«Entre playa y patines no lo dudo: me voy de ruta»

Noelia Silvosa, Cándida Andaluz, Yolanda García

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MARCOS MÍGUEZ

AQUÍ NO HAY PLAYA  Esta gente no quiere torrarse al sol. Mucho menos limpiarse las arenas. Aprovechan el buen tiempo para otras cosas que el invierno hace más difíciles. Desde hacer rutas en patines hasta emplear las vacaciones en el barranquismo. Aunque también hay quien prefiere quedarse haciendo mermeladas en el pueblo.

09 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Natalia y Ruth no son de las que lo dejan todo atrás con tal de clavar la sombrilla en la arena. Para nada. Estas dos coruñesas tienen otro vicio: hacer rutas sobre patines. Como mínimo, salen una vez a la semana por A Coruña o por O Burgo con su club, Brigantium, y se pegan unas palizas de entre siete y diez kilómetros como si nada. No las cambiarían por nada en el mundo. Ruth lo tiene más fácil, porque su trabajo ya transcurre en la playa durante el verano como miembro de Protección Civil y socorrista. En su caso, tiene colmado su mono de sol y no necesita sacar tiempo para pisar la arena.

Lo de Natalia es diferente. Para ella el patinaje sí es una alternativa real a la sombrilla. «Yo soy muy blanquita y me quemo muy fácil, así que si voy a la playa tengo que estar o en el agua o jugando a las palas. Si no hago eso me abraso y me aburro», explica esta chica que no pierde el sentido del humor: «Mis amigos me dicen que soy tan blanca que les valgo de pantalla», bromea. Es más, una vez agotados sus recursos de baño y palas, dice que solo le queda una salida. «Siempre acabo siendo yo la que va a por los helados o a por la cerveza al chiringuito. En cuanto puedo, me escapo», asegura. Lo suyo con los patines es toda una fiebre que empezó hace unos cuatro años porque una amiga la animó a probarlo. «Me prestó los suyos y se los rompí el primer día. Esa misma tarde me fui a comprar unos para mí», afirma. Si por ella fuese, trabajaría patinando. Pero tiene un gran obstáculo que no puede sortear ni con las ruedas: su jefe. «Yo quería hacer eslalon, pero como él no me deja patinar en el almacén, no puedo practicar», dice entre risas.

SUS ZONAS PREFERIDAS

Estas patinadoras casi profesionales tienen claro cuál es el mejor sitio para empezar: el Parrote. «Ahora desde que lo peatonalizaron puedes ir todo recto desde la hache de la torre de control marítimo hasta el Teatro Colón. Además el carril bici te separa del resto de peatones, así que no hay peligro», indica Natalia, que recomienda ponerse protectores independientemente de la experiencia que uno tenga sobre ruedas. «Tengo una marca en la rodilla del único día que no me los puse», señala.

A estas alturas, ya no tiene aquellos patines que se compró de urgencia en su primer día de ruta. «Los de ahora son más profesionales y más caros», indica. Eso sí, mejores o peores, para la calle solo contempla los que son en línea. Que son diez kilómetros, y no estamos como para dejarnos las piernas en ello. Y ella prefiere seguir tocando el asfalto con las ruedas que la arena con los pies.

 SUSI OSORIO, OURENSE  

Antonio Cortés

Hace semanas que decidió desplazarse desde Verín a Palmés, una localidad cercana a Ourense en donde la familia cuenta con una casa para disfrutar de los meses de verano. Allí se ha instalado Susi Osorio, junto a su madre Lola, su marido Manolo y las continuas visitas. Es tiempo, también, para los encuentros familiares y el disfrute con sus hermanos y sobrinos. El pasado miércoles se cumplieron seis meses del nacimiento de su hijo, Simón Ruiz-Ocejo Osorio. «No es bueno que un bebé tan pequeño vaya a la playa y, además, Simón es muy blanquito. Yo tampoco soy de tomar mucho el sol. Y, en la medida de lo posible, quiero protegerle», afirma Susi. Eso no significa que no disfrute del verano. «Tengo la posibilidad de venir a un sitio como este. Con la libertad de estar en un patio al aire libre, a la sombra», dice. Aunque Palmés se encuentre a pocos kilómetros de Ourense, la temperatura no es tan asfixiante como en la ciudad de As Burgas. Sopla brisa y, además, tienen una piscina. Y no todo tendrá que ver con cuidar al nuevo miembro de la familia, aunque este ocupe buena parte de su actividad diaria. «Yo siempre que vengo aprovecho para hacer mermeladas. Los vecinos tienen muchos árboles frutales y nos regalan desde frambuesas a manzanas o ciruelas. Así que aprovecho y hago mermelada que envaso para ir consumiendo durante el invierno», explica. Una producción que aprendió de su madre, que también le acompaña en su elaboración. «Como este tipo de fruta es muy perecedera y nos dan tantas, decidimos ponernos manos a la obra y aprovechar. Así, hago cosas que el resto del año no puedo», subraya. Susi relata que este año ha dado un paso más en la elaboración. «Creo que es mucho más sano el azúcar moreno y este año estoy convenciendo a mi madre para que lo utilicemos», ríe. Pasear, charlar con los vecinos, bañarse en la piscina, descansar en el patio, leer la prensa diaria... El día a día lejos del barullo de la playa, los chiringuitos, la búsqueda de aparcamientos, el calor sofocante es la opción de Susi Osorio. Eso no quita que algún día se acerque a alguna playa para ver el mar y darse un baño.

PEDRO ESMORÍS, VIVEIRO (LUGO)

XAIME RAMALLAL

Corría el año 1972 cuando el viveirense Pedro Esmorís protagonizaba la primera gran aventura de su existencia. Cuando puso pie, piececito más bien, en el mundo ya comenzó a experimentar, atreverse, arriesgar, probar, disfrutar, vivir... Tuvo que ser más adelante cuando tuvo claro que la aventura formaría parte de su vida, en lo personal y en lo profesional. «Menos parapente ou ala delta, por terra e mar teño feito de todo: vela, kaiak, buceo, bicicleta, correr, orientación, escalada... O que máis me gusta son as probas de supervivencia», dice.

Como estamos hablando de A Mariña lucense, a veces reina aquí el fresco mientras el resto de Galicia es una sartén... ¡Estamos tan a gustitoooo! Otras sucede al revés. Toca sobrevivir a un cielo gris y al nordés y será el clima el que dictamine si hay o no playa (inevitablemente tengo en mente el one-hit wonder de The Refrescos pero señalando en el mapa a Madrid). Vaya, vaya... Esmorís confiesa que no es de los que buscan estar más morenos que Julio Iglesias, y lo sabe. Tumbarse en la hamaca o la toalla horas y horas y horas no, no es lo suyo: «Ao sol non podo estar parado, son un cu inquieto». En 1988, justo el año antes de la canción del verano Aquí no hay playa, él formó parte de los pioneros del surf en la comarca: «Daquela eramos só cinco ou seis os que o faciamos na praia».

En verano, cual cabra dice el dicho, es de los que incluso les gusta la opción «tirar pal monte». «Apetece máis nesta época do ano porque os ríos non van tan caudalosos», explica. Muda el agua salada por la dulce para practicar, entre otras actividades acuáticas, barranquismo: «En inverno na Poza da Ferida, se o fas, arráncate a auga da forza coa que cae pero agora xa non hai tanto problema, se se seguen certas medidas. Hai pouco houbo que facer un rescate en Lobios e penso que se magnificou o tema, cando hai máis lesións no fútbol, por exemplo. Realmente en barranquismo hai poucos accidentes se se fai con seguridade», indica. Otro de sus rincones ‘secretos’ en Viveiro y poco conocido para la práctica es Xunqueira, en la foto: «É unha zona que está equipada e é boa para ir con familias con nenos. Bo desnivel, cascadas, pozas, tobogáns... Tamén en Mondoñedo e no Xistral. É unha actividade que non está moi promocionada, aínda que os franceses que veñen ao porto deportivo xa traen cordas porque oen falar da escalada no Castelo».