Helena Rohner: «En Madrid vendo joyas de color rojo, y en Barcelona, azules»

Virginia Madrid

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CEDIDA

Es una de las diseñadoras de joyas más reconocidas. Galardonada con la Medalla al Mérito de las Bellas Artes, el universo creativo de esta canaria es de una belleza exquisita. Sus piezas son delicadas y vanguardistas y destacan por su sencillez, colorido y fuerza. Helena nos cuenta cómo llevarlas.

10 jun 2017 . Actualizado a las 05:10 h.

«Para el próximo otoño-invierno he apostado por colores intensos como el rosa, el amarillo y el turquesa. ¿Una curiosidad? Hemos vendido bastantes anillos de hombres para mujeres. Esto se debe a que la tendencia unisex está muy presente ahora mismo», asegura la diseñadora. Hija de padre suizo y madre española, esta canaria de acento dulce y voz serena nos atiende durante una desapacible mañana de primavera en Madrid para charlar, cómo no, de joyas. Helena nos desvela cómo las diseña, en qué se inspira y nos da las claves para lucirlas con estilo y elegancia.

-Vayamos a tus inicios. ¿Cómo decides hacerte diseñadora de joyas?

-Pues, un poco por casualidad. Estudié Ciencias Políticas en Londres, pero en casa siempre ha habido una gran faceta artística y creo que es en realidad lo que más me influyó. Mi padre era un hombre de negocios, pero le gustaba hacer marionetas. A mi madre le encanta tejer y crear tintes naturales, y mi hermano hacía cómics. Y yo era la más negada para todo lo artístico.

-¿Cuáles fueron los primeros pasos que diste en el mundo del diseño?

-Mi primer contacto con el mundo de la joyería fue en Florencia, antes de empezar la universidad. Me apunté a un curso de joyería durante un año sabático. Jugué un poco a diseñar y descubrí que no se me daba del todo mal. Pero debido a que ya me habían aceptado en la universidad en Londres, mi padre me aconsejó hacer la carrera primero y después ya veríamos. Cuando terminé me quedé en Londres, realicé las prácticas con algunos joyeros y hasta hoy.

-¿Cómo diseñas tus joyas?

-Me gusta crear piezas cómodas que te las puedas dejar todo el día. Joyas que se vuelvan parte de ti. El diseño pausado es nuestra seña de identidad. Creamos alrededor de ciento veinte piezas por temporada y siempre son joyas exclusivas y únicas que se realizan a mano.

-¿Y en qué te inspiras?

-Proyectamos lo que nos gustaría ver y tener. Antes pensaba: «Me gustaría tener un anillo de este estilo», y lo diseñaba. Sin embargo, reconozco que con los años de oficio, mi forma de crear ha cambiado. Al principio, buscaba inspiración en objetos y formas que me atraían, que me llamaban la atención. Y ahora, busco espacios de silencio para que surjan mis creaciones.

-Trabajas mucho también la porcelana. ¿Por qué?

-La he utilizado mucho y me sigue encantando. La textura de colores, esa sensación de líquido que transmite. Me fascina.

-Y el color está también muy presente en tus colecciones.

-¡Claro! Porque el color está conectado con la luz con la que vivimos o llevamos en la mirada. Me encanta el verde agua, y es por el mar de mis islas Canarias, es el color que veo al bucear. En Madrid vendemos más colores cálidos, los rojos, rosas, incluso el amarillo. En Barcelona, donde la luz es más tamizada por la humedad, vendemos los azules, verdes, grises. En Estados Unidos les encanta el azul con el rojo, a los japoneses los violetas, a los británicos el negro y el azulón, y a los escandinavos los colores más sobrios como beige y gris.

-¿Cómo es la mujer para la que diseñas tus joyas?

-En realidad, diseño para mí misma. Pienso en una mujer como yo: independiente, que concilie su vida familiar con la profesional, y a la que le apetezca lucir una joya práctica, bonita, sutil, personal, que la defina y que forme parte de ella.

-Pero seguro que descubres mujeres que jamás imaginaste que llevarían tus creaciones, ¿o no?

-Pues sí, y me encanta. Me sorprende a quién puedes llegar a gustar. A veces, llega a la tienda una mujer de ochenta años o una joven moderna y compran un collar que habías pensado para una mujer de entre 30 y 45 años. Y ambas lo lucen con estilo y les sienta fenomenal.

