Es raro pero me pone

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CON BRACKETS... A LA CAMA La libido no siempre pide tacones para subir, aunque en el sexo hay un fetichismo importante de los pies. ¿Te ponen las canas, las gafas, la gente peluda o jugar a ser Darth Vader? No eres el único. Eso que te resulta excitante o erótico suele tener un porqué, y es más común de lo que crees.

11 feb 2017 . Actualizado a las 16:28 h.

Las gafas, los brackets y los calcetines de colores tienen su poder de seducción. No será masivo, pero ahí está, por más que a esos curiosos objetos del deseo les cueste salir al escaparate y suelan irse al rincón del fetichismo peculiar. Pero si el aparato dental te pone los dientes largos, más incluso que una boca entreabierta, debes saber que no se trata de un fenómeno paranormal. «Los brackets tienen que ver con la expectativa de una dentadura perfecta», advierte la psicóloga y sexóloga clínica Nayara Malnero, autora del blog y el libro Sexperimentando. «Perseguimos lo imposible. Nuestras fantasías tienen mucho que ver con la expectativa, más con lo que puede llegar a ser que con lo que es». La asociación de los brackets con el sexo no es casual, pero sí cada vez más frecuente. «Antes no había, luego los llevaban solo los adolescentes, ahora es cada vez más habitual verlos en adultos. Nos hemos familiarizado con ellos, es normal que nos gusten cada vez más», dice Nayara Malnero. En el atractivo que vemos en los brackets «puede haber varias cosas. Quizá el primer niño o la primera niña que te gustó los usaba. Es posible que los asocies con la juventud o la timidez. Casi toda preferencia sexual tiene un porqué», apunta Aránzazu García, sexóloga de la Clínica Vida, de Vigo. Un porqué y una emoción de fondo suelen marcar los designios de Eros, «el impulso hacia el placer y la vida» que tenemos desde el principio, desde la infancia.

La cultura de la imagen y la industria del porno mandan, es inevitable. Barbie y Ken aún son un modelo en las preferencias de la mayoría, que hoy tiende a ver atractivos a los que cuidan su cuerpo y se entregan de lleno a la vida sana. «Lo vegano ha llegado incluso a los accesorios eróticos de tipo sadomaso», comenta Malnero, quien advierte que hay otra corriente a la que en el sexo inspira más lo queer. ¿No hay algo de pega, de irrealidad virtual, en el sport casual que parece haber tomado la cama? ¿Y si te pone lo imperfecto, el pie feúcho, las canas, las gafas de pasta o el vello donde antes solía estar? «A mí a veces hasta me preguntan si es normal sentirse atraído por alguien que tiene vello púbico», comparte una de las psicoterapeutas consultadas por YES. ¡Pero no es eso lo... normal! Quizá las cosas han cambiado más de lo que una quiere ver. Si Nayara Malnero advierte un fetichismo importante de los pies, que atestiguan, entre otras, las pelis de Tarantino -«no de los tacones, sino el fetichismo de los pies desnudos de la mujer»-, Aránzazu García revela que «el gusto por lo imperfecto es el gusto por lo humano». Qué gusto oírlo. Tras cada objeto que desata el fuego de la excitación hay un instinto, «un constructo cultural» o una vivencia, advierten las expertas.

Que el deseo se active con unos calcetines se explica por «la sensación hogareña, de comodidad» que estos, según Aránzazu García, provocan. Entre las cosas «extrañas» que nos ponen están, entre otras que nos cuentan, disfrazarse de Darth Vader y montarse en la cama un Star Wars. ¿No apetece más que la guerra de los Rose? «La ropa da juego en las relaciones sexuales porque ponernos una determinada nos hace vernos de manera diferente. Y que otro la lleve nos hace verle a él de forma distinta -dice la sexóloga-. Es como un disfraz, como cuando un niño se pone un traje de Superman».

¿MEJOR DESNUDO O VESTIDO?

Los hombres suelen ser más sensibles al cuerpo desnudo que a la inversa. «En general ellos son más visuales y eligen a mujeres guapas o que tienden al 90-60-90 del canon, mientras que ellas se decantan, en general, por varones poderosos. Es el instinto de la especie, algo que no se puede razonar», advierte Aránzazu García.

Vístete despacio, que la ropa que eliges para el amor puede conectar con tu estado de ánimo. «Si estás mimosa, quizá te apetezca ponerte un jersey. Si estás muy activa puedes querer llevar una minifalda, por ejemplo. El atuendo sirve para ponerle cara a cómo me siento», asegura García. Para gustos, hay una paleta de colores. Entre los raros confesables está el de hacerlo en sitios insólitos «por su matiz de creatividad». El factor sorpresa es, en todo caso, definitivo: «Lo novedoso nos activa, espabila, nos hace poner más atención y estar más presentes».

Habrá que probar. ¿Te pones?