Si lees esta entrevista entera, cosa que te llevará algo menos de cuatro minutos, sabrás cómo no meter la pata escribiendo y conseguirás más Me Gusta en tu Facebook. La doctora en Comunicación Olga Casal lo ha recogido todo en su «Manual de comunicación escrita en ceremonial y protocolo».
27 may 2017 . Actualizado a las 05:30 h.Exquisita en las formas, Olga Casal prefiere las conversaciones cara a cara, pero, por su trabajo, se pasa el día escribiendo. Ella es profesora de comunicación escrita en la UNED y en el posgrado de Protocolo que dirige en la Universidade da Coruña, además de especialista en organización de eventos y etiqueta.
-Todos queremos que nos lean y que nos entiendan. ¿Cuál es la regla de oro para una escritura eficaz?
-La frase más importante es la primera. Si quieres que tu mensaje llegue, resume lo importante al principio de todo.
-A la última línea llegan pocos; eso lo sabemos bien los periodistas. [A no ser que se avise al lector de que, si persevera, se topará con un dato interesante y práctico al final. ;-)].
-Si has logrado generar suficiente interés, te seguirán leyendo.
-¿Cuánto te repelen los gerundios?
-No me repelen. Es solo que su uso debe ser comedido, para evitar la sensación rancia que produce su abuso.
-Cuidado con los gerundios.
-Hay algo aún peor, y es abusar de los infinitivos.
-Si hubieras dicho ‘¡Abusad de los infinitivos!’ darías a entender todo lo contrario de lo que querías decir.
-Eso es. Pero yo me refiero también a esa moda de comenzar la frase con un infinitivo: ‘Decir que...’, ‘Añadir que...’.
-Se soluciona así: Yo quiero ‘añadir que’ tu libro es muy interesante.
-¡Muchas gracias!
-¿Cuál es la muletilla de moda que más te rechina?
-El ‘a ver’ antes de empezar una frase. Se está popularizando demasiado y no aporta nada. Es, además, muy cansino.
-Y, a veces, se escribe mal.
-A esos yo los llamo ‘los haberitos’.
-Dice Daniel Cassany: «La puntuación es el termómetro de la escritura».
-Sí, porque permite conocer el nivel de calidad de un texto.
-Y porque no es lo mismo un titular que diga «Muere Mandela» que «Muere, Mandela». Eso ocurrió.
-Sí. Fue un titular flagrante.
-¡Con una coma se puede matar!
-Es que las comas no solo sirven para respirar. Puestas de manera aleatoria, alteran por completo el significado.
-Lenguaje inclusivo. ¿Estás a favor de la igualdad de género pero hay que respetar a la Real Academia?
-La duplicidad de los conceptos no aporta nada. Es un invento de los políticos. ‘Compañeros y compañeras’ es tedioso y desvirtúa su mensaje. El masculino genérico ya es inclusivo.
-Pues usemos el femenino genérico.
-Es igualmente discriminatorio y artificioso. Una solución es utilizar los colectivos. Utilizar el alumnado en vez de ‘los alumnos y las alumnas’.
-En tu libro dedicas un capítulo a la tipografía. No se puede enviar un pésame escrito en «Comic Sans».
-Ese es un ejemplo perfecto. Una letra informal y desenfadada no vale para un escrito luctuoso.
-Hablas también de los formatos: la carta, la invitación... En Galicia tenemos un género propio que son los carteles de fiestas. Menudo batiburrillo de patrocinadores...
-Qué va, qué va... Los carteles de fiestas así están correctos.
-¿Y los carteles de los maratones solidarios de zumba, con todas esas fotos de los bailarines invitados?
-Solo hay que ordenarlos visualmente, porque en los eventos puede haber diferentes categorías: organizadores, colaboradores, patrocinadores... Yo doy pautas según el grado de implicación o la cuantía.
-Dime alguna.
-Si los logotipos se ordenan horizontalmente, los del centro son más importantes que los de la derecha, y los de la derecha que los de la izquierda.
-Eso es puro protocolo.
-Sí. En un evento que conlleve un cierto ceremonial hay que poner orden para que no sea un cajón de sastre.
-Te hace sentir más seguro.
-Sí. Se trata de ordenar las cosas para la comodidad de todos.
-¿Siempre cierra los actos el alcalde o la máxima autoridad?
-En las intervenciones orales, el puesto más importante siempre es el último. Abre siempre el anfitrión, porque es su casa, y cierra el invitado de honor, que es el más importante.
-Pero en una mesa, el más importante es el que se sienta en el centro.
-Sí. Y las mesas se ordenan en alternancia a derecha y a izquierda. Ojo, es la derecha del que está en el centro, no la del espectador.
-¿No hay que eliminar definitivamente el ‘Muy señor mío’ o el ‘Póngame a los pies de su señora’?
-Son expresiones que han caído en desuso, pero no las eliminaría porque pueden todavía tener un encaje.
-¿Un encaje? ¿Dónde?
-Un ‘Muy señor mío’ te puede valer para sustituir, educada y sutilmente, a un ‘Estimado señor’, cuando ya no le estimas mucho por lo que sea.
-Escribir es mucho más que juntar letras. ¿Somos demasiado irresponsables ante el papel?
-Todo comunica, lo que decimos y lo que no decimos. El peligro está en que lo escrito queda. Cuando escribimos, expresamos nuestra manera de entender la vida.
-Hay sosos que son muy simpáticos escribiendo y, en cambio, personas con mucha chispa en el papel que luego son muy tímidas.
-Sí. Hay personas que escriben con sentido del humor y en persona no me aportan tanto.
-En la escrita, el interlocutor se pierde toda esa información que te dan los gestos, el tono de voz, la expresión... ¿Hay que contextualizar más?
-Hay que desarrollar cierto grado de empatía con el interlocutor y pensar si lo está entendiendo.
-Eso se soluciona con un emoticono.
-[Risas] Los emoticonos han venido a salvar muchas vidas. Suplen esa gestualidad que falta en la escritura.
-¿Te fastidia que se asocie el protocolo con el sitio donde se coloca el pan?
-Sí. Se banaliza al asociarlo con cómo se comen las gambas o con qué me pongo para una boda.
-Por cierto, ¿cuál es mi pan?
?El suyo es el que está a su izquierda.
-Suele haber mucha confusión.
-Pues póngalo ahí. [Risas]