Mi vida es una novela

YES

PACO RODRÍGUEZ

QUE TIEMBLE LA CHICA DEL TREN Nos habían hablado de ellos, les pedimos cuentas y se han puesto a contar. ¿Quién quiere un sueño teniendo esta historia real?

13 ago 2016 . Actualizado a las 05:10 h.

Sus memorias no son de África sino de Asia. Y tienen un fuerte aire a libertad. Y eso que hoy esta psicóloga y criminóloga se sienta a estudiar para funcionaria de prisiones. Ahora echa raíces, habita la palabra hogar. Nuno en brazos, dormido, pronto despertará rompiendo el silencio de la fotografía. «No hay nada mejor», dice María sobre el hijo. ¿El mejor viaje, el de la vida? «Sí, ver a tu hijo, rodeado de gente y que no quite los ojos de ti... es una pasada».

Nuno tiene 3 meses, pero ha dado un gran giro a los 31 años de esta chica mitad madrileña mitad coruñesa que se pasó dos años recorriendo el mundo con la mochila a la espalda, con lo justo. Acompañada por el que hoy es su ex, pero aún un confidente, «como un hermano, casi diría mi mejor amigo». Ellos iniciaron muy jóvenes un viaje que les llevó a Moscú, a Mongolia, a Pekín, a Nueva Zelanda. Un viaje de dos años y cuatro meses que acabó en casa, en A Coruña, con ruptura de pareja y un volver a empezar. Ellos ya eran otros. Apareció alguien. Y se desperezó el instinto maternal: «Llegó la persona adecuada en el momento adecuado. No sé». Y poco después, el futuro. Nuno. Deja a un lado el Lonely Planet. Puedes seguir el rastro real, nada idílico, de esta viajera de larga duración en el blog Entre trenes y andenes. Ahí la vemos aún con Benjamín, su ex, el chico con el que cumplió el sueño de hacer el Transmongoliano. Partieron en el 2010, llegaron al sudeste asiático y tras nueve meses de viaje surgió algo embarazoso: se quedaron sin dinero. ¿Sale tan caro el viaje? «Depende -cuenta María-, nosotros gastábamos entre los dos unos 1.200 euros al mes, pero nos alojábamos en sitios oscuros y sucios, en los más cutres. Es un aprendizaje brutal. Hasta aprendimos a convivir con las ratas en Nueva Zelanda, y descubrimos que eran ¡adictas al jabón!». Se ríe. Ha dejado lo duro atrás, pero no quiere quitar hierro a las condiciones en las que viven buena parte de las personas en el mundo. Para conseguir algo de dinero y poder seguir haciendo mundo, la pareja pidió un visado pensado para mochileros menores de 30: «Son los Work and Holiday», explica. Lo consiguieron y se dieron al kiwi y a las cerezas en Nueva Zelanda. No por placer, por trabajo. Cultivaron kiwi de sol a sol en temporada de recogida. ¿Duro? «Las horas de trabajo -dice María- dependen del tiempo que haga. Las mañanas de invierno... tela». Entonces su hogar era una furgoneta «que tenía de todo, ¡menos baño!». María estableció con ella un vínculo fuerte: «Lloré mucho al venderla», confiesa. «Pero la rutina viajera acaba siendo tediosa», asegura quien puede, a sus 31, decir eso de Que me quiten lo viajao.

LÁZARO LARZÁBAL, CAPITÁN DEL BACALAO

M.MORALEJO

Él mira al cielo con los pies sobre el mar. «Yo siempre me he hecho a la mar. No sé vivir de otra manera», afirma Lázaro Larzábal. Lleva 81 años «en salmuera». Mírale, cómo si no podría conservarse así. «Será el efecto del agua salada. Ja ja ja. Ya sabes que al bacalao hay que mantenerlo en salmuera», dice. Este hombre que hoy vive en su velero de 47 pies en el Monte Real Club de Yates de Bayona ya se sabía de niño el Libro de Navegación: «Mi madre me decía: ¡deja de leer y ve a jugar!». Cumpliendo con una estirpe de capitanes, a los 17 años era ya patrón de pesca y en el 55 se convirtió en guardaespaldas del ministro de Marina, Salvador Moreno Fernández, tras impresionar en salto en las primeras olimpiadas militares, en Cartagena. «Yo hacía guardia hasta en la habitación del ministro, ¡le seguía hasta el aseo!», cuenta con humor, uno de sus sentidos más finos.

«No hay que tomarse nada demasiado en serio», afirma. ¿Es esto lo que enseña la vida en la mar? «¿Cómo puedes estar 11 meses sin volver a casa? El secreto de la fuerza es poder hacerse a todo. ¿Qué haces cuando un hombre te dice ‘O me llevas a puerto o me tiro ahora mismo’?», plantea este capitán que a los 26 recibió la medalla de oro de salvamento de náufragos: «La medalla 21 la tengo yo. Me tiré a la mar con un temporalazo. ¿Has oído hablar de la tragedia del Valle de Mena?». 3 de abril de 1962. Golfo de Vizcaya. 28 muertos. El gran patrón de pesca al bacalao recuerda con su memoria de sextante cuando no había GPS y la referencia eran el sol, las estrellas y los Picos de Europa. «Siempre me llamaban cuando las cosas iban mal. Yo era jinete que convertía el caballo perdedor en ganador. Un inconformista. El difunto Barreras me dijo: ‘Ahí tienes los barcos, haz lo quieras... Trae bacalao’».

Hoy Lázaro vive solo en su velero. «Bueno, alguna amiga tengo». Y una hija de 12 años a la que ve a diario. «¡Y fíjate qué mal estoy, tranquilo en mi barco, con todo el tiempo del mundo!, hablando contigo», sonríe. Perdió los derechos del matrimonio por infidelidad y sufrió, dice, una gran traición familiar. Pero su humor está intacto. Será la salmuera.

JAVIER LÓPEZ CHICHERI, MARINO

Oscar Vazquez

Se enamoró de la mar a los 5 años y ella le dio oficio y pasión. Él la quiere así, en femenino, aun «con sus tintes masculinos» cuando está revuelta, dice este marino que ha estado al mando de los mayores petroleros del mundo. Prefiere navegar a vela y guiarse por el sol y las estrellas. Viajemos atrás. Es el rumbo oscilante de la historia. Ahí vuelven los 60 al ritmo de Beach Boys, esa década prodigiosa en la que Javier López Chicheri (Madrid, 1947) se estrenó cabalgando las olas. Y así salió en la prensa entonces. Este madrileño hecho a Galicia y que hoy vive en Cangas en una finca con vistas al mar fue, junto su amigo Félix Cueto Serrano y un grupo de Náutica, uno de los primeros surfistas en Galicia. Iban a pelo, sin neopreno, con colchones de playa o tablones de tres metros y 20 kilos de peso.

Tras empezar a navegar como alumno en el buque mixto de carga y pasaje Covadonga, en el 72 se embarcó con su mujer, María, en el Carmelina, «un nombre bastante santurrón para un barco inmundo de vapor construido en el 45». Compuesto y con novia recién salida, por cierto, de la Compañía de María, se fue a Nigeria... y les pilló la guerra de Biafra. «Fue muy duro, y un poco como en las películas. En el amor y en la guerra. Eran tiempos salvajes», cuenta un hombre que ha sobrevivido al ataque de piratas en Malasia. Grabado a fuego un instante: «Con María en el Carmelina. Pasamos a un metro de una mina, de esas que explotan al percibir la vibración del motor del barco. Pensé que volaríamos por los aires». Pero no. Hubo viaje de vuelta y llegaron más, seis meses de velero en el Caribe y un desafío cumplido al cumplir los 50: Javier cruzó a nado el estrecho de Gibraltar en cinco horas y media, tras hacer la distancia de Ferrol al Náutico de A Coruña en cuatro horas

Capítulo aparte en la historia de este lobo de mar es el cachorro de león que tuvo de mascota en un céntrico piso de A Coruña. El león regresó a su hábitat tras haber fascinado en los 80 a las niñas de las Josefinas.