Los bebés pasan de las papillas

Marina Chiavegatto

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Marina Chiavegatto / Senén Rouco / Marco Gundín

¿UN BEBÉ COMIENDO UNA PECHUGA DE POLLO? No, esto no es ficción, es el «baby led weaning», la nueva tendencia cuando se habla de alimentación de niños y bebés. Aquí los potitos están prohibidos.

20 may 2017 . Actualizado a las 11:20 h.

Es un día normal en la vida de Conchi. Ella sale de trabajar y va a comer a casa. Allí le esperan sentados a la mesa su madre, su padre y su hija pequeña Carme. La comida es pechuga de pollo a la plancha. Cada adulto prepara su plato pero hay un filete a mayores: es el que va a comer la bebé de 9 meses. «Usamos este método desde que la niña tiene 7 meses. Me gusta porque así va probando diferentes texturas, temperaturas y sabores de alimentos. Se sienta a la mesa con nosotros y no hay que estar insistiéndole. Es ella quien elige sola qué es lo que quiere comer», comenta Conchi Mendoza. El método del que habla es el conocido como «baby led weaning» o en español «alimentación complementaria autorregulada». «Es un sistema que se usa cuando el bebé empieza a tomar alimentos diferentes de la leche, en vez de ofrecerle potitos o vegetales triturados, el niño toma desde el principio la comida en su textura original y nunca se le da de comer a la boca, es el bebé el que coge los alimentos con sus manos», explica la nutricionista Lidia Folgar.

En el plato de Carme hay algunos trozos de pechuga de pollo y dos zanahorias cocidas. La niña va probando la comida poco a poco. «Al principio lo que más miedo me daba era que se atragantara, pero hasta hoy eso nunca ha pasado. Ella va a su ritmo y resuelve sola los problemas. Si ve que no lo puede tragar, lo escupe», cuenta la madre.

El método se utiliza desde hace muchos años en Reino Unido, y recientemente se empezó a exportar al resto del mundo. Sus normas son sencillas. Hay que esperar a que el bebé consiga sentarse con la espalda erguida en la silla y que muestre interés por la comida. A partir de ahí (normalmente a los 6 o 7 meses) el niño empieza a comer con los padres. «Lo ideal es ofrecerle la misma comida que estamos tomando nosotros para que él tenga contacto con la máxima variedad de alimentos posible. Cortamos todo en trocitos adaptados a su puño y de preferencia en forma de palitos, para que le sea fácil agarrar», aclara Conchi. Y así es como su hija Carme, que todavía se alimenta de leche materna, ya probó lentejas, arroz, solomillo, diferentes tipos de fruta y verdura. Aunque su preferido es el pan. «Los bebés que aprenden a comer con este método desarrollan un relación diferente con los alimentos y son mucho menos quisquillosos a la hora de comer», opina la nutricionista Lidia Folgar. «La otra ventaja que le veo - añade Conchi- es que no tienes que andar haciendo potitos o llevando táperes a todas partes. Esto es mucho más natural. Es la niña la que pide comer y si nos vamos por ahí ella pica también un poco de lo que hayamos pedido. El otro día, por ejemplo, probó un filete de croca y le encantó».

 MENOS OBESIDAD

La dietista Lidia Folgar destaca además las ventajas nutricionales del método. «Muchas veces los adultos le dan demasiada comida a sus hijos. Les insisten y les obligan a comer, y de esa forma los más pequeños aprenden que solo deben parar cuando el plato está vacío y no cuando están saciados». Con este método inglés es el niño el que se autorregula y por eso «hay mucha menos obesidad», aclara la dietista y autora del libro Aprender a comer solo. Tanto Lidia como Conchi coinciden en el consejo: «Todos los padres deberían informarse y probar este método. Seguro que les va a gustar».