Nosotras sí que hacemos buena pareja

Tania Taboada, Cándida Andaluz, Cláudia Morán

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PACO RODRÍGUEZ

VIVEN BAJO EL MISMO TECHO Se reparten la limpieza, ven la tele juntas y se soportan, que no es poco. Pero, por encima de todo, comparten las alegrías y las penas, la salud y la enfermedad, todos los días de su vida... Y sin pasar por el altar. Estas sí que son parejas, y lo demás son tonterías.

10 jul 2017 . Actualizado a las 13:29 h.

Juntas nacieron, juntas se criaron y juntas permanecen a día de hoy. A Bea y a Sandra Carregal Castelo no hay quien las separe. Llevan 31 años compartiéndolo todo y viviendo juntas momentos y circunstancias de todo tipo. Estas dos gemelas nacieron en Dombodán, una pequeña parroquia del municipio coruñés de Arzúa. Fue aquí, en la casa materna, donde se criaron durante su infancia y adolescencia. Estuvieron siempre una al lado de la otra y juntas vivieron todo tipo de circunstancias. Desde la ilusión de levantarse juntas el día de Reyes, su caminata diaria, hasta discrepancias por quien fregaba, tendía la ropa o pasaba la aspiradora. Además, estudiaron en el mismo colegio e instituto. A pesar de que una eligió la rama de humanidades y la otra de mixtas, cuando llegaban a casa compartían espacio para hacer los deberes. Y es que estas dos hermanas siempre destacaron por su responsabilidad y constancia a la hora de coger los libros. Ambas se apoyaban en los tensos momentos de exámenes y si una salía disgustada tras una prueba, la otra lo pasaba mal y le daba ánimos.

PACO RODRÍGUEZ

INDEPENDENCIA ANTE TODO

Treinta y un años después siguen compartiendo casa en la capital gallega, ciudad en la que trabajan. ¿Te imaginas vivir sin Sandra? «Sí, me lo imagino, porque al final cada una tiene su vida. A pesar de que vivimos juntas, pasamos horas separadas. Coincidimos en casa a la noche por los horarios laborales que tenemos. Muchas veces, al salir de trabajar cada una se va con sus amigas o compañeras a tomar algo y ya no nos vemos hasta el día siguiente», indica Bea. A los 18 años, fijaron residencia en Santiago para iniciar sus carreras. Si la primera optó por hacer Derecho, la segunda escogió Ciencias Políticas. La facultad era el único sitio donde se distanciaban. «La convivencia es buena, aunque tenemos una personalidad muy diferente. Coincidimos en el carácter fuerte y en el genio. Cuando lo sacamos al mismo tiempo es un momento complicado y de tensión, pero se nos pasa pronto y ya todo vuelve a la normalidad», indica Bea. En cuanto a las tareas domésticas, tienen establecidos unos horarios para que la casa siempre esté en orden. Cada una aporta su granito de arena. «Si una friega los baños, la otra pasa la aspiradora. Y el día que una dispone de más tiempo, hace la limpieza general y la otra ya la hace el día que tenga libre» , explica Bea. Dos hermanas, gemelas, que llevan toda una vida juntas y que, a pesar de su independencia, siempre estarán unidas.

Santi M. Amil

LOLA Y RAQUEL, ABUELA Y NIETA

Son Raquel Blanco Osorio y Lola Ruiz Contreras, nieta y abuela. Desde que se inició el curso en la universidad, viven juntas. Raquel vive en la actualidad con su familia en Vigo, y la elección de Turismo como carrera la devolvió a Ourense. Ahora durante toda la semana comparte casa con su abuela. «Para mí es normal, como ya venía a visitarla de vez en cuando...», dice Raquel. Es afortunada, afirma: «Siempre se dice que la comida de la abuela es la mejor, y aquí es verdad». Es quizás el hecho de tener la comida y la cena preparada cuando llega a casa uno de los mayores lujos que se puede permitir. Sin embargo agradece que su abuela la deje libre: «Llego a casa y es como vivir en familia, con mis padres y hermano, pero con mi abuela». Raquel Blanco explica que al saber que había Turismo en Ourense, la primera opción fue la de irse a vivir con ella. «Al principio sí que quería tener mi piso y pensé: ‘Bueno, por un año’. Pero ahora creo que me quedaré hasta que termine. Además, todos los fines de semana que puedo me voy a casa», puntualiza.

La nieta acude a la universidad y cuando llega a casa estudia, pero comparten ratos. No solo el de la comida. «Nos encanta ver First Dates juntas. Tengo clase por la tarde y por la mañana estudio, pero ese rato estamos juntas y comentamos lo que pasa. Hay días en los que no podemos estar las dos, y luego mi abuela me llama y lo comentamos. Siempre que me hablan del programa les digo que lo veo con mi abuela», ríe.

Y Lola afirma estar encantada: «Así estoy algo acompañada de lunes a jueves básicamente». Afirma que no le ha cambiado la vida, que la presencia de su nieta no le ha atado a la casa. «Ella a veces es como si no estuviera. Llega a casa a estudiar y luego estamos un rato juntas charlando, hablamos de lo que hemos hecho durante todo el día. No somos muy charlatanas, y casi es mejor». Tener la misma forma de ser y que les guste estar en casa de la misma manera es la mejor receta. «Nos entendemos muy bien», dice Lola. Y damos fe de ello.

xoan a. soler

LAURA Y ARI, COMPAÑERAS DE TRABAJO

Hay quien cree que no es bueno mezclar el trabajo y la vida personal. Pero, a sus 25 años, Laura y Ari, compañeras de trabajo y de piso desde hace un año, han comprobado que eso no siempre es cierto. «Coñecémonos no duro mundo da hostalería e aos dous meses fomos vivir xuntas, o tempo que nos levou facer todos os trámites burocráticos. A verdade é que o traballo lévase mellor con compañeiras así», cuenta la primera, natural de la zona de Louro, Muros y Lira ?como ella dice, es «un híbrido» de los tres lugares?, quien ya vivía en Santiago desde hace unos años.

Para Ari, valenciana, era su primer aterrizaje a largo plazo en la ciudad compostelana. «Había venido hace años en un viaje con amigos y me enamoré», afirma, por lo que quedarse se convirtió para ella en «una necesidad» y hasta dejó un trabajo fijo en Valencia. Cuando llegó se fue a vivir por su cuenta. De hecho, hasta que conoció a su compañera nunca había compartido hogar con nadie que no fuera su familia. «No me fiaba de quién pudiese convivir conmigo», cuenta, pero cuando Laura entró a trabajar con ella su perspectiva cambió. «Tenemos una empatía muy grande y además ella también la tuvo con mis dos perros, que es algo muy importante para convivir».

Lejos de estar cansadas de verse, las dos afirman que se complementan totalmente y que no tienen rencillas de convivencia. «Fáltanos adestrar os cans para que nos fagan cousas na casa, pero nada máis» (ríen). Y es que para ellas en la experiencia de vivir juntas todo son ventajas. «Compartímolo todo, desafogámonos despois do traballo, desconectamos, paseamos os cans... E cando temos turnos laborais distintos intentamos ir para casa xuntas ou tomamos algo por aí», señala Laura.

Su punto fuerte no es solamente su gran conexión, sino que ambas se encuentran viviendo un momento vital muy similar y muy importante. «Las dos estamos solteras, queremos crecer profesionalmente y nos ayudamos mutuamente en ese crecimiento. Se puede decir que Laura es una parte de mí», dice Ari, y la aludida asiente. Y dejan poco lugar a dudas, porque en varios momentos de la conversación se terminan las frases la una a la otra.