El nombre de Yerbabuena suena a mojito y a la extraordinaria finca sevillana que perteneció a Rocío Jurado y Ortega Cano. «Fui el último que salió de allí cuando la vendió hace tres años y pico», recuerda Tito Rilo, un hostelero gallego que fue director de esta finca dehesa donde se casaron el torero y la cantante. «Era muy amigo de Paco Ortega, hermano de José y por esa relación entré de director comercial hasta que me puse al frente de todo. Es una finca de 800 hectáreas con toros de lidia, caballos, cerdos ibéricos... Ellos vivían en La Moraleja, en Madrid, y en Yerbabuena recibíamos visitas de grupos de la tercera edad, ofrecíamos la posibilidad de pasar un día en el campo, además de organizar bodas y grandes eventos en los cuatro grandes salones o en la bodega», relata. Al morir Rocío, recuerda Tito, Ortega Cano fue una temporada a vivir a Yerbabuena y mantuvieron una muy buena relación. A sus 62 años, y tras pasar más de media vida fuera de Galicia, decidió regresar a su tierra y abrir un restaurante de ambiente tradicional en el que luce una foto en la que el propietario posa en Yerbabuena con el viudo de Rocío Jurado.
GUISOS MAÑANEROS
Anécdotas con famosos al margen, Tito acaba de regresar a Galicia y abrió un restaurante en Anceis, Cambre, no muy lejos de una de las propiedades de Amancio Ortega. Ocupa una casona de más de un siglo que conserva su carácter rural y que los aficionados al buen comer recordarán por su etapa como Casa Veiga. Ahora es Casa Rilo. «Es un homenaje a mis padres que durante medio siglo estuvieron al frente de una casa de comidas con este nombre en A Coruña», recuerda. Muchos coruñeses seguro que se acuerdan del establecimiento situado en la calle Pintor Seijo Rubio. «Apuesto por lo tradicional. Mi madre se levantaba temprano por la mañana para guisar. El secreto consiste en estar cuatro o cinco horas atendiendo la pota al fuego», asegura Tito, el que fue hombre de confianza de Ortega Cano en Yerbabuena.
EL COMPOSTELA DE VIGO
Creo que es el mesón-restaurante con mejor servicio de Galicia. Para empezar, es el que cuenta con más camareros en nómina entre propietarios del negocio y empleados. Son ocho, o diez, o más. No sé, salen de todos lados. Es que no deja de sorprender la cantidad de impolutas camisas blancas que ves nada más entrar. Todas con el nombre del local bordado en el bolsillo y vestidas por profesionales que intentan que el cliente disfrute desde el primer momento. Cuando abres la puerta da la sensación de que todos se ponen en alerta para atenderte cuanto antes. La decoración es de estilo rústico, aunque no tanto como la casa de comidas del hombre de confianza de Ortega Cano. Pero no está en el extrarradio de una ciudad, sino en la milla de oro de Vigo, en la plaza de Compostela, o la Alameda, como se le conoce. Pides una caña y la sirven acompañada de un poco de jamón recién cortado. Antes de que la acabes, un triángulo generoso de tortilla. Si pides otra cerveza continúa el festival. Queso cortado en taquitos, una taza de sopa o caldo, más jamón, más tortilla, un poco de chorizo... Una pena que ahora haya que cuidarse un poco después de los excesos navideños porque si no ya estaría planificando mi siguiente visita al entrañable mesón Compostela de Vigo.