ESTILO EN EL COMER Y BEBER Aquí se dan cita desde bateeiros con las botas de salir a faenar por la mañana hasta turistas bien vestidos de media tarde que gustan de comidas elaboradas a base de producto fresco. Las tabernas están más de moda que nunca por una sola razón: No pretenden estarlo.
20 ago 2016 . Actualizado a las 05:10 h.Sigue habiendo cerveza en ellas. Y vino. Y, sobre todo, producto fresco de calidad. Directamente de la plaza de abastos, el pescado y la carne que sirven tienen una frescura que atrae a sus clientes de toda la vida y a los nuevos que, cada vez más, hacen cola para conseguir sitio. Las tabernas vuelven con más fuerza de lo que sus dueños pensaban, conservando su esencia y reconvirtiendo todo lo demás. El encanto de la terraza y del interior del Tabula Rasa son una de esas claras muestras de una tendencia. Recién cumplidos los dos años de vida, el local ya se ha ganado el respeto de entendidos en vino y en pescado bien elaborado.
Los tonos blancos y azules de sus mesas exteriores no dejan lugar a dudas sobre la base de su oferta. Nada de su decoración industrial está dejada al azar. Tampoco su carta. Al igual que el resto del local, huye de las complicaciones y se refugia en una sencillez soberbia para preparar su Salmón fresco en aceite de endro, Bocareus do Cantábrico da casa con queixo de cabra, Bacallao afumado con crema de allada, Mexilóns en escabeche da casa o cualquiera de sus quesos gallegos, cecina o embutidos del Bierzo. Se trata de huir de los artificios y simplificar las cosas: Es lo nuestro, lo de toda la vida. Al local de María José Mariño y Ernesto García se va a comer fresco y ligero -todo casero y preparado con mimo y paciencia- y a beber vinos de bodegas denominaciones de origen que no se compran en los supermercados.
SORPRESA EN O GROVE
Si, por alguna razón bastante comprensible quiere ir a probar la carta de la Taberna Meloxeira, más le vale planificar la semana, porque tiene tres días de reservas en cola. «Si me llegan a contar esto hace tres años no me lo creo». Se refiere Álvaro Fuentes al día que, aprovechando unas vacaciones, viajó de Londres a su O Grove natal y un amigo le convenció para ir a tomar algo a la Taberna de Pura. A pesar de ser de allí al lado, no frecuentaba Porto Meloxo y nunca había estado en ese local. Fue su amigo también quien le contó que se traspasaba e intentó convencerle para que se hiciera con él. Al principio Álvaro no lo veía muy claro. Estaba trabajando en el mejor club privado de la capital británica y, aunque su novia seguía en la península meca, ponerse al frente del negocio implicaba muchos riesgos. Así que, azuzado también por su exsocia Marisa, lo hizo.
El encargo al arquitecto fue claro: «Quería un local en el que pudieran entrar tanto bateeiros que se van con las botas por la mañana como el que viene bien vestido por la tarde». El objetivo, también: «Que la gente no se asuste al llegar a la puerta, tenía que ser un local sin pretensiones». Lo consiguió. La sorpresa llega sobre un plato. Al principio lo hacía sobre pan en alguna de las trece tostas con las que inició el menú, pero la demanda fue llevándole a las recetas de cocina internacional que hoy se han convertido en los platos estrella: Los cebiches -el de gambón es el rey- peruanos, el pollo Thai y la presa ibérica. Y, como colofón, un pequeño homenaje a su maestro, Pepe Solla: la torrija hecha con pan brioche hecho por Cielo en la panadería Chousa; nata, leche, azúcar y algún otro ingrediente que se niega a desvelar. Son los pequeños trucos de los restaurantes que salen en guías como la Repsol.
UNA MULA EN A CORUÑA
Hace ya casi un año que la Taberna da Galera abrió sus puertas en la calle coruñesa que le da nombre. Xalo y Chisco se unieron para recuperar el concepto tradicional de taberna con una vuelta de tuerca y sabor actual. La taberna sirve miniplatos en los que la carne asada o el raxo alternan con opciones más novedosas, como el pulpo en tempura, el jurel marinado, las arepas o el cebiche. «Los clásicos no fallan», advierte Xalo, quien apunta que lo esencial es la compañía. ¿Hace un Rayos Uva? No les incitamos a papar solárium, sino a probar este vino juguetón, «un Rioja de corte moderno» , que encontrarán en la carta de la Taberna da Galera junto a uno especial de la Ribera del Duero, el Momo. El local ha recuperado las cuncas, ese fetiche por el que bebe la memoria de tantas pandillas que años atrás no necesitaban quedar para encontrarse tapeando en los Olmos o la Estrella. «Pero en las cuncas servimos vino bueno», matiza Xalo. Si no les amarga un cóctel, anímense a probar un Hipster (con ginebra, lima y jengibre) o La Mula, este «más dulcito», con vainilla, lima y ron.
UN PULPO EN SANTIAGO
Los hermanos García, Emilio y Manuel, llevan servidas toneladas de pulpo en su vida por toda Galicia. Pero hasta el pasado 24 de julio lo hacían en fiestas populares, bajo carpas y en mesas corridas. Y lo seguirán haciendo, pero desde la víspera del Apóstol defienden en el casco histórico, en la pujante rúa da Raíña, un local a un paso de la catedral que hasta este año acogió una vinoteca y que se ha convertido en una pulpería con aires refinados. La esencia no cambia: pulpeira a la vista, platos de madera y palillos es lo que vienen buscando los miles de turistas, por el día, y santiagueses, de noche, que ya han hecho cola para encontrar espacio en alguna de sus mesas. El local, explica Emilio García, tiene dos velocidades. Abajo, más lío y animación, con mesas amplias de madera clara, y en la planta superior algo más de intimidad y una atmósfera caracterizada por el la piedra vista y las luminarias escogidas por Manuel Vence, que ideó un proyecto que requirió casi tres meses de obras y el vaciado completo de un antiguo bajo. Esta versión urbana de la taberna de feria está superando las expectativas de sus promotores, que no salen de su asombro ante el poder de atracción de los tentáculos.
El pulpo sigue teniendo un tirón tremendo entre los turistas, y abrir la zona de trabajo al público ha sido un acierto: «Si cobrase un euro por cada foto que le hacen a la pulpeira ya no me hacía falta vender el pulpo», afirma con humor García.