Lo que nadie te ha contado de la fiesta de Pull

YES

JOSÉ PARDO

ALLÍ ME «COLÉ» Y en su fiesta me planté para contar en YES todo lo que dio de sí el evento que la marca de Inditex montó en Narón. Camareros llegados de Holanda sirvieron en un ambiente más propio de un festival, donde todas quisieron un «selfie» con Chino Darín.

01 oct 2016 . Actualizado a las 12:34 h.

Ha pasado una semana y todavía no estoy recuperada de todo lo que puede dar de sí una fiesta como la que organizó Pull & Bear en Narón. Porque en estas cosas hechas a lo grande se aprende mucho y de golpe, como lo verdaderamente importante de la vida, y enseguida te das cuenta de que el mundo de las influencers requiere una tensión que una madre con tres hijos puede asumir con decencia sin temblarle el look. Tanto que lo primero que me impresionó mientras estaba sentada en ese césped, como si fuera St James Square, en Londres -con esas idénticas sillas de tela a las que hay allí- fue que un tiarrón barbudo me enfilase en un inglés perfecto: «Are you a influencer manager?». Y ahí la cabeza me hizo clic. Entendí que si yo, que me había levantado a las siete para llevar a los niños al cole, que me había vestido en un pispás y NO tenía unos tenis puestos, podía parecer la mánager de una influencer era porque estaba en el sitio exacto en el momento exacto. Y el efecto Pull corría ya por mis venas. Pensé en beberme el mojito de golpe en señal de buena onda con un ambiente que ya aviso a los que estén perdidos para próximas fiestas empieza por asumir tres claves imprescindibles. Sin ellas no puedes ir a estos eventos. A) Llevar una batería de móvil portátil colgando todo el rato (si no, no eres nadie); B) Lucir unas gafas grandes, a poder ser de pasta blanca a lo Kurt Cobain -lo contó YES- y C) Mezclar faldas metalizadas con tenis. Hay un dato más, pero eso es solo para celebrities: uno no adquiere tal condición mientras no lleva puesto un pucho (palabra de mi compañera Noelia) en la cabeza. En el photocall se posa con pucho o con chichitos, esa otra moda distante que marca la diferencia, por ejemplo, entre Úrsula Corberó y yo. Es la primera que se me ocurre a bote pronto.

Las chicas se ponen chichos y los chicos como Brooklyn también. El hijo mayor de los Beckham llegó escoltado, posó con la cabeza gacha, luego se puso el gorro de lana y ya parecía otro. Algo más cercano, se dejó hacer fotos y algún selfie con las fans (o mejor, las madres de las fans) para el recuerdo. El efecto Pull del que les hablo consigue que así de pronto, solo con cruzar una verja, entres en un set de película y adquieras otra dimensión. Hasta ves llegar a los bomberos de Narón y te parecen un escuadrón de Top Gun (perdónenme la referencia ochentera, pero es la edad). Los que no eran de Narón, y se hacían notar -la sensación de la fiesta- fueron los camareros llegados de Holanda. ¿Por qué de Holanda?, pensarán ustedes. Pues porque sí. Porque en un evento los vieron, les gustaron, y punto Pull. ¡Todos para Narón! Y les aseguro que eran holandeses porque cuando me acerqué a la barra a pedir se me ocurrió preguntar: ¿para el mojito hay que hacer cola? Y el camarero respondió: «Cola no hay». Prueba irrefutable de que no entendía ni papa de español. Ahora cola, lo que se dice cola, solo la había para ir al baño y para apuntarse al sorteo de un coche allí mismo expuesto, como todos nosotros. Unos junándonos a los otros (los de aquí pasamos todos por supuesto por modernos), sentados codo con codo con los vips, algunos irreconocibles para los que no vibren con el mundo influencer. Pero estaban entre las dos mil personas (de un día para otro se apuntaron mil más) llegadas en aviones tuneados con la marca Pull y autobuses. Entre ellas, Mariana Bonilla, la adolescente mexicana a la que siguen millones, el presentador de la MTV Johann Wald, o la actriz portuguesa Kelly Bailey (que al llevar pucho me di cuenta de que era «alguien») y luego nuestros vips. Chino Darín, que levantó pasiones junto a su novia Úrsula. Que posa bailando y con chichos. Y antes de que se me olvide: confirmo que hay que darle más valor a los ojos de Maxi Iglesias ¡se ven venir de lejos!, pero la mayoría de los selfies, es verdad, se fueron para el hijo de Darín (me quedo con el padre). Lo de Pull, ya lo ven, fue un festival internacional. Por eso si hay una frase que resuma la fiesta es la de mi compañero Pablo Portabales, que al abandonarla se despidió a lo grande: «Bueno, me vuelvo para Galicia». Él, con su chaqueta azul, sí que es un influencer.