Covfefe

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

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03 jul 2017 . Actualizado a las 05:30 h.

Pocos días después de que Donald Trump se convirtiera en presidente de Estados Unidos alguien propuso bloquear su cuenta de Twitter. Fue una de las primeras pruebas de que el despacho oval estaba ocupado por un mocoso malcriado, impetuoso e irreflexivo que tecleaba ocurrencias de madrugada. No prosperó la que podría haber sido la primera incapacidad digital de la historia de Twitter, pero desde entonces el mundo tiembla cada vez que Trump aparece en el timeline de esta red social. Casi cada día, el comandante en jefe de EE.UU. pisotea charcos diplomáticos y sofistica esa ordinariez política y personal que ya es marca de la casa. El Gobierno de Estados Unidos, los asesores del presidente han perdido el control de lo que un alocado hace desde su teléfono, aunque lo que haga tenga el valor de una comunicación oficial. La Casa Blanca lleva un registro exhaustivo de todos los tuits que publica el presidente (incluidos los que corrige o borra más tarde), tal y como en abril exigió Archivos Nacionales y Administración de Documentos, pero hay quien sigue reclamando una especie de censura previa que libre al país de la incontinencia de Trump.

El miércoles ocurrió algo. No se trataba de una de las estupideces habituales. No era un mensaje imprudente. O cabreante. O impropio de una persona en sus cabales. Trump escribió: «Despite the constant negative press covfefe» (‘A pesar de la insistente prensa negativa covfefe’). Covfefe... ¿Covfefe? ¡Covfefe! ¿Qué escribió el presidente de Estados Unidos a medianoche? COV-FE-FE ¿Quizás un mensaje encriptado? ¿Una palabra en clave? ¿Una señal para que algo se pusiera en marcha, como la entrevista de Felipe González antes del comité federal del PSOE? ¿Un mensaje de amor? ¿Una amenaza? ¿Una confusión? ¿Una jugarreta del teclado predictivo? ¿O tal vez un problema de visión nocturna doble? El extraño mensaje del presidente de Estados Unidos ya es uno de los más leídos de la historia y covfefe un concepto alumbrado en una noche confusa que es en realidad un resumen perfecto de su mandato. Trump es un presidente covfefe, un político sin sentido, una desafortunada invención de unos tiempos revueltos. Y covfefe es ese impulso irrefrenable y finalmente inapropiado que nos lleva a escribir mensajes cuando nuestra voluntad y nuestro autocontrol están diezmados por algún motivo casi siempre relacionado con procesos químicos provocados por sustancias introducidas en nuestro cuerpo desde el exterior.

IMPULSIVIDAD

¿Cuántos covfefe acumulamos cada uno de nosotros en nuestra vida digital? ¿Cuántas veces hemos sido víctimas de covfefes ajenos? ¿Cuánto de covfefe habita en nosotros?

El control de la impulsividad va a ser uno de los grandes desafíos del futuro digital. Establecer una especie de control+z que garantice que podemos darle la vuelta a una mala decisión tomada en un mal momento. Cuando escribíamos cartas, esas cartas, el momento de soltar el sobre en la profundidad misteriosa de un buzón llevaba siempre asociado un respingo; perdíamos el control sobre nuestras palabras que ya pasaban a ser de otros. Ese proceso es ahora constante. Vivimos con el dedo pegado a un WhatsApp y habita en nosotros una compulsión enfermiza por alimentarlo. Así que cada vez vamos a necesitar más que se nos pregunte si estamos seguros de lo que hacemos, o desarrollar sistemas de autocontrol para que un covfefe no nos arruine la vida o la reputación, que en estos momentos es casi lo mismo.