-También diseñas para hombres.

-Sí. Me he dado cuenta de que ellos buscan joyas sutiles para usar todos los días, y cuando ven una que les enamora son mucho más fetichistas que las mujeres, porque no se las quitan y las hacen parte de ellos.

-¿Influye la forma de la cara, la mano y el cuello a la hora de diseñar?

-Algo influye, porque no a todos nos quedan igual las joyas. Ahí está el reto de crear joyas globales y orgánicas, que se adapten siempre al cuerpo. En el diseño de joyas para mí es fundamental el espíritu en el que estoy: si me apetece puedo dar más luz a la cara con un pendiente elevado o al cuello con un pendiente que sea largo y con movimiento.

-Y tú, ¿qué joyas sueles llevar?

-No cambio mucho, la verdad. Llevo piezas de la colección de oro, que son muy delicadas. También me entusiasma un anillo de porcelana roja y algún pendiente grande. No me cambio a diario.

-¿Conservas alguna joya a la que le tienes un cariño especial?

-Sí, tengo varias. Tengo una joya de principios de siglo, que perteneció a mi abuela y que me fascina. Es una amatista con perlas, y es preciosa. Y la colección que diseñé cuando nació mi hijo Lucas también es muy especial para mí.

-Poca gente sabe que tu hijo Lucas nació con acondroplasia y el pasado año has realizado junto con la artista Nuria Mora el documental «La aventura de Lucas» para contar su historia ¿Qué supuso contar algo tan personal?

-Fue muy liberador. Sentí mucho alivio, la verdad. Porque durante todos estos años, hemos vivido la enfermedad en el ámbito familiar. Y con el documental, muchas madres y familias, que viven lo mismo que yo, se han acercado al taller y se han puesto en contacto conmigo para agradecerme el que haya dado visibilidad a este problema para normalizarlo y eliminar prejuicios, y ha sido muy bonito y satisfactorio.

-¿Cómo está Lucas hoy?

-Estupendo. Es mi héroe. Tiene dieciséis años y se acaba de ir al peluquero. En noviembre le operaron de los brazos y en esta ocasión la cirugía no fue tan dolorosa como la otra elongación, la de las piernas, y todos lo hemos llevado mejor. Ha crecido más de quince centímetros y está muy contento. Me siento superorgullosa de él.

-Volvamos a tu trabajo. ¿Cómo se deben lucir las joyas?

-La joya es una escultura tímida y necesita aire y espacio para que brille, para que funcione. Si tengo dos brazaletes me pongo uno, no los dos. Para mí, la belleza está en la sencillez. Por eso diseño piezas sencillas, pero con potencia, peso y personalidad. Cuando recargas mucho, provocas ruido en el cerebro y no se aprecia su sutil elegancia.

-¿Hay una joya para cada edad?

-No. Las joyas nos ayudan a proyectar nuestro gusto y personalidad. Tengo clientas maduras que se animan con collares de bolas de porcelanas de color. También chicas jóvenes que usan joyas discretísimas. Depende de cómo sea cada mujer. Lo fundamental es que las lleven con seguridad, eso es en definitiva la elegancia.

-¿Ha lucido la reina Letizia alguna joya de tu creación?

-No, ninguna. Pero reconozco que las joyas que elige van muy bien con la imagen de fuerza, personalidad y seguridad que quiere transmitir. Pero me gustaría que la reina apostara más por diseños españoles, porque hay estupendos diseñadores en nuestro país.

-En el 2015 fuiste galardonada con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y además el pasado año fuiste reconocida con el premio IED Design Award al mejor proyecto de joyería contemporánea. ¿Qué han supuesto estos reconocimientos en tu carrera?

-Son el regalo a toda una trayectoria, al recorrido que ha tenido la empresa, unida al mismo equipo desde hace más de diecisiete años y que ya es parte de mi familia. Fue muy emocionante ir todos juntos a Sevilla y recoger de manos de los reyes la medalla. Recuerdo que mi madre me dijo entre risas: «Espero que no se te suba el premio a la cabeza».

-Llevas veinte años creando piezas únicas. ¿Qué balance haces?

-Es muy positivo. Me apasiona este oficio, además puedo vivir de lo que hago. No puedo sentirme más contenta y satisfecha de lo que estoy.