Apuesto a que no sabes beber agua

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¿Y SI CADUCA? El agua no solo puede estropearse, sino que puede «estropearte» a ti. Si eres de los que llegas de la playa y le das un trago a una botella bien fría de la nevera o si la dejas abierta a temperatura ambiente, te arriesgas a una infección o a un corte de digestión. Los expertos nos piden un poco de sentidiño. Y que no bebamos a morro.

09 jul 2016 . Actualizado a las 05:25 h.

Llegas de la playa y te abalanzas a la nevera. Coges una botella de agua bien fría y te lanzas a ella como si no hubiese mañana. Grolo a grolo, vas saciando tu sed y, al mismo tiempo, sientes un contraste de temperatura. «¿Me habré pasado?», te preguntarás. Pues sí. Igual que cuando dejas una botella de plástico en el coche, expuesta al calor. Lo mismo ocurre cuando reutilizas el envase. No, no y no. Hasta para beber hay que saber. Vamos paso a paso. Lo primero que debes tener en cuenta es cuánta agua te puedes permitir. Y no es la misma en invierno que en verano. «En invierno probablemente llegue con litro y medio, pero con el calor necesitamos más. Tampoco es la misma la que necesitamos en A Coruña y en Ourense, porque allí se transpira más», explica Manuel Viso, especialista en Hematología del hospital San Rafael, que aclara que la recomendación es la que todos conocemos: dos litros. Eso sí, de líquidos, que no es lo mismo que de agua. «Hay gente a la que le cuesta mucho beber los ocho vasos de agua que ya se ponen en la base de la pirámide alimenticia, pero puedes llegar a esos dos litros con otro tipo de líquidos y, por supuesto, con fruta», indica el doctor.

LOS EXCESOS SON MALOS

¿Y si bebemos de más? Los excesos son malos, aunque sean de agua. «El exceso de líquidos es contraproducente, porque provoca una dilución de la sangre que disminuye el sodio. También es posible que ocasione un deterioro a nivel de conciencia y, si es muy profundo, un edema cerebral o incluso un coma», advierte Viso. No es mucho más alentador lo que dice sobre esa costumbre de lanzarse a la botella de la nevera.

El médico lo tiene claro: «Es peligroso por el contraste de temperatura. El agua fría puede producir una vasoconstricción -estrechamiento de venas y arterias- y un espasmo en el esófago y en el estómago, y además te arriesgas a tener un problema estomacal y hasta un corte de digestión. Precisamente, esta noche estuve de guardia y llegó una chica con un corte». Lo mismo opina la nutricionista Fátima Branco, que si bien aclara que no hay un tope que delimite cuánto beber, sí que confirma que si llegamos a los cuatro litros nos estamos pasando de la raya. Ella nos revela cómo beber: «Lo ideal es hacerlo a traguitos y que el agua no esté demasiado fría», señala.

Ambos expertos no ven ningún problema en beber agua del grifo. Es más, Viso asegura que un estudio determinó hace unos cuatro años que «el agua del grifo de A Coruña y Ourense eran las mejores de España». Otro más reciente ha concluido que la mejor del mundo embotellada es de Pontevedra. Hablamos del agua de Mondariz, que ya lanzó una serie de recomendaciones en las que fijan su temperatura ideal para el consumo en 17 grados.

Otro error que solemos cometer es el de reutilizar las botellas. Queda terminantemente prohibido. El médico dice que el riesgo de esta mala costumbre «no está tanto en el agua como en la botella, dado que hay algún estudio que no tiene demasiada evidencia científica, pero que determina que es posible que se produzca la descomposición de los materiales que conforman la botella, que pueden resultar cancerígenos». En este sentido, el experto aconseja dos cosas: «que no bebas a morro, por la flora bacteriana que tenemos en la boca y que puede causar una infección, y que si abres la botella la mantengas en la nevera». Sí recomienda beber agua durante la comida, «a nivel digestivo es mucho mejor que en el bolo alimenticio vaya más líquido», aunque desmiente el mito de que beber agua nada más levantarse ayuda a limpiar el organismo.

EL AGUA NO LIMPIA NADA

«El agua no limpia nada, eso es todo falso. Solo viene bien para empezar el día hidratándote», asegura. Pero beber sí ayuda, según algún estudio, a aumentar un poco el metabolismo basal. «Esto hace que puedas permitirte consumir algunas calorías más», afirma Viso, que alerta muy mucho sobre el consumo de otro líquido, el zumo de naranja, en ayunas: «Eso es una brutalidad, porque el zumo es ácido y el estómago ya tiene de por sí mucha acidez. Mejor tomarlo encima del desayuno», aconseja. A partir de aquí, puedes hacer lo que quieras. Eso sí, piénsatelo mejor cuando abras la nevera. No te vayas a quedar helado de más.

 Cuatro normas para hidratarte:

1. A traguitos

Los tragos largos no son recomendables. Lo mejor para quitar la sed y que el agua nos siente bien al estómago son los pequeños sorbos.

2. Agua fresca, pero no fría

No cojas el agua de la nevera. El contraste de temperatura puede causar desde pérdida de consciencia hasta un corte de digestión.

3. No reutilices la botella

Eso de aprovechar un envase para rellenarlo no está bien. ¿Y si con los días se descompone el material de la botella? Puede ser tóxico.

4. Nada de beber a morro

Con la de flora bacteriana que sale por nuestra boca lo que hay que hacer es beber del vaso y dejarse de comodidades.