito y eso nos hace compartir cosas en pareja.

-¿Quién conoce mejor tus iras?

-Yo intento que mi ira no salte reconociendo e identificando esa luz roja que te avisa que estás fuera de ti, qué te está pasando y por qué. Así que sucede pocas veces. En el trabajo, poco o nada, pero sí alguna vez con mi pareja, familiares, hermanos o hijos.

-¿Se da también entre tu marido, de Granada, y tú, vasca, ese choque norte-sur con todos los tópicos de rigor?

-Andalucía es muy extensa pero el carácter granadino, reservado y prudente, que me encanta, no es como el de otros andaluces, como los sevillanos. Los granadinos son los gallegos del sur porque mi abuelo era de Verdes, Malpica, Costa da Morte, con su idiosincrasia particular, como los vascos. Pero aunque el carácter de Pablo no es como el estereotipo de Ocho apellidos vascos, hay cosas entre nosotros que son casi de pegatina, de etiqueta y de hacer una caricatura.

-¿Tienes alguna palabra prohibida en tu vida?

-Intento evitar el juicio. Me limita mucho si juzgo. Y si juzgo es porque tengo miedo. Por eso intento quitar el juicio y el miedo porque nos limitan, empezando por mí misma.

-Esto forma parte de la filosofía oriental. ¿Tú practicas yoga para cuidarte?

-Yo practico el Nidra Yoga, el yoga mental, que me gusta mucho porque soy sota, caballo y rey. Siempre mirando el reloj, controlando el tiempo. Y de repente parar hora y media, mirar en el espejo cada asana y respirar para estar contigo misma, me ayuda. Me ha costado, pero luego engancha.

-¿Eres supersticiosa? ¿Tienes un color favorito?

-No especialmente. Me gusta el rojo y el azul añil porque creo que me favorecen, pero poco más. Sí me santiguo antes de empezar el programa, me santiguo antes de empezar un viaje largo, antes de despegar, antes de comer, pero no es una superstición, sino que lo hago porque soy religiosa.