Virginia de «Master Chef»: «Ahora todos tienen un táper mío por ahí»

YES

Su especialidad es el bacalao, pero con vino de Jerez consigue cualquier plato. «A mí me gusta la comida fuerte, que tenga un poco de rock and roll», apunta. Con 100.000 euros en el bolsillo, la ganadora de «Masterchef» ya no recuerda las malas caras de Jordi: «Cuando daba su veredicto me caía muy mal»

23 jul 2016 . Actualizado a las 09:38 h.

Se metió al público en el bolsillo por su espontaneidad en el programa, con ese arte andaluz que la llevó a despuntar enseguida entre sus compañeros. Ama de casa jerezana, madre de dos hijos, Virginia Naranjo se ha convertido de repente en una afamada cocinera, eso sí, con 100.000 euros en el bolsillo.

-A ver, recomiéndame algo para comer, que la semana que viene estoy en Cádiz.

-Unas caballitas caleteras, se pescan por la mañana, y las ponen con picadillo y están buenísimas.

-¿Tú que eres más: de comer o de cocinar?

-Yo creo que de las dos, porque a las que nos gusta comer nos gusta también cocinar.

-Bueno, entiendo que tú crees que para cocinar bien hay que tener gusto.

-Sí, sí. Tienes que tener definidos los sabores que te gustan, cuál es tu gusto. Y yo creo que eso es importante, saber lo que te gusta y lo que no.

-¿Y a ti qué te gusta?

-A mí los sabores fuertecitos, los aliños fuertes, los cítricos, que tenga un poco de rock and roll la comida. Los sabores planos como que no me hacen mucha gracia. Y los pescados me encantan.

-Si fueras un ingrediente ¿qué serías? ¿Cuál no falta en tu comida?

-El vino, el vino de Jerez. Le da muchísimo sabor a todo.

-«Masterchef» te ha cambiado la vida, ¿pero más por la exposición mediática o por el dinero?

-Mira, el dinero es lo de menos. A ver, que no viene nada mal un pellizquito, pero al final voy a viajar a la Basque Culinary Center para aprender. El dinero más o menos se gana trabajando. Yo creo que es más la exposición mediática, y los medios que te dan para hacer tu sueño realidad. Ahora soy una persona conocida y llamas a puertas que antes eran impensables para mí.

-¿Tu sueño cuál es entonces?

-De toda la vida ha sido dedicarme al mundo de la comida. Cocinar y darle de comer a la gente y que disfruten con mis platos, que les gusten mis sabores. Lo que pasa es que por circunstancias de la vida no lo pude hacer. Tuve a mi hija muy joven, no me he podido pagar unos estudios y todo cuesta más trabajo.

-Entraste en el concurso con tu hermana gemela, pero ganaste tú. ¿La relación sigue bien, ¿no? ¿O hubo celillos?

-Qué va, igual que si hubiera ganado ella. Ella feliz, será que como desde pequeñas nos estaban con eso de las gemelas: ¿y quién lo hace mejor? ¿Quién saca mejores notas? Rivalidad ninguna, ninguna, para nada.

-¿En algún momento del programa pensaste que no valías, que no estabas en el sitio adecuado?

-Yo creo que en algún momento lo hemos pensado todos. Cuando no nombran tus platos, cuando ves que tú podías haber hecho más, pero te pudo el miedo a innovar. Y después los chefs te lo echan en cara. En algún momento dices no sirvo. Pero luego te dan una de cal y otra de arena. Y cuando te dicen cosas buenas te vienes arriba.

-Has dicho que en «Masterchef» no hay trampa ni cartón. ¿Es tal y como lo vemos?

-Está grabado indudablemente, pero los 3 minutos del supermercado es lo que tenemos, el tiempo de cocinar es el que te dan, lo que cocinas es lo que cocinas. Es en tiempo real, y no sabes ni lo que vas a hacer ni dónde.

-¿Con quién tuviste más afinidad? ¿Qué consejo te sirvió más del jurado?

-A mí la verdad es que Jordi cuando da su veredicto me cae muy mal. Pero después cuando piensas en casa y recapacitas, te das cuenta de que tenía toda la razón. Él me dijo: arriesga, sé valiente. Y era verdad, porque por ahí salí de la comida típica del ama de casa.

-Tú ahora cuando das de comer en tu casa será una fiesta.

-Ahora tengo cola. Todo el mundo me pregunta: «¿Y qué vas a hacer de comer hoy?», «Pues me voy para allá», «prepárame un táper». [Risas] Ahora todo el mundo tiene un táper mío por ahí. Ya no sé dónde meterlos.

-¿Cuál es tu especialidad?

-A mí me encanta trabajar el bacalao, que es muy agradecido. Y el marisco.

-¿Qué es lo más difícil de cocinar bien? ¿Lo que marca la diferencia?

-Yo creo que toda la cocina que se haga con cariño y con ilusión debería estar buena. El otro día un señor se me acercó y me regaló dos huevos de avestruz, ¡que yo no los había preparado en mi vida! Y me dijo que los hacía fritos en una paellera, los probé y estaban deliciosos. Esos gestos, ese cariño, siempre sientan bien.

-Bueno, bueno. A veces el cariño no llega, ¿eh?

-Bueno, yo creo que en la cocina tradicional lo importante es hacer un buen sofrito y con una buena materia prima eso no puede estar malo nunca.

-Sí, pero yo creo que lo de cocinar es como conducir. Hay gente que por mucho que lo haga no siempre lo hace bien. No tiene mano.

-Sí, es verdad. Le pones los mismos ingredientes a personas distintas y cada uno le da un sabor diferente. ¿Por qué? Unos le ponemos más sal, menos, más aceite.

-¿Tú habías visto cocinar mucho? ¿Quién te enseñó?

-Mi abuela se puso enferma y nosotras vivíamos con ella, y había que hacer la comida para la familia. Ella nos ponía a mi hermana y a mí, con 12 o 13 años, y nos iba indicando: venga, cortad la cebolla, está dorada, venga, que no huela a vino. Fue por necesidad. Luego cuando ya tuve mi casa, no quería que siempre comieran lo mismo. Como me gusta comer y me gusta guisar, pues iba probando, hemos ido mi hermana y yo incorporando recetas, experimentando, leyendo. Yo lo veía y decía: «Esto lo hago yo en casa».

-En tu casa, ¿los pones a cocinar?

-Mi hijo de 8 años tiene mucha curiosidad y me va preguntando. Pero mi hija mayor ni se acerca a la cocina, jamás. Eso te tiene que gustar. Mi hijo ya quiere ir probando y me dice: ¡a ver cuándo me llevas a un coreano! Pues al coreano [ja, ja]. Yo creo que él va a seguir la rama.

-Porque tu marido no toca la cocina, lo tengo claro.

-[Risas] Nada de nada.

-¿Qué vas a hacer con los 100.000 euros?

-Los voy a guardar. Gracias a Dios mi marido está trabajando, y yo no he participado por el dinero. Tengo ilusión por todo, me gusta más el cátering, estar en esos momentos especiales de las personas: bodas, bautizos, comuniones... Y aportar tu granito de arena y darle de comer ese día me gusta muchísimo. Aquí la gente me pregunta: «¿Niña, cuándo vas a poner un restaurante?». Pero por el momento vamos poco a poco, me tengo que ir a formar primero. Masterchef no deja de ser una cocina amateur. Llevar un restaurante o un cátering es más que cocinar también, hay que saber de gestión, de personal, y quiero tener todo bien claro.

-Tu hija fue la que te apuntó a ciegas, ¡a ver si no vas a otro «reality»!

-No, no, no. Ya la he avisado. Y ya le he dicho: «Menos mal que me apuntaste a Masterchef, que me llegas a apuntar a Supervivientes ¡y a ver qué hago! [Risas]