Quique Jiménez: «Cuando Quique entra en casa, Torito se queda fuera»

YES

cortesía Ediciones B

«Ácido» es una autobiografía directa al grano en la que Quique y su álter ego televisivo, Torito, remueven corazones y conciencias hasta quedarse a gusto. En la balanza de la vida, el histrionismo de este artista ha cedido ante la estabilidad que le han dado su marido y su hijo.

11 mar 2017 . Actualizado a las 11:54 h.

Quique Jiménez se ha quedado a gusto con Torito y se nota. Ha saldado cuentas hasta consigo mismo y su álter ego. YES intenta desnudar al que tantas veces ha desnudado al prójimo.

-Vienes de publicar «Ácido» (Ediciones B). Un título no muy positivo, por cierto.

-No es un ácido corrosivo, sino el que llevó mi personaje durante 15 años. El necesario para transgredir y que yo pensaba que podía funcionar en televisión. Creo que la prueba está superada. Es más, si volviese a empezar, no sé si habría conseguido todo esto otra vez. No creo que tuviese los huevos de volver a empezar de cero. Tengo claro que el tren pasa solo una vez. Yo lo cogí cuando era pintor de Bellas Artes. Y no sé cuándo me bajaré.

-¿Estás satisfecho con lo conseguido, a pesar de todo lo negativo que recoge el libro?

-Si estás contento con tu trabajo, es para estarlo. Además, si solo me hubiesen pasado cosas buenas, estarías hablando con un prepotente insoportable. La gente de la tele tendemos a que se nos suban los humos, al egocentrismo. A veces, incluso una mala experiencia (si sales victorioso) nos viene bien para no perder la perspectiva.

-¿Tan separado está Quique de Torito?

-Pues sí. Bastante. Pero Quique ha conseguido ser mejor persona gracias a los palos que le dieron a Torito. Yo, como Quique, tenía bastantes taras. Era tímido, no es que fuese especialmente gracioso… además, si no me llego a crear un personaje que fuese tan diferente a mí, estoy seguro de que nadie me hubiese contratado.

-¿El libro es una terapia catalizadora?

-Nunca necesité un autoanálisis, ni autoayuda, ni ir al psicólogo, pero escribir Ácido me ha venido bien para catalizar todo. Y sentí una evolución positiva.

-¿Ha escrito «Ácido» Quique o Torito?

-Es que ahora no soy ni Quique ni Torito. Soy una persona feliz. Porque me levanto cuando quiero, puedo elegir los proyectos, mandar a la mierda a quien me hizo daño. He tardado quince años, pero he logrado escribir un libro sin tabúes ni miedos. Ahora no tengo miedo a nada, a que me despidan, por ejemplo. He dicho: «Ahora es el momento, y os vais a cagar».

-¿Es la fuerza que te da Nathan?

-Bueno, un hijo condiciona porque tampoco puedo cerrarme todas las puertas, tengo que cuidarle y darle de comer. Pero me ha demostrado que todo en la vida se puede conseguir siendo buena gente. Creo que tienes que rodearte de gente con buenos cargos en el trabajo, y de buena gente en casa.

-Otra vez, Quique y Torito.

-Cuando Quique entra en casa, Torito se queda fuera, tras la puerta. Pero cuando la gente por la calle busca a Torito, encuentra a Torito. Creo que la gente de la tele somos como farmacias 24 horas abiertas, porque siempre hay un enfermo mediático que necesita una dosis tuya. Por eso, cuando estamos de mal humor, es mejor quedarse en casa, porque la mala gente tiene un imán y seguro que te encuentra. Somos Patrimonio Nacional, pero sin subvenciones. Si Carmena me pagase por ir saludando a todo el mundo por la calle, lo haría encantado.

-Te han apoyado muchos famosos en tu libro.

-Malú, Alejandro Sanz, Pablo Alborán… me apoyaron sin saber siquiera el contenido. El libro ha quedado para guardarlo en una caja fuerte y enseñárselo a mi hijo dentro de cincuenta años y decirle: «Mira lo que he hecho para ti».

-¿Merece la pena, pues, tanto sufrimiento?

-Pues sí. Si no hubiese estado contento, no creo que hubiese aguantado quince años. Aunque es verdad que hay gente que aguanta quince años mal en su trabajo. En la tele hay un 5 % de mala gente y un 95 % de buena gente. Pero tendemos a creer que pesa más ese 5 %.

-¿Sabrás bajarte de ese tren?

-El mundillo mediático engancha, está claro. Veo que algunos estiran tanto su carrera que mendigan presencia en los medios. Yo sabré parar, sobre todo fuera de España. O espero, al menos, estar rodeado de gente que me diga cuándo Torito deja de tener gracia. Y espero no llegar a mendigar.

-Hemos pasado la entrevista sin insistir demasiado en el sexo.

-Está claro que impresiona más un culo que un codo. No lo recrimino, porque si no fuese así, yo no hubiese podido hacer humor de esas situaciones. En este país cuesta normalizar eso. Pero, la verdad, espero que no se normalice demasiado, porque yo me quedaría sin trabajo en revistas como Primera Línea. Desde que hablé de mi tendencia sexual, todas las entrevistas que me hacen se titulan por la homosexualidad y eso es un mal indicativo. Parece que primero está mi homosexualidad y después, mi profesionalidad. No me parece bien.