Los Scouts: un rato sin móvil y sin tablet

MARÍA PEÑA

YES

MARCOS MÍGUEZ

NO, NO HAN DESAPARECIDO Aquí siguen buscando que los niños disfruten del contacto con la naturaleza y se hagan más autónomos con experiencias que valen una vida. Con el pañuelo atado en el cuello, los scouts nos cuentan su aventura.

03 dic 2016 . Actualizado a las 05:10 h.

A la pregunta ¿sigue habiendo scouts? La respuesta es tajante. Sí, sí, sí. Sí, y para grupos como el de la foto, siguen siendo imprescindibles. ¿Por qué? Porque los niños se hacen más independientes, más autónomos, aprenden a moverse e implicarse en otro tipo de actividades y sobre todo a transmitir otros valores, como la generosidad o el respeto, y aprender a trabajar en equipo gracias a campamentos y proyectos dinámicos que los hagan sentirse motivados.

Los Scouts es una organización orientada a niños y jóvenes de entre 6 y 21 años cuyo método de educación no formal pretende formar individuos con valores que contribuyan a la construcción de un mundo mejor. El Método Scout considera que el contacto con la naturaleza estimula la creatividad y ayuda a establecer vínculos entre los niños. «La mayoría de los grupos Scout se forman en ciudades, en ambientes urbanos. Como los niños apenas tienen contacto con la naturaleza en su día a día, hacemos siempre salidas a enclaves naturales», asegura Sabela Sande Cruz, coordinadora del grupo coruñés Scout Semente 597.

EL PAÑUELO AL CUELLO

Uno de los iconos más representativos de los Scouts es, sin duda, el uniforme. Lejos del típico atuendo de aventurero con insignias en la camisa que te imaginas cuando piensas en los Scouts, aquí sigue primando la sencillez en la vestimenta. Ojo, pero sin perder el gusto por el detalle que los caracteriza. «El pañuelo representa el compromiso Scout -asegura Adrián Rodríguez Pernas, presidente de Scouts de Galicia, el compromiso de prestar un servicio a la sociedad». Él indica que el uniforme de su asociación es un polo azul y un pañuelo al cuello que cada grupo lleva de un color distinto. Porque lo de la división por edades y colores es fundamental. «Todos los grupos Scout se dividen en secciones según las edades de los niños, los más pequeños son los castores, de 6 a 8 años; los lobatos o la manada tienen entre 8 y 11 años; la tropa, de 11 a 14 años; la esculta, de 14 a 17 años, y, finalmente, los más mayores, de entre 17 y 21 años, conforman el clan. Cada sección tiene unos valores y objetivos adaptados a su edad.

«Nosotros conocemos a los niños, a veces incluso más que sus profesores, y por eso marcamos objetivos individuales por cada niño según lo que necesite», afirma Sabela. Los monitores llevan a cabo un análisis de realidad en el que determinan la progresión que va desarrollando cada niño, y les ayudan a superar las etapas de integración, participación y animación en las que se enmarca cada progresión.

De lo que se trata, en definitiva, es de que los niños tomen decisiones y se impliquen con autonomía. Ellos expresan sus opiniones, proponen sugerencias y los monitores finalmente toman decisiones según lo que los niños van recomendando.

Adrián no se olvida en este balance de los mayores, cuando han cumplido cierta edad: «Lo que tratamos es de no imponer, que todo funcione a través del razonamiento. No se trata de una educación unidireccional sino de que ambas partes aprendan y obtengan experiencias enriquecedoras».

Una de las actividades principales del año en Scouts es la elaboración de un proyecto hecho por los propios niños. La mayoría buscan el contacto con la naturaleza y huir de las rutinas del día a día, que transcurre entre artilugios tecnológicos y un exceso de deberes.

Una excursión siempre sienta bien. Y son los niños y los jóvenes los que buscan el destino. Eligen a qué sitio ir, proponen formas de financiarlo y se implican de tal modo que el proceso resulta toda una experiencia para ellos.

En los últimos tiempos -apunta Adrián Rodríguez- hemos ido viendo que poco a poco estas formas se han ido implantando progresivamente en los colegios: «El sistema educativo actual copia cada vez más el no formal, es decir, los trabajos se realizan por proyectos, son los niños los que proponen los temas sobre los que quieren aprender y qué quieren hacer. Algo que nosotros llevamos mucho tiempo haciendo».

Claro que ellos no se olvidan del mundo en el que viven y no pueden dejar de lado la realidad de los chavales. Las tecnologías que usan se corresponden a las edades de los niños, y con los mayores, por ejemplo, intentan inculcarles un consumo responsable del móvil. «Lo que pretendemos es que por un tiempo compartan su ocio en contacto con la naturaleza y cambien un poco el chip», dice Sabela Sande.

«Hoy en día los niños están muy acomodados, los padres los vigilan y los tienen entre algodones -asegura Adrián Rodríguez-, por eso creo que los scouts son más necesarios que nunca». Para él y sus compañeros lo mejor de la experiencia es ver que los niños son capaces de valerse por sí mismos. Una responsabilidad, dicen, difícil de obtener si están sobreprotegidos.