Les va sobre ruedas

ANA ABELENDA / NOELIA SILVOSA / CARMEN GARCÍA DE BURGOS / TANIA TABOADA

YES

José Manuel Casal

VIVEN CON LA CASA A CUESTAS Podrían cantar el mítico blues de Miguel Ríos. Porque viven en la carretera, siempre en movimiento. El viaje arranca en una Ford Transit de nombre Candela. El camino es su meta.

01 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Al principio la furgo no entraba en sus planes, ahora no concibe la vida sin ella. Ella es Candela, cebreada y azul. Él Rubén, un amante de la libertad al que le gusta «desnudarse» (para vestirse personajes en series como Pazo de familia y pelis como La playa de los ahogados). A Rubén y Candela les une un vínculo «brutal» que les ha llevado incluso a los Pirineos a hacer snowboard. Juntos hacen 20.000 o 30.000 kilómetros al año. La relación va sobre ruedas.

Candela, la fiel Ford Transit de Rubén, «non só é compañeira de aventuras, en gran parte é protagonista». Él ha llegado a dormir sobre ella bajo un edredón para estar cerca de las estrellas y a llevarla al borde de un acantilado por disfrutar de las vistas. Candela es para este actor, monitor de surf y fotógrafo, entre otras cosas, «dende o lugar para traballar ata o habitáculo perfecto para escoitar música ou ver unha película. Candela é indispensable. É sinónimo de liberdade. O xoguete que me converte nun neno libre», cuenta Rubén. ¿Cómo se ve la vida en la carretera? «Pois dende a furgo vese dende arriba. Con perspectiva. Sendo consciente cada día de que estamos para disfrutar do camiño. A vida é hoxe. É este tramo de 100 km, non o destino que teño marcado no Googlemaps».

José Manuel Casal

ÉL TAMBIÉN TIENE «TAXI SURF»

El fundador de la primera escuela de surf de Nemiña, Surf Costa da Morte, no tiene rumbo fijo, dice, le encanta perderse («para topar sitios chulos sen querer»), localizar constelaciones y se confiesa practicante del «volantazo inesperado», porque su guía es la intuición. ¿Pinchaste alguna vez, Rubén? «Na furgo unha, nos coches bastantes... ¡e na vida moitas! Pinchazos sempre vai habelos, o importante é saber como se amaña o pinchazo e se hai que chamar a grúa ir a chistes co grueiro», dice él con humor.

A este hogar rodante de Rubén le ha salido un compañero, un Land Rover del 83, que ha sido reconstruido por él mismo «e o equipo Torrente de Cee». «Eu quería un ‘taxi-surf’ chamativo que invitase a subirse á xente. Conto con que se suba ata algún peregrino que non saiba nadar, só pola experiencia de ir polo monte neste cacharro ata Nemiña, jaja».

Arrieros somos, ¿no?, así que seguimos on the road.

XOAN CARLOS GIL

«Todas caímos y nos levantamos después»

Ellas dicen que el espíritu de la moto se lleva siempre dentro, y yo que tú no me atrevería a llevarles la contraria. Estas cinco cracs forman parte de Cien por Cien Moteras, un club que tiene dos años y que es exclusivo para mujeres moteras. Pero ellas llevan más tiempo sobre dos ruedas. Ya no conciben su vida sin hacer kilómetros subidas a la moto. Antes de constituirse como peña, varias de ellas ya quedaban para ir de ruta. «Hacíamos quedadas por el Facebook, y así fuimos haciendo un grupo de cuarenta», cuenta Gloria, la presidenta. Sobre su moto roja, esta mujer nos cuenta que la cosa empezó a lo tonto: «Empezamos: ¿Y si hacemos un Facebook? ¿Y un WhatsApp? ¿Y unas camisetas?». Ese fue el origen de una peña de moteras que ya tiene mucho recorrido. Y pobre del que les diga que no dan la talla. «Aquí me tienes, mido 1,50 y peso 50 kilos, cuando no peso 45. Todo el mundo me decía que no podía andar en una moto grande, sobre todo después de un accidente que tuve con la Vespa. Ahora llevo una de 200», dice orgullosa de lo que ha conseguido. Porque la que puede, puede. Y salva todas las dificultades: «Los asientos son muy altos, me faltaban como diez centímetros para llegar a los pedales, pero me dijeron que se podían bajar y es lo que hice. Aún así, algunas vamos como de puntillas por la costumbre», dice Gloria. Ella tiene muy claro que la llevan mucho mejor que los hombres: «Mucho mejor, más despacito. Ellos van como locos corriendo y nosotras somos más respetuosas con las compañeras que acaban de empezar. Siempre las esperamos, y lo que hacemos es ir de ruta tranquilitas y aprovechar para hacer turismo», indica.

1.200 KILÓMETROS AL AÑO

Ella quema mucha más rueda en moto que en coche. De hecho, asegura que el coche «tiene 16 años y 75.000 kilómetros, mi primera moto tenía 6 años y 35.000 kilómetros, y esta que es nueva ya lleva 1.200 en solo un año». Sus dos trayectos más largos, de momento, han sido los que hizo a Madrid y a los Picos de Europa durante cinco días. Y una vez al año, se pega con sus compañeras una ruta solo apta para chicas. Casi todas tienen pareja motera. Ese es el caso de Julia (moto negra), Ana (moto verde) y Ángeles (moto blanca) aunque no el de Iria, que está en el centro con moto azul. Ella lleva casi cuatro años vinculada a este grupo de cañeras. «Empecé con una moto de 125 y ahora ya tengo una de 500. El año que viene me sacaré el carné para coger otra más grande», asegura la chica, que dice que anda en moto desde que era una adolescente: «Hasta me puse a trabajar de camarera para comprarme una moto de 50 con la que andar en ciudad. Llevo media vida subida en la moto».

Gloria resume en pocas palabras la filosofía del club que preside: «Todas nos hemos caído y nos hemos levantado después. Nos ayudamos e intentamos que otras vean que esto no es tan peligroso. Hay mucho compañerismo», asegura. También se alegra de ser una motera soltera: «Estoy libre para irme de ruta por ahí cuando me apetezca», señala esta mujer que no entiende su vida sin cabalgar sobre su moto. «Es una sensación de libertad increíble. Muchos días vuelvo y pienso: ‘¡Cómo me gusta la moto!’».

 

CAPOTILLO

«Me gusta la rutina de ir solo en coche»

A Francisco Cortizo Conde los doscientos kilómetros que se hace cada día le sirven para desconectar. Se levanta muy pronto para poder estar en carretera a las 6.15 de la mañana. Entra a las 7.30. Si se introducen los datos en Internet, refleja que son 113 kilómetros y una hora con 23 minutos de trayecto los que separan su ciudad, Pontevedra, del municipio ourensano de Toén, donde trabaja desde hace seis meses, pero él los cubre en algo menos de una. El resto del viaje lo emplea en tomarse con calma la rutina en la que el joven, de 31 años, ha convertido su camino de ida y vuelta: escucha todas las mañanas el mismo programa de radio (Buenos días Javi y Mar, de Cadena 100), se para en la misma cafetería de camino para tomar el café y leer la prensa (la primera que vio con luz) y llega a su puesto de trabajo (unas instalaciones municipales) a la misma hora. Le gusta encontrarse por el camino a la misma gente de todos los días y disfrutar de esos momentos de tranquilidad que le permiten ir despertando poco a poco, entre bromas radiofónicas, hasta aparcar su coche y empezar la jornada espabilado y activo.

En el de vuelta el proceso es similar: escucha la misma emisora, pero esta vez no para en ningún lado. Aunque se lleva un táper con fruta o comida para matar el hambre, este resucita a medida que la mañana se convierte en mediodía, y para cuando termina, a las 14.30 horas, ya no hay quien lo engañe de nuevo. Son las ganas de comer y el calor que ha achicharrado al propio verano los únicos que han logrado perturbar algo su momento de desconexión en el trayecto de regreso.

Y, aún así, dice que prefiere hacer el viaje solo, y que no se cansa de tanto coche. Cuando llega a casa, y una vez dada la alegría al estómago que merece, siempre tiene alguna excusa para volver a subirse en él. Puede ser la academia o la playa pero, si tiene opción de elegir, lo lleva él. Le gusta conducir y la sensación que le da de tener todo el tiempo del mundo para pensar en sus cosas y relajarse. Aún así, confiesa, «hacer tantos kilómetros es pesado, pero compensa para poder estar cerca de casa». Y es que la tarde es toda suya.

CARLOS CASTRO

 «Hago más de mil kilómetro semanales»

Lleva prácticamente toda la vida trabajando de comercial, por lo que el coche y la carretera son desde siempre su principal compañía. José María Torres Vázquez (A Coruña, 1963) vive en Oza-Cesuras y trabaja como comercial para una conocida multinacional. Confiesa que le tiene respeto a la carretera pero considera que cumplir las normas, atender al volante y a los comportamientos de los demás conductores es algo muy importante para evitar sustos.

«Por mi trabajo, anduve siempre en la carretera y nunca he tenido un accidente, algo que no quiero decir muy alto porque basta que lo diga para que lo tenga», cuenta este coruñés que percibe que los peores días para circular por la red viaria son los lunes y viernes porque «la gente está cansada del fin de semana y de la semana». De lunes a viernes, José María se levanta a las 6.50 horas. Da igual que sea invierno o verano, que diluvie, nieve o abrase el sol. Se levanta, se ducha, desayuna y a veces incluso realiza trabajos de oficina antes de salir a la carretera. Ya después, arranca el coche y... ¡Buenos días. A hacer kilómetros para cumplir con sus responsabilidades! «En función del día, arranco para la zona de Ferrol, Lugo, Oviedo...», explica José María, quien trabaja en toda la zona del norte y centro de Galicia y Asturias. «De media hago más de mil kilómetros semanales. A veces, cuando me toca ir a Asturias, si noto que estoy muy cansado, me quedo allí a dormir y al día siguiente voy directo desde allí para donde me toque», dice.

Dado que el coche es su casa andante durante la semana, dispone de un buen vehículo para hacer frente a todo tipo de circunstancias que puedan darse. «He comprado el vehículo pensando en que estoy durante todas las épocas del año exponiéndome a la carretera. Me enfrento a condiciones meteorológicas muy adversas, a los cambios de estación, al duro invierno, a viajar de noche...», explica José María, quien aún así se muestra feliz y disfruta de su día a día en la carretera.