Sin fotomatón no hay boda

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CEDIDA

LA ATRACCIÓN DEL MOMENTO Apela a la nostalgia, desinhibe a la gente, genera buen rollo y deja imágenes divertidas para el recuerdo. Todos los novios quieren uno en su fiesta. Hasta Kim Kardashian lo puso cuando se casó con Kayne West.

22 oct 2016 . Actualizado a las 05:05 h.

Es el último grito. O el penúltimo. Quizá el antepenúltimo, que en materias de bodas la rueda gira a toda velocidad. Pero, sin duda, se trata de una de las tendencias que está arrasando en la actualidad en ese terreno. Se trata de instalar un fotomatón en el banquete nupcial. Sí, una de esas cabinas que se veían por las calles en los ochenta y noventa para hacer fotos de carné en el acto. Pues ahora, con los convenientes avances tecnológicos y enfocadas desde una perspectiva totalmente lúdica, provocan que las bodas se llenen de diversión, sonrisas e imágenes para recordarles y volverse a reír.

 «La gente se lo pasa en grande. En cuanto ven que uno va, acuden todos detrás», señala Carlos Felipe. Es un experto en el tema. Hace seis años montó Fotomatón Galicia. La atracción entonces resultaba un tanto exótica. Se promocionaba en las ferias del ramo como una novedad traída de Madrid y Barcelona. Hoy las empresas que ofrecen ese servicio se han multiplicado y el fotomatón se ha convertido en garantía de éxito en cualquier enlace. «Lo ves en todas partes. Ahora está muy de moda, la gente lo pide continuamente y la verdad es que resulta divertido», subraya Olalla Blanco, una de las responsables de Tamarola, empresa especializada en organizar este tipo de eventos.

EN EL MOMENTO DEL BAILE

El fotomatón tiene su tiempo. No suele dejarse ver en los aperitivos. Despliega sus encantos una vez que empieza el baile. «El disyóquey avisa que entra en servicio y la gente se preocupa únicamente de dos cosas: de dónde está la barra para coger una copa y dónde está el fotomatón para ir a hacerse unas fotos», señala Felipe riéndose. Localizado el segundo, empieza la farra. ¿Recuerdas aquellas fotos que te hacías hace años en las cabinas callejeras, en las que salían cuatro rostros apretados en el espacio de una imagen de tamaño carné? Pues aquí se trata de recuperar ese espíritu. Pero a lo grande. «Tienen la posibilidad de hacerse fotos y vídeos pequeños. Pero, además, dentro se le ponen artículos de atrezo para que escojan», explica Felipe. Pueden ponerse gafas gigantes, pelucas de colores, gorros de gomaespuma, bigotes y un montón de cosas más.

Quien lo haya vivido ya lo sabe. El que no, se lo puede imaginar. El resultado de someterse al disparo resulta de lo más previsible: risas, risas y más risas. El fotomatón suelta una tira de fotos a la vieja usanza. Cuatro imágenes que se suceden en vertical. U ocho, en el caso de una tira doble. Pero todas ellas van por duplicado. «Se trata de que los invitados se puedan llevar sus fotos, pero que a los novios le quede una copia de todo lo que se haga en la cabina», advierte Felipe. Estas fotos se recopilan en un gran libro. Todo el mundo puede escribir en él una dedicatoria al lado de la foto. «Si en el momento ya es divertido, imagínate cuando rescatas el libro cinco o seis años después. Es un recuerdo impresionante cuando lo coges después de tanto tiempo».

RISAS EN YOUTUBE

Pero también están los vídeos, que quedan registrados en la memoria del fotomatón y que luego se pueden consultar y hacer montajes. Contagiados por el ambiente de fiesta y desinhibidos, los invitados dejan actuaciones descacharrantes, mensajes hilarantes y escenas de partirse literalmente de risa. Muchas veces estos terminan en YouTube. Con solo hacer una búsqueda, resulta fácil hacerse una idea de lo que supone invitar a este artilugio a la fiesta.

También suelen acabar fuera del acto en sí de la boda las imágenes impresas. «Una de las pruebas del éxito es ver el móvil de tus amigos en los días siguientes. Si vas a una boda con fotomatón el 30 % de los invitados acaban poniendo en el perfil de WhatsApp una de las fotos de la sesión», asegura Felipe. «Y ya no te digo nada como la foto circule por redes sociales», indica. Así las cosas, el fotomatón se ha convertido en uno de los reyes de la fiesta. Pero no se trata de la única atracción. Otras empiezan a asomar la cabeza, sorprendiendo totalmente a los asistentes.

UN ACTOR INFILTRADO

Las responsables de Tamarola, que han hecho de todo en su labor de organizar bodas, cuentan algunas de las peticiones que están recibiendo en los últimos tiempos. Más allá del coche antiguo, los adornos con flores naturales o el grupo tocando versiones de las canciones favoritas de los novios, existen atracciones sorprendentes. Una de ellas consiste en contratar a un actor que se infiltre en el banquete.

«Nos ocurrió este verano -dice Olalla Blanco-, metiendo entre los camareros a uno. Cometía errores intencionadamente, se sentaba en la mesa de los más jóvenes a charlar con ellos y cosas así que desconcertaban a todo el mundo». La cosa fue a más y, fingiendo algún golpe, el falso camarero apareció con la cabeza vendada ante la incredulidad general. Llegado a un punto, este se dirigió a los invitados con un micro y explicó qué hacía allí y lo que perseguía, ante las carcajadas generales.

Otro servicio que se está solicitando últimamente para romper el hielo es un mago. «Se suele poner a la hora del aperitivo, cuando la gente está en grupos. El mago va de uno a otro, haciendo juegos de monedas y sorprendiendo a la gente», detalla. Los de un grupo miran lo que hace en el otro, lo que hace que se junten y se empiecen a relacionar.

También se estilan las bodas temáticas. «De repente, el tema es el casino y se reparten mesas de juego entre los invitados, por ejemplo», explica. La cuestión, como se ve, es sorprender. Pero sobre todo divertir y divertirse.