«Notaba cosas raras y descubrí que era lesbiana»

Tania Taboada

YES

José Manuel Casal

¿A ti cómo te dejaron? Si las rupturas son generalmente peculiares, hay casos cuya realidad supera la ficción. Tres testimonios cuentan amablemente su historia a pesar del pudor y dificultad que conlleva

21 may 2016 . Actualizado a las 09:52 h.

«Me dejó haciendo zapping»

Lorena Pereira es una pontevedresa de 34 años con una de esas historias de amor que no pasan desapercibidas, sobre todo, por su frío final. Su intento de felicidad fallido, como ella lo denomina ahora, se remonta al 2003 cuando un militar, ahora guardia civil, le robó el corazón. 

Tras más de siete años de relación a distancia, en el 2009 ella optó por poner un punto final a los puntos suspensivos que él parecía estar fijando. No veía futuro en la relación porque él no tenía perspectivas. «No creía en el matrimonio ni en la convivencia; se excusaba en que esas decisiones se verían cuando tuviera un destino laboral estable». Circunstancias de la vida, el tiempo hizo que ese día llegase pronto y antes de zanjar por completo la relación. Una mañana, él la llamó y le comunicó que habían salido sus deseadas plazas. Le pidió que escogiera entre dos ciudades: Zaragoza o Barcelona. Pese a no transcurrir las cosas bien, Lorena, recepcionista, con trabajo fijo, en una clínica dental de Pontevedra, no lo pensó y propuso Zaragoza por el idioma. Renunció a su puesto de trabajo (sin cobrar una prestación por desempleo, ya que fue por su propia voluntad) hizo las maletas y se fue a la ciudad del Pilar, situada a más de 800 kilómetros de la suya. Dar ese paso supuso dejar a su familia, amigas, entorno... Tocaba empezar una nueva etapa vital en una ciudad nueva y los dos solos. Llegó un momento en el que sintió que estaba sola. «Él se levantaba a las cinco de la madrugada, volvía a las tres de la tarde, comía, iba al gimnasio y después decidió apuntarse a clases de inglés. Yo no existía», explica Lorena, quien logró encontrar trabajo en un supermercado. Cuando estaba decidida a dejar todo y regresar a su tierra él le dijo: «Si te vas, ¿qué voy a hacer sin la madre de mis hijos?». Finalmente se arreglaron las cosas pero 20 días después esa madre de sus hijos quedó en el olvido. Un 23 de febrero, él llegó a casa y le dijo que todo se había acabado. Así, sin más. «Estábamos en el salón, empezó a hacer zapping y me dijo: ?Esto se acabó. Coge tus cosas y vete?».

CAPOTILLO

Regresó con su familia

Aún así, Lorena estuvo varios días viviendo bajo su techo porque no fue hasta el día 12 de marzo cuando se le acabó el contrato laboral. «No nos hablábamos en el piso y nos evitábamos. Acabé mi contrato y volví a mi casa rota por dentro y bastante desmejorada por fuera. Días después él también regresó a Galicia con otra chica, la madre de sus hijos, la de verdad. Fue el momento en el que tuve que decidir. O quedarme en el entorno en el que no cabíamos los dos o alejarme de todos y empezar de cero. Opté por la segunda opción», cuenta. Tiempo después, llegó el momento de cruzárselo por la calle y que le girara la cara. «Pero aún así, fui arrastrando esa sensación de tener cosas pendientes que hablar con él y casi seis años después de que me rompiera el corazón, le pedí tomar un café. Fue una de las pocas pero mejores decisiones que he tomado en mi vida. Me di cuenta de que puedo querer más de lo que le quise a él», concluye esta pontevedresa que ya tiene todo superado. 

«Notaba cosas raras y descubrí que era lesbiana»

Juan Carlos Calvete (Malpica de Bergantiños, 1982) aglutina diversas experiencias con un final peculiar en el terreno amoroso. Hace seis meses, una chica de su localidad y con la que estaba saliendo desde hacía un tiempo, lo dejó por WhatsApp, sin querer darle una explicación a la cara. 

José Manuel Casal

También hace años, otra mujer le dio carpetazo por «enrollarse» con otras chicas cuando ella tenía pareja estable. Pero entre sus numerosas historias destaca una muy curiosa: una chica que lo ha dejado por una mujer.

Besaba a otra chica

Esta llamativa y última hazaña se remonta a septiembre del 2013. La pareja se había conocido en una academia de Santiago de Compostela. Ambos preparaban las oposiciones para Policía Nacional. Juan Carlos se fijó en ella desde el primer momento que llegó al aula y a la semana le propuso ir a cenar. Ella aceptó y un viernes ambos compartieron velada en un restaurante de la capital gallega. Acabaron acercando posturas. «Nos contamos sobre nuestras vidas y me habló de relaciones pasadas que había tenido. Hizo hincapié en una que mantuviera con un chico». A partir de ahí todo parecía transcurrir perfectamente. Se veían todos los días en la academia y poco a poco fue fluyendo la relación hasta que comportamientos de ella le hicieron sospechar. «Pouco a pouco fun vendo que non me cadraban algunhas cousas ata que un día lle dixen que esto non funcionaba nin avanzaba. Se lle daba a man pola rúa parecíalle mal ou se lle decía cousas románticas. Acaboume dicindo que aquel mozo que tivera e do que me falara non era un home, senón unha muller. Díxome que se fixaba na persoa e que lle daba igual o sexo». En ese momento, Juan Carlos se quedó en estado de shock pero no lo acabó de asimilar. Siguió la relación con la chica hasta el día de la fiesta medieval que se celebra en el municipio coruñés de Noia en verano. Los dos habían ido pero cada uno por su lado. «No transcurso da noite chamoume e díxome que quería verme», cuenta Juan Carlos, quien aceptó la propuesta. Estando juntos, se encontraron con la novia del primo de ella. Se puso a hablar con la chica y ella le pidió que le aguantara la cámara de fotos. «Aparteime para un lado, encendín a cámara e vin que minutos antes estivera bicándose cunha moza», cuenta este coruñés, quien reconoce que se sintió fatal por haber encendido la cámara. Juan Carlos explica que fue una experiencia extraña y difícil, pero que aprendió muchas cosas. Aún así, dice que no se arrepiente de nada y que de todo se aprende. 

«Me dejó por una joven que embarazó»

Rosario Ruiz, vecina de un parroquia de Lugo, cuenta su insólita historia de amor que le surgió nada más y nada menos que a los cuarenta años de edad y con toda una vida hecha. Dejó a su marido para iniciar una nueva vida con otro hombre. «Con 40 años a nuestras espaldas y con nuestras vidas construídas nos enamoramos locamente. Yo me sentía como una niña que pintaba corazones en cualquier esquina. Esta persona hacía que sintiera un miedo y sentimiento nuevo. Tenía una dulce sensación y a la vez un temor maravilloso», relata Rosario. 

Su hija lleva mi nombre

Convencida de que el amor le había brindado una oportunidad única, esta lucense decidió separarse para rehacer su vida con un nuevo hombre que también estaba casado. «Me separé unos meses antes que él. Fue una decisión difícil pero era por amor. Todo era perfecto. Él tardo un poco más de lo esperado porque nunca es fácil dar ese paso», explica Rosario.

Parece que todo fue muy bonito mientras permaneció la historia pero el viaje de la felicidad en este amor duró solo 9 años. Un 10 de noviembre, su nueva pareja le confesó que había una tercera mujer, más joven y que estaba embarazada. Rosario se quedó sin palabras. «Me fui como un relámpago, dejando un grave estruendo detrás de mí. Los días siguientes acentué mi tortura en mi trabajo. No daba una sola palabra y deambulaba entre un horario de media jornada y la vuelta a casa. Mi jefe supo ver que la losa que cargaba era demasiado grande y me reubicó a un lugar más sereno», relata.

Pero a pesar de este jarro de agua fría, esta lucense seguía enamorada y el amor le podía. Se preguntaba por una solución y días después decidió llamarlo y aclarar su futuro. Él aceptó un encuentro. «El silencio hablaba por nosotros y las miradas eran significativas. Me pidió ponerle el nombre del que podía haber sido nuestro gran futuro al suyo propio. Acepté. Solo pensar que esa preciosa niña podía tener algún lazo nuestro era un detalle amargo pero eterno. Entre sollozos de un futuro truncado, acepté resignada ser la segunda de a bordo de un barco», relata.

oscar cela

Se enamoraron locamente, tanto que años después «algo queda». «La pena estuvo ahí presente, no se separó de mi. Él nunca saldrá de mi corazón. Lo dejamos todo. Nos enamoramos locamente. Me traicionó. Me traicioné. Pero vivo por las noches navegando por ese mar que construimos un día juntos», concluye esta lucense.