Hoy comemos en el jardín

TANIA TABOADA / CARMEN GARCÍA DE BURGOS / CÁNDIDA ANDALUZ / JUAN CAPEÁNS

YES

OSCAR CELA

MEJOR AL FRESCO Si el calor aprieta como este verano, lo ideal es buscarse una sombra para disfrutar de una buena comida al aire libre. YES recorre los locales que se abren a un entorno natural donde degustar un menú distinto.

10 sep 2016 . Actualizado a las 17:20 h.

Es otra de las alternativas que ofrece Galicia en cuanto a su conocida faceta del buen comer. Degustar un menú en contacto con la naturaleza, con los pies sobre el césped y rodeados de plantas también es posible. Y es que, por ejemplo, en Lugo el restaurante Terras do Miño ofrece al cliente la posibilidad de compartir plato en pleno jardín. Dispone de un comedor interior y de una amplia terraza que permite gozar de un buen menú pisando hierba. El establecimiento no se encuentra en el casco histórico de la ciudad, pero sí en las inmediaciones, concretamente en el paseo del Río Rato.

Entorno privilegiado

El restaurante está situado en un lugar donde cientos de deportistas salen a su carrera o paseo diario. Es un sitio idóneo para acudir con los más pequeños -tienen la posibilidad de divertirse al aire libre y sin peligro por la presencia de vehículos en la zona-, para sentarse a tomar algo después de un buen paseo o de compartir comida o cena. Cierra los lunes, pero el resto de semana permanece abierto día y noche. «Venimos con frecuencia; sobre todo cuando hace buen tiempo. Es muy agradable comer pisando hierba», cuenta María, una clienta habitual. «Es un restaurante que se presta para todo. Tanto puedes comer fuera, en contacto con la naturaleza, en el interior o sentarte a tomar algo en la terraza», añade Sandra, otra habitual a este lugar y que siempre elige la zona exterior.

Desde hace 13 años, el establecimiento hostelero lo administra Lourdes Guerra, que desempeña sus labores junto a cuatro empleados. «En el comedor interior se llevan a cabo comidas familiares, bautizos y comuniones. También se celebra alguna boda, siempre y cuando sean pocos los invitados. Y es que la capacidad del comedor interior es para unos 90 comensales», explica la administradora, quien añade que con el buen tiempo la mayoría de los grupos optan por la zona exterior. El local dispone de una carta con una gran variedad de platos. Para los amantes de la carne ofrece entrecot o pollo de corral. También cuenta con pescados y ensaladas. Un lugar para disfrutar en un ambiente natural y que hace sentirse al cliente como en pleno jardín de casa.

Ramón Leiro

Noite Tapas ha sido, sin duda alguna, la sorpresa del verano en Bueu. Aunque abrió sus puertas a finales de junio del año pasado, no ha sido hasta este cuando ha tenido que sacar al jardín las pocas mesas que tiene en el interior del galpón en el que el abuelo de su mujer bobinaba los motores. Los clientes hacían cola para sentarse bajo el astro que reinase en ese momento en el cielo. Tiene casi tanta parte cubierta como al aire libre, pero es esta última la que ha conquistado a propios y extraños. Por varias razones: para empezar, por la yuca y el magnolio que su suegra, Perfecta Portela, plantó hace más de treinta años y que no han dejado de crecer. También por el abeto que algún día compraron o les regalaron por Navidad. Y para seguir porque allí las tapas que prepara su mujer, Charo López Portela, saben mucho mejor. Aunque sean aparentemente sencillas. Tienen, además, la frescura de una cocinera que aprendió el oficio hace apenas unos años por vocación, y porque temía que la crisis acabara dejándola sin empleo. Fue Antonio Rosales el que lo perdió una semana antes, pero para entonces ya estaba la maquinaria de los deseos de Charo en marcha. Fue a ella a quien se le ocurrió aprovechar una parte de su jardín trasero para servir sus populares carrilleras. Y la que pensó que el bacalao cocinado a baja temperatura sabría mejor en los platos que hace medio siglo formaron parte del ajuar de su madre. Y que las tortillas ganarían si se colocaban sobre las baldosas que se eligieron para el suelo del local.

Quienes esperen perderse en una carta interminable que no se molesten en ocupar una de las codiciadas mesas del jardín del Noite Tapas: «O inverno ensinounos moito»; confiesa Toño, que advierte que sus diez tapas son su secreto. Y, si se combinan con su precio, que oscila entre los 5 y los 12 euros, también su magia. Pero, para eso, primero hay que encontrarlo.

MIGUEL VILLAR

Hasta el fondo en Ourense

En el barrio ourensano de A Ponte se encuentra la Adega das Caldas, antes Adega do Emilio. Si el visitante no la conoce es seguro que saldrá sorprendido. Su entrada da cuenta de una taberna al uso, pero su interior es mucho más. La Adega das Caldas permite a los comensales introducirse y viajar nada más se cruza la puerta. Su pasillo hacia el jardín sorprende, pero más lo hace el fondo del local. Un lugar en el que desaparecen los ruidos de la calle y en el que no se ve ni un solo edificio. Ni siquiera de los pisos más altos que lo rodean. Al frente del local se encuentran, desde hace pocos meses, Ignacio Sánchez Figueiras y Pablo Domínguez Veloso. Han querido mantener la esencia del emblemático local ourensano. Porque saben que es ahí en donde radica el éxito. Varios comedores en diferentes espacios rodean el jardín. Los comensales lo ven mientras degustan el menú: comida tradicional a la que han aumentado una parrilla en donde se prepara carne, pescado y marisco al carbón de encina. Una vez terminada la comida, es obligatorio salir al jardín. Sentarse para compartir la sobremesa en otro ambiente. Mesas altas sobre las que degustar un café o cualquier digestivo. «Casi todo el mundo que llega por primera vez se sorprende. Se puede disfrutar en verano, pero también en invierno, desde los comedores en donde se ve perfectamente», explica Ignacio Sánchez. Sirven comidas y también cenas. Muchos prefieren esta última opción para relajarse después de una larga jornada de trabajo o simplemente para evadirse de la ciudad. Un cruceiro, un asiento de piedra, varios setos, una fuente y demás adornos hacen el resto.

SANDRA ALONSO

Sorpresa en San Pedro

El jardín es el alma de A Maceta, un nuevo local hostelero que abrió en la cada vez más pujante rúa de San Pedro compostelana. Abrió el 9 de junio y esa tarde «llovió un poquito». En este verano con días de sol sin final y noches suaves cientos de clientes han pasado por su terraza, que efectivamente «tiene forma de maceta», como explica Manuel Iglesias, que junto a Jorge Gago -en la cocina- se ha puesto al frente de esta aventura empresarial.

Pero que nadie piense que este emprendedor está tan loco como para montar un local en Santiago al aire libre. A Maceta también tiene un espacio cubierto de bar con productos de carta para compartir, y antes de que acabe el mes abrirá un comedor con cocina a la vista que tendrá un menú degustación. Iglesias es muy consciente de que estamos viviendo un trimestre «irrepetible», pero augura un uso regular del jardín en otoño y primavera y cree que será «incluso más agradable» que en verano. Unas lonas y una marquesina lateral permiten jugar con las sombras, y cuando el invierno apriete, que lo hará, se aprovechará el espacio verde para alguna instalación artística. «También queremos acostumbrar a la gente a estar al aire libre incluso con algo de frío, como hacen en los países nórdicos, y para eso tendremos mantas».

Al atractivo del local también se suma una carta diferente, corta, pero que se complementa a diario con cuatro o cinco platos cambiante y un listado de vinos de «pequeñas bodegas